El Enigma de las Cantigas

Escena en la corte de Alfonso X. Un músico toca la viola. Obsérvese el detalle de la reina con un perrito en su regazo.
Escena en la corte de Alfonso X. Un músico toca la viola. Obsérvese el detalle de la reina con un perrito en su regazo.

De los cancioneros musicales medievales que se conservan, el libro de las Cantigas de Santa María, sigue siendo sin duda uno de los más conocidos tanto por músicos como por el público. Es tan famoso que algunas de sus canciones se han convertido en una especie de "éxitos" de una "playlist" de la Edad Media. ¿Quién no ha escuchado alguna vez el célebre tema "Santa María Strela do día"?

Lo curioso de este maravilloso monumento musical del s.XIII es que aún encierra muchos secretos y enigmas que dan muchísimo más valor a esta obra. Viajemos a los tiempos de la corte alfonsí para visitar su scriptorium en el momento en que comenzó a escribirse.

¿De dónde le vino la idea al rey Sabio para dedicar tantos esfuerzos económicos e intelectuales para producir esta obra? ¿Por qué eligieron la temática de las leyendas, milagros y loas a la Virgen María? ¿Por qué los textos están escritos en gallego portugués? Y otra curiosidad: ¿Por qué se hicieron cuatro copias, invirtiendo más recursos humanos y económicos?

Escritores trabajando en la elaboración de manuscritos. Libro de los Juegos. S.XIII.
Escritores trabajando en la elaboración de manuscritos. Libro de los Juegos. S.XIII.

Sabemos que Alfonso era un gran amante de la música: seguramente se defendía bien tocando instrumentos como el laúd, el rabab o la citola. En una de las copias, llamada "Códice de los músicos", aparece el rey representado en diferentes ilustraciones tocando alguno de estos instrumentos. Podemos reconocerlo porque está dibujado con la corona que finalmente empeñó en la guerra de Sevilla; también por llevar armas en el cinturón; y también por estar sentado en un trono, a diferencia de otros músicos que son representados de pie o en bancos menos lujosos. Es interesante encontrar en los textos de una Cantiga cómo le regalan una cítola, entre otros lujosos presentes. Y también, cómo empieza el libro con palabras autobiográficas: "yo quiero ser trovador de mi señora".

Escena del libro de Los Juegos. La música siempre está como acompañamiento del ocio.
Escena del libro de Los Juegos. La música siempre está como acompañamiento del ocio.

Mejor o peor músico, no cabe la menor duda de que se trata de uno de los primeros reyes en firmar un libro musical, convirtiéndose esta obra en un códice singular. Es el único de su época realizado íntegramente con uniformidad. El resto de cancioneros que se conservan, suelen ser una miscelánea de varios autores y épocas encuadernados en un tomo. Este no. Se diseña, se compone y se realiza de principio a fin.

¿Por qué eligieron la temática de los milagros de la Virgen? Está extendida la teoría de que se trate de un trabajo de evangelización, en un momento de guerras y conflictos entre las tres religiones existentes en la España medieval: musulmana, judía y cristiana. En las leyendas de las Cantigas ocurren milagros donde el que tiene fe en el cristianismo, se salva y tiene buen fin. Historias de buenos y malos por tanto. Sin embargo, ¿De qué serviría cantarlas en gallego portugués, lengua que prácticamente no era entendida por la mayor parte de la población? Se hablaba el romance, el latín, el castellano, el árabe... Un libro escrito en gallego portugués no serviría como objeto de comunicación global. El rey lo mandó escribir para sí mismo: era una especie de libro de consulta dónde encontrar consuelo.

Notación musical cuadrada. Libro de las Cantigas de Santa María. Alfonso X. Siglo XIII.
Notación musical cuadrada. Libro de las Cantigas de Santa María. Alfonso X. Siglo XIII.

Esta teoría nos puede explicar la necesidad de hacer copias, algunas de ellas en un formato más pequeño y manejable para ser transportado. El rey viajaba siempre con uno de estos libros. Seguramente le entretenía la lectura de las leyendas y relatos en los tediosos y lentos viajes en carromato. Le servía también para conocer la historia de su reino, pues muchas leyendas están basadas en hechos reales y localizadas en lugares concretos. Incluso cuando se sentía enfermo -y eran muchos días a lo largo de su vida-, reposaba con el libro en su pecho, imaginando que se trataba de un objeto con poderes curativos. Ante tal obsesión es lógico pensar que Alfonso quisiera tener copias del libro en cada uno de sus palacios, costase lo que costase. El poder medicinal que le otorgaba le hacía dependiente de esta necesidad.

Por último, es un hecho singular de este manuscrito que se trate de un rey quién ha tenido la idea de dejar escrita una serie de composiciones musicales. La escritura musical mensurada, es decir, la representación gráfica de la música en altura y duración de las notas es una invención relativamente reciente en tiempos del rey Sabio. Apenas se conoce fuera de los muros de monasterios y conventos, pues es dentro de estos lugares donde se comprendió la necesidad de modernizar la escritura musical para que la música religiosa no se perdiera, se unificara y no hiciera falta la memoria para conservarla. Por tanto, los primeros libros con música escrita estaban realizados en monasterios, para escribir música religiosa y no por el encargo de nobles y reyes.

Página del libro de Higinio Anglés "La Música de las Cantigas, transcripción y estudio crítico". Barcelona. 1943.
Página del libro de Higinio Anglés "La Música de las Cantigas, transcripción y estudio crítico". Barcelona. 1943.

La música y la poesía son un bálsamo para el monarca. Una vía de escape para evadirse de sus problemas de estado y un alivio para su enfermedad. No sólo escribe sobre milagros, sino que su pluma se dedica también a contarnos detalles de su vida, relatando vivencias y miedos. Se rodea de una gran cantidad de músicos de todas partes del reino: poetas gallegos, trovadores occitanos, juglares, músicos andalusíes... Compone en romance gallego portugués pero con música de Al Andalus, usando las formas del zéjel y la moaxaja. Y elige también a los mejores amanuenses, especialistas en escritura musical, historiadores y recopiladores de leyendas y pintores para crear una bellísima obra de arte total: tan bello es la estética del libro como la música y textos que contiene.

Página del libro de Higinio Anglés "La Música de las Cantigas, transcripción y estudio crítico". Barcelona. 1943.
Página del libro de Higinio Anglés "La Música de las Cantigas, transcripción y estudio crítico". Barcelona. 1943.

El último de los enigmas que sigue aún por descubrir, y que quizá nunca averigüemos, es saber cómo se cantaban y tocaban estas cantigas a ciencia cierta, si es que se cantaban, o eran meros ejercicios intelectuales. El pianista Frederic Monpou se las imaginó al piano con un aire mitad romántico mitad impresionista. Luego fue Julián Ribera quién, enamorado del pasado andalusí, quiso reconstruirlas con un carácter meramente andaluz. Esta versión fue contestada con rotundidad por Higinio Anglés, quién dedicó su tiempo a demostrar que Ribera se equivocaba y que las Cantigas debían sonar a música religiosa y medida, sin artificios ni melismas. Es natural que defendiera esta postura, pues Anglés era más cura que musicólogo y barría para casa.

Desde entonces, gracias a las transcripciones de ambos estudiosos, se han podido interpretar centenares de  Cantigas, de las más de 400 que hay escritas. Cada formación musical le da su propia impronta: algunos reelaboran o versionan grabaciones antiguas, otros reinventan con nuevas interpretaciones y otros, incluso rompen las fronteras haciendo versiones en estilo jazz o rock. Gustos para todos, como podemos descubrir a través de la amplísima discografía publicada.

Una "Auïda (tañedora de cuerdas) en el Libro de los Juegos. S.XIII.
Una "Auïda (tañedora de cuerdas) en el Libro de los Juegos. S.XIII.

Y para terminar, comentar que el gran enigma de las Cantigas es que se interprete de la forma que se quiera, siempre son reconocibles y únicas como obras del arte musical.


Una Cantiga de Paz: Cantiga de Santa Maria 344

Os que a Santa María

saben fazer reverença,

macar se non amen eles,

ela met' i avẽença.

 

Los que a Santa María

saben hacer reverencia,

si enfrentarse ellos no quieren,

ella pone allí avenencia.

 

En el tiempo cuando de moros

fue el reino de Sevilla,

en aquella su iglesia

de Tudía maravilla

aconteció una vez;

y mui gran sabor me llena

de decir cómo fue esto

por que tengáis más creencia.

 

Gran cabalgada de moros

salió para los cristianos

correr y hacerles daño,

e pasó sierras y llanos

y llegaron a Tudía,

todos con sus lanzas en mano,

e al llegar a la iglesia

allí se pararon.

 

Y tan cerca esa noche

unos de otros se albergaron,

que más cerca no podían;

y en la fuente pusieron

sus caballos a beber,

y estos no bramaron

que ni se oyesen ni se viesen

ni tuviesen conocimiento.

 

Así toda aquella gente

fue de suyo albergada

alrededor de la iglesia,

que no sintieron nada

unos de otros por virtud

de la Reina coronada,

a quien todos esa noche

hicieron obediencia.

 

Al otro día de madrugada

todos de allí partieron;

y después que cabalgaron

y sin sospecha se vieron,

mucho se maravillaron;

de ahí treguas se pidieron

por haber de este hecho

tenido conocimiento.

 

Así que la tregua hicieron

y ellos todos se juntaron

y de cómo el hecho

había sido, acordaron

en que había sido milagro;

y partieron conformados,

y se fueron unos a Élvas,

los otros a Olivenza.

 

(Adaptación al castellano de la cantiga 344, escrita en gallego-portugués.)


Este es el milagro que cuenta la Cantiga de Santa María 344. Según el relato, dos pequeños ejércitos (cabalgadas), uno musulmán y otro cristiano, partieron hacia el monasterio de Tudía, conocido actualmente como Tentudia, para librar una batalla. Ambos contingentes llegaron al anochecer a las inmediaciones del templo. Por la noche fueron a dar de beber a sus caballos en una fuente junto al edificio, en distintos momentos. Como los caballos no hicieron ruido, ninguno se percató de la presencia del enemigo. Y así pasaron la noche, sin sospechar que el otro ejército estuviera presente, mientras que ambos velaban sus armas y rezaban a la Virgen durante toda la madrugada.

 

A la mañana siguiente los dos ejércitos pensaron que el enemigo no se había presentado a la batalla y decidieron partir. Sin embargo, al poco caminar se encontraron, y no daban crédito de haber pasado la noche tan cerca sin haberse visto los unos a los otros. Pensaron que era un milagro de la Virgen que no había querido que pelearan delante suya y, entonces, firmaron una tregua.

¿Sobre qué hechos puede basarse esta leyenda de Tentudía?

El hecho de armas se pudo dar en septiembre de 1248, cuando Fernando III, padre de Alfonso X, estaba a punto de conseguir conquistar Sevilla, después de sitiarla y atacarla desde agosto de 1247. La situación era extrema tras un largo año de batallas y cada vez escaseaban más los suministros de alimentos y dineros que necesitaba el contingente castellano para sostener el sitio. Para proteger la ruta norte hacia Sierra Morena, por la cual los sitiadores recibían las provisiones procedentes del reino de León, Fernando III ordena al maestre Pelay Perez Correa partir hacia la frontera con Badajoz e ir limpiando el camino de posibles adversarios musulmanes que atacaban las caravanas con las impedimentas.

 

Las huestes de Pelay Perez Correa se encontraron con muchas dificultades para cumplir el mandato del rey. No es de extrañar que ante una situación complicada, el maestre se encomendara a la Virgen que se encontraba en una antigua ermita en el punto más alto de la serranía, suplicándole ayuda. Puede que ocurriera el 8 de septiembre, fiesta cristiana que celebra la natividad de la Virgen María, llamando a aquel lugar desde entonces Santa María de Tudía, en honor al “día de la Virgen” (Tú día).

 

No existen más datos escritos en la crónicas del siglo XIII, por lo que no sabemos si las dificultades que pasó el maestre Pelay fue en diversos combates por la sierra, o por el contrario, por no poder satisfacer la petición real y no impedir que algunas caravanas con víveres y recursos fueran asaltadas, sin que él pudiera ver dónde, y evitarlo. El lugar geográfico es montañoso y con espesos bosques que dificultan notablemente la visión y los desplazamientos.

La figura de la Virgen María en el Islam

Imagen cortesía de Emilio González Ferrín
Imagen cortesía de Emilio González Ferrín

Un hecho que resulta curioso en esta Cantiga 344 es la protección que la Virgen hace a los soldados moros. En el relato se cuenta que le hicieron reverencias y rezos por la noche. Esto es así porque la Virgen María es respetada y se le tiene cariño en el mundo islámico. De hecho aparece en el Corán, concrétamente en la Azora de las mujeres, número 171, donde se habla de la Virgen María, madre del profeta Jesús.

La leyenda de Tentudia, “Detén tu día”

Cuando se visitan los monasterios de Calera León y de Tentudía, la leyenda que te contarán con entusiasmo versa sobre la batalla que libró el maestre Pelay Perez Correa contra el ejército musulmán en aquella montaña. La jornada llegaba a su fin y el ejército critiano no terminaba de ganar la contienda al enemigo moro, cuando se le aparece la Virgen al maestre, y este le pide que detenga el día, hasta que consiga salir victorioso del combate: “Detén tu día”. Otorgado el milagro, el militar construye allí mismo un monasterio en honor a la Virgen, por haber recibido aquella gracia.

 

Esta leyenda se la pudo haber inventado el propio Pelay Perez, maese de la Orden de Santiago, pues tras el sitio de Sevilla, se autoproclamó vicario de la zona para cobrar los diezmos a la población conquistada. El templo ya existía y lo que se hizo fue ampliarlo y remodelarlo. En esos años se producen multitud de conflictos entre las distintas órdenes militares que habían participado en el sitio de Sevilla y que se habían repartido los territorios en distintas vicarías: Montemolín, Monesterio, Montánchez, Mérida… Extrañamente, la Vicaría de Tudía se autoproclama como la principal de todas, pese a estar aislada. La leyenda venía a reafirmar entre los pobladores de la comarca la importancia de Tudía, frente a las otras vicarías.

Cantiga de Paz

Detalle de la Cantiga 344, en su transcripción por el musicólogo Iginio Anglés.
Detalle de la Cantiga 344, en su transcripción por el musicólogo Iginio Anglés.

Cuando Alfonso X viaja hasta Sevilla, a su paso por Monesterio, en la Ruta de la Plata, pregunta por el humo que sale de un monasterio en la montaña más alta. Le cuentan que se trata de la ermita de Santa María de Tudía, lugar misterioso cargado de viejas leyendas y que, debido a su altitud, el frío hace necesario encender fuegos para calentarse. Allí pasa el rey Sabio muchos momentos, recopilando historias y escribiendo cantigas junto a sus músicos sobre los milagros de Tudía. De las cinco que escribe, una de ellas, la 344 parece recopilar una antiquísima historia contada por un juglar al que habían pagado los antiguos ermitaños del lugar. Por tanto, la historia de la Cantiga 344 podría ser muy anterior a los acontecimientos del sitio de Sevilla.

 

Alfonso se entera también de los conflictos entre los nobles y militares de la zona y decide dar un carácter pacífico a la cantiga: una historia de Paz entre eternos enemigos. Se ve que este toque de atención no fue suficiente para los belicosos vicarios de la zona, pues decide retirar la vicaría de Tudía y se entrega la jurisdicción del templo a Sevilla, poniendo fin a los problemas de recaudaciones y diezmos en esa comarca.

 

El hecho de que en ninguna de las composiciones del rey Sabio (cantigas 325, 326, 329, 344 y 347) aparezca el templo nombrado como Tentudía, sino como Tudía, hace sospechar de la leyenda de Pelay Perez. Por tanto, el lugar se conocía como Santa María de Tudía, que es justo como se nombra en las fuentes medievales. Tendremos que esperar hasta el año 1622 para encontrar en papel impreso la leyenda de Tentudía, incluida en la obra de Lope de Vega “El Sol parado”.

Tentudía: un lugar para visitar

El monasterio de Tentudía se encuentra en la montaña más alta de Sierra morena, a 1104m sobre el nivel del mar. La edificación tiene aspecto de fortaleza militar y se alza imponente en una loma rodeada de un espeso bosque. Aún pueden verse los pozos y abrevaderos medievales en sus alrededores. El lugar es muy grande y es perfectamente posible imaginar un hecho como el acontecido en la cantiga, pues si cada ejército se situó a cada lado del monasterio, efectivamente, en la oscuridad de la noche, no se verían. Mientras grabábamos la cantiga, justo en el lugar donde se narran los hechos, podíamos imaginar a Alfonso y sus músicos, escribiendo esta bonita historia, esta cantiga de Paz.

 

Fuentes consultadas:

Códice de los Músicos (Cantigas de Santa María). Biblioteca Nacional.

Santa María de Tudia en las Cantigas. Revista de estudios extremeños, 2017.

La Vicaría de Santa María de Tudía. Manuel Lopez Fernandez. UNED.

La Sevilla Islámica. Jacinto Bosch. Universidad de Sevilla. 1988.

Imágenes del Corán, cortesía del profesor D. Emilio González Ferrín, Universidad de Sevilla.

 

Nuestra versión de la Cantiga 344, interpretada con guitarra morisca, adufe y sonajas de azófar.


La artista encerrada en una torre

Hacía frío y empezaba a nevar. La pequeña juglaresa buscaba posada y refugio donde pasar la noche. Detrás de unos chopos, vio una torre y se dirigió hacia ella para pedir albergue. Aquella torre era muy extraña: después de rodear sus cuatro paredes no encontró ninguna puerta a pie de calle. La construcción tan solo tenía una pequeña ventana en lo más alto.

 

-¿Hola? ¿Hola? ¿Vive alguien ahí?-gritaba la pequeña Juglaresa.

 

Oscurecía, se hacía de noche. En la ventana de la alta torre se podía ver un farol encendido. Alguien vivía allí arriba.

 

-¿Hola?-volvió a gritar la Juglaresa. Esta vez la ventana se abrió.

 

-¿Qué haces ahí, mi pequeña? Sube, o te helarás de frío.

 

De la ventana de la torre se dejó colgar una escala, por la que Juglaresa subió hasta las estancias de la torre. La habitación donde vivía aquella extraña dama estaba llena de libros, algunos instrumentos musicales, un arpa, una zanfona, una viola… Apenas había muebles. Solo un arcón, una cama y un escritorio lleno de pergaminos, recipientes con tintas de colores y todo tipo de cálamos y pinceles.

 

-Ten, mi niña, un poco de caldo calentito de verduras. Entrarás en calor y debes tener hambre.

 

Mientras la pequeña Juglaresa cenaba aquella sopa que le sabía a gloria, observaba a aquella extraña mujer… ¿qué edad tendría? Parecía como si llevara toda la eternidad en aquella estancia. La Dama de la Torre se sentó junto a la ventana. Mientras miraba nevar, tocaba la viola de teclas…

 

(Fragmento del cuento La Dama de la Torre, del Cd La Pequeña Juglaresa).

Vivir entre cuatro paredes para sentirse libres. A lo largo de la Edad Media, una de las posibilidades que tenían las mujeres para sentirse libres, era la opción de elegir una vida encerrada y alejada del mundo cotidiano. Las Emparedadas, también llamadas muradas, ejercían el llamado voto de tinieblas, un fenómeno que comenzó durante el medievo, pero que se extendió varios siglos después en diversos lugares de Europa.

 

No es el caso de mujeres que eran encerradas por castigo, sino de personas que en sus plenas facultades, decidían llevar una vida apartada, buscando un intenso deseo de libertad. En su soledad, eran dueñas de sí mismas y no tenían que dar cuentas a nadie, ni siquiera a las autoridades religiosas o civiles. Se conocen ejemplos de mujeres muradas de distintas clases sociales, desde campesinas hasta ricas y acaudaladas. Su encierro podía ser a solas o en comunidad.

 

El voto de tinieblas no significaba que fuera voto de silencio, como ocurría en algunas órdenes monásticas. Aquellas mujeres eran muy apreciadas y frecuentemente eran visitadas en busca de sus consejos. Se las veía como personas especiales, sabias y con mucha cultura y paz interior, pues dedicarían su tiempo a la lectura, la escritura, el estudio de las ciencias y de las artes.

Murada en una miniatura de un códice medieval. S.XIV.
Murada en una miniatura de un códice medieval. S.XIV.

Era una postura insólita en la época, una libertad de vida demasiado moderna en comparación con otras mujeres que no podían decidir sobre sus vidas. Un acto de rebeldía dentro de un orden. Fueron tan importantes, que el día que decidían comenzar su encierro, se celebraba una ceremonia ritual que simbolizaba el fin de la vida mundana y el nacimiento de su vida en soledad.

 

Entre las historias que forman parte de nuestro CD La Pequeña Juglaresa, no podía faltar una de estas mujeres. Casi no se conocen sus nombres, pero sí el valor que tuvieron para llevar ese estilo de vida en una sociedad compleja y complicada.

 

En su memoria, este pequeño homenaje: La Dama de la Torre


Un concurso de Cante Jondo

“¿Cómo puede cantar de esa forma? No puede ser. Ni tiene estudios, ni técnica, ni nada de nada… Es más: seguro que ni sabe las notas que está cantando, ni el ritmo, ni la armonía, ni nada de nada. Y sin embargo, cada vez que entona unos versos, mueve el mundo y los corazones con su voz y su talento".  Le llamaban “el Tenazas”, y aseguraban de él que era el padre del cante jondo.

 

El arte natural de aquel anciano personaje, Diego Bermúdez, había emocionado a los espectadores del concurso, levantando ampollas entre sus rivales. Estaban compitiendo en un festival. Querían ganar. Y ese ímpetu les cegaba ante la evidencia: ese cantaor misterioso tenía duende. Les gustaba. Mucho. Muchísimo. Pero no querían reconocerlo. Les amargaba en lo más profundo de su ser, de su amor propio.

 

Y por eso, aquella misma noche, decidieron montar una farsa, una especie de compadreo entre compañeros concursantes. Un juego sucio y vil para quitarse de en medio a quien ya era el futuro ganador por méritos propios. Se sentaron en su mesa. Primero fueron unos saludos de cortesía, seguidos de algunas felicitaciones por su actuación y los aplausos obtenidos. Llamaron al camarero. Querían invitarle a unos buenos vinos para celebrar su éxito, “el éxito de todos”, le decían, con una mueca de sonrisa falsa en sus caras, tratando de mantener la farsa y ocultar la envidia que supuraba por cada uno de los poros de la piel.

Panfleto anunciando el concurso de Cante Jondo de Granada. 1922
Panfleto anunciando el concurso de Cante Jondo de Granada. 1922

Una ronda, otra, otra y luego otra más. Entre vaso y vaso, trago y trago, aquel cantaor extraño, demasiado viejo como para presentarse a un concurso, iba perdiendo la timidez y contando su vida a sus compañeros de borrachera. Ya balbuceando, por los efectos del vino, les decía que había llegado al concurso andando desde Puente Genil hasta Granada. Y que le faltaba medio pulmón por una mala puñalá que recibió en una reyerta. Sus falsos amigos, entre risas y palmaditas al hombro , escuchaban sus batallitas, y se guardaban de no beber tanto: no se trataba de celebrar nada, sino de deshacerse del mayor rival del concurso, emborrachándolo para que no pudiera cantar al día siguiente. Cada vez que llenaban su sucio vaso, le enredaban contándole historias y mentiras sobre giras que podría hacer, y de todos los tablaos famosos del momento a donde lo llevarían, a lo que el viejo contestaba:“Yo no quiero zabé ya más ná de tablaos, que me los conozco todos”.

 

Eran los últimos en la taberna, a punto de cerrar. El misterioso cantaor se había quedado durmiendo la borrachera sobre la vieja mesa de madera donde habían estado alternando. Los colegas decidieron que era el momento de irse. Y se fueron. Pagaron la cuenta y “aquí no ha pasao ná”, le dijeron al mesonero.

 

Llegó el tablao de la noche final. Se habían agotado las entradas. Los espectadores esperaban con impaciencia escuchar otra vez a los participantes y, especialmente, al “Tenazas”, ese anciano que les había robado el corazón con sus quejíos, sus “ay” y su lamentos flamencos. Sin embargo, parecía que el duende de aquel cantaor había desaparecido.

Con voz ronca y mirada perdida, no salía de entonar una extraña retahíla:

 

la enterraron,

la enterraron,

la enterraron...

Entrada original de espectador para el concurso de Cante Jondo. Granada. 1922.
Entrada original de espectador para el concurso de Cante Jondo. Granada. 1922.

El público no daba crédito a lo que veía y escuchaba. “¿Suerte del principiante?” murmuraban algunos. “¡Un grillo pisao!”, gritaban otros… El cantaor, resacoso, no daba una nota en su sitio. Aún estaba borracho y apenas se podía mantener en una pose digna para el concurso. A veces incluso parecía que iba a vomitar. El presentador, ante los silbidos y quejas del respetable, decidió poner fin a su actuación y dar paso al siguiente concursante.

El Tenazas se bajó de las tablas dando tumbos, con aspecto desaliñado. Trató de decir algo, pero no se le entendió ni media palabra. Se abrochó su vieja chaqueta, a la que le faltaban algunos botones y se marchó del lugar canturreando tranquilamente, como si no fuera consciente de la bochornosa escena que había protagonizado.

Pese a todo, el jurado del concurso había decidido otorgarle uno de los premios. Diego Bermudez se guardó las pesetas en el bolsillo de su chaqueta y se fue.

 

Nunca más se supo de él. Tenía 72 años.

 

Esta historia real sucedió durante el famoso concurso de Cante Jondo organizado por Manuel de Falla y Federico García Lorca en el mes de junio de 1922, en Granada. Para publicitar el evento habían impreso carteles y octavillas que se repartieron por casi toda Andalucía. En un pueblo de Córdoba, en Puente Genil, el viento trajo por azar un trozo de panfleto anunciando el concurso hasta las manos de un labrador, mientras faenaba en el campo. Era Diego Bermudez, un viejo cantaor más conocido como "el Tenazas".

 

Nacido en Morón de la Frontera, un pueblo de Sevilla, en 1850, Diego Bermudez había abandonado el trabajo con sus padres para dedicarse a cantar por los tablaos andaluces. El arte le salía de dentro y no podía dejar de entonar sus penas y sufrimientos. Una mala experiencia con las contrataciones y las rivalidades con otros cantaores le hizo abandonar y a emprender una humilde vida como labrador en Puente Genil. A partir de entones, sólo cantaría para sí mismo.

 

Cuando con 72 años llegó a sus manos aquel cartel del concurso, no se lo pensó dos veces. Se entusiasmó con la idea de volver a cantar en público y seguramente, con los dineros de los premios. Contó a sus conocidos que iría a Granada al festival, aunque fuera andando. Los vecinos del pueblo lograron reunir algunas pesetas para que, al menos, fuera aseado, bien vestido y peinado. Y en ferrocarril hasta Granada.

Ferrocarril de la compañía Renfe.
Ferrocarril de la compañía Renfe.

El “Tenazas” fue la gran sorpresa del célebre concurso. Algunos asistentes llegaron a pagar incluso 400 pesetas (una cantidad desmesurada en aquél entonces), para que les dejaran pasar y escuchar a este prodigio del cante jondo. Si en la primera noche triunfó, en la segunda, la tormenta de verano que se descargó sobre Granada parecía presagiar algo. El público, que había esperado pacientemente, se resguardaba de la lluvia usando las sillas de enea como paraguas, mientras se preguntaba: “¿qué le había ocurrido al Tenazas?” Su tono era muchísimo más bajo y sordo.

 

El anciano había estado alternando con los cantaores rivales, quienes le hicieron trasnochar, con marcada intención, invitándole a demasiadas cañas de manzanilla. El caso es que cuando subió al tablao la noche final del concurso, y tuvo que entonar sus soleares, el público adepto se extrañó al no reconocer al anciano con duende. Solo era una sombra que repetía más desafinado que otra cosa:

 

la enterraron,

la enterraron,

la enterraron…

 

A Diego Bermúdez le entregaron uno de los premios de 1000 pesetas. Y volvió a su pueblo, Puente Genil, donde murió en 1933. Nunca contó a sus vecinos las malas artes de los otros concursantes del festival. Quizás a su edad, ya no le diera importancia y prefiriera quedarse con el recuerdo de haber participado en el histórico Concurso de Cante Jondo. Y que, le pesara a quien le pesara, su arte y su duende entusiasmó al público, y quedarían en el recuerdo y la posteridad.

 

Para siempre.


La Guitarra: del Palacio a las calles.

Siempre le gustó la música. Tocaba horas y horas su vihuela de mano, a lo punteado y a lo rasgado. Romances, coplillas y seguiriyas. Pero se enfadaba cada vez que se le partía una cuerda. Era una especie de hecatombe, un Finis Mundi, una fatalidad del destino. Mientras buscaba en su jubón algún repuesto de la prima, la cuerda más fina de la guitarra, contaba historietas al público que se había arremolinado en torno a él, en un intento de que no se fueran. Trataba de reparar el instrumento para volver a entonar la música de los grandes de su tiempo: Fuenllana, Narváez, Milán…, esperando que, al fin, los transehúntes soltasen algunos maravedíes en el trapo que dejaba en el suelo cada vez que se sentaba a orillas del Guadalquivir.

 

No hubo suerte: ni tenía cuerda de repuesto ni los espectadores paciencia ni dineros que echarle en el pañuelo. Una vez que se quedó solo, recogió a toda prisa los bártulos y decidió cruzar hacia la otra orilla, por el puente de barcas. Tenía algún amigo en el barrio del Arenal, en las Atarazanas, que le podría vender o cambiar por algo alguna cuerda fina de pescadores que “diera el avío” para su guitarra por algunos días. Si se daba prisa, aún lo encontraría trabajando.

Puente de Barcas. Detalle del cuadro "Vista de la Ciudad de Sevilla", s.XVI
Puente de Barcas. Detalle del cuadro "Vista de la Ciudad de Sevilla", s.XVI

La tarde caía plomiza y gris. El río parecía más profundo y oscuro que nunca. Tenía las manos y los pies helados. Mientras cruzaba por el puente entre tablas medio podridas y húmedas se preguntaba: -¿Quién dijo que en Sevilla no hace frío en invierno?-. Y qué hambre tenían los dos: él y Lupo, su fiel compañero de aventuras. Se le caían los mocos y echó mano a los bolsillos para sacar su pañuelo. ¡No lo encontraba! ¡El pañuelo! Con las prisas, había olvidado recoger del suelo su pañuelo y las monedas que dejaba como reclamo para que le echaran más limosnas.

 

-¡Ay ay ay, mare mía!-, murmuraba deshaciendo el camino andado, volviendo a cruzar el río y las orillas de Triana hasta llegar al lugar donde había estado tocando música toda la tarde. No encontró nada. Ni rastro del pañuelo y mucho menos de las monedas. Mientras Lupo olfateaba de aquí para allá, decidió resguardarse en los restos de un navío abandonado. La tarde amenazaba con tormenta y era mejor refugiarse cuanto antes. Y otra vez sin cenar.

Lupo se acurrucó junto a él, entre las viejas tablas de la embarcación. Comenzó a llover. -De grandes cenas están las sepulturas llenas-, se consolaba, pero lo cierto es que le hubiera gustado acostarse con el estómago lleno. Y no recordaba la última vez que aquello sucedía. Canturreó algunas coplillas hasta que se quedó dormido.

 

Soy desgraciaito

jasta pa’l andá;

que los pasitos que yo doy p’alante

se güerben p’atrás.

Tratado de Juan Bermudo de Écija: "De la declaración de instrumentos musicales", siglo XVI.
Tratado de Juan Bermudo de Écija: "De la declaración de instrumentos musicales", siglo XVI.

¿Quién es el personaje que inspira este relato? Permitidme que os cuente.

 

Fiestas, cenas, bodas, saraos varios… El esplendor de las casas de nobles y burgueses de la próspera Sevilla del siglo XVI, originó un refinado ambiente en el que tuvo lugar un espléndido desarrollo de las Bellas Artes. Demandaban constantemente la participación de músicos para deleitar sus encuentros familiares, comidas de negocios y todo tipo de celebraciones especiales.

 

Algunas casas contaban con su particular servicio musical, como el caso del duque de Arcos de Marchena, o el marqués de Medina Sidonia, o los nobles de Osuna, que contaron con los servicios artísticos de Juan Bermudo, Miguel de Fuenllana, Narváez o Luis de Milán…, músicos ilustres que eran contratados por los nobles, en el ambiente humanista del momento. El escritor rondeño Vicente Espinel, conocedor de las costumbres españolas de esta época escribiría la siguiente descripción de esas prácticas:

 

“tañíanse vihuelas de arco con grande destreza, tecla, arpa, vihuela de mano por excelentísimos hombres en todos los instrumentos (...) Juntábanse en el jardín de su casa el licenciado Gaspar Torres, que en la verdad de herir la cuerda con aire y sciencia, acompañando la vihuela con gallardísimos pasajes de voz y garganta, llegó al extremo que se puede llegar.”

 

Esta demanda de músicos para fiestas junto a las contrataciones de ministriles y capillas musicales para las catedrales andaluzas, recibiendo los sueldos más altos que podía conseguirse en todo el reino, provocó un modelo de negocio nunca visto antes en la España de aquel entonces: el artista musical podía vivir de su talento.

Cifrado para guitarra de cuatro órdenes por Miguel de Fuenllana, libro Orphenica Lyra. Pieza anónima popular "Paseábase el Rey moro".
Cifrado para guitarra de cuatro órdenes por Miguel de Fuenllana, libro Orphenica Lyra. Pieza anónima popular "Paseábase el Rey moro".

Aparecen vihuelistas y guitarristas por todas partes. Con la aparición de talleres de violeros que producían instrumentos a buen precio y las novedosas imprentas sevillanas de la calle Alemanes editando libros y tratados musicales, cualquier persona con interés e intención, podía aprender la profesión y el arte de la música, y vivir de ello.

 

Sin embargo, de igual forma que ocurría con el negocio de las Américas, accesible en aparencia pero difícil en la realidad, las posibilidades de trabajar en los saraos musicales de las élites sevillanas no estaban al alcance de cualquiera. No había ni tantas oportunidades, ni era fácil entrar en estos círculos exclusivos, donde ya existía el tráfico de influencias y los contratos se los repartían entre unos pocos elegidos, amigotes y familiares. Los músicos que anhelaban poder trabajar en estos ambientes, se dedican a deambular por Sevilla, y a falta de conseguir buenos contratos, vagabundean por las calles entonando coplillas y romances, viviendo de las limosnas o de pobres sueldos en tabernas de mala muerte.

 

Ejemplo de ello es el personaje que inspira esta historia, y que lo podemos encontrar retratado en la pintura que encabeza este texto, (y que enmarco con un círculo en el cuadro completo a los pies de este último párrafo), donde vemos a un guitarrista sentado con su perro, tañendo la vihuela y un pañuelo en el suelo junto a él, con algunas monedas. Una forma de vida que se ha mantenido a lo largo del tiempo en Sevilla, desde la Macarena hasta Triana, desde San Lorenzo hasta el Postigo. No hay rincón de la vieja Sevilla donde no se haya tocado y cantado con una guitarra por sus esquinas y portales.

Cuadro de finales del siglo XVI titulado "Vista de la Ciudad de Sevilla", en el Museo del Prado. En un círculo, el personaje que inspira esta historia.
Cuadro de finales del siglo XVI titulado "Vista de la Ciudad de Sevilla", en el Museo del Prado. En un círculo, el personaje que inspira esta historia.

La Dezima Mvsa. Una artista olvidada

La Dezima Mvsa es un nuevo proyecto musical en el que estamos trabajando para encontrar los lazos que unen al flamenco con la música anterior, la tradición popular de romances, coplillas, bailaoras y guitarristas ambulantes.

Pero ¿quién fue la Dezima Mvsa y por qué hemos elegido este nombre para este proyecto? A continuación os cuento la interesante biografía de una artista andaluza que no aparece en los libros de historia.

 

La Dézima Mvsa es un personaje poco conocido en nuestra historia artística. Uno más entre tantos olvidados. Sin embargo, se trata de la primera persona que consiguió vivir profesionalmente de su trabajo escribiendo obras teatrales. Nació en Andalucía. No se sabe exactamente en qué fecha, pero sí el año en que fue comprada por sus padres adoptivos. Era el año 1590 y calcularon que tendría unos 10 años. Figura en su partida de bautismo del 6 de octubre de 1601 la coletilla "era adulta", (edad penal en aquél entonces). Sabía leer y escribir perfectamente, tanto en árabe como en castellano.

Vista de Sevilla desde el barrio de Triana. Siglo XVI
Vista de Sevilla desde el barrio de Triana. Siglo XVI

Ana Caro de Mallén recibió los nombres de sus nuevos padres: Gabriel Caro de Mallén y Fernández de Vargas, natural de Lora del Río, Sevilla, y de Ana María de Torres y Rodríguez de Aguilar, natural de Granada. En los registros, aparece junto al nombre de Ana una indicación: "Ana María, esclava de Gabriel Mallén". Ana era una niña morisca, nacida en Granada o en Sevilla. No sabemos qué pasó con sus padres biológicos. Seguramente sufrieron el exilio. Lo que sí podemos deducir es que serían unos padres cultos y preocupados por la educación de su pequeña, pues sabía el arte de las letras en una edad temprana, lo cual llamaría la atención de sus nuevos padres adoptivos.

 

A sus 20 años de edad ya estaba publicando obras por encargo, firmando con el nombre de “La Dezima Mvsa” y poco tiempo después ya era conocida en los círculos bohemios de la Sevilla de su tiempo, ciudad en la que presentaba obras que eran representadas en el Corral de los Olmos, un teatro desaparecido actualmente que se había construido a los pies de la Giralda, aprovechando los restos de arcos de la antigua mezquita que no se usaron en la construcción de la Catedral de Santa María.

Comedia impresa donde encontramos la firma de la Dezima Mvsa.
Comedia impresa donde encontramos la firma de la Dezima Mvsa.

Ana Caro debió tener una personalidad fuerte e inteligente y se divertía acudiendo a sus propias funciones vestida de hombre, agasajando a doncellas y porfiando espada en mano contra burlones y pícaros.

 

Murió a causa de una epidemia de peste en Sevilla, en el año 1646. Vivía sola y nunca se casó. Por desgracia, debido a las ideas de la época, decidieron quemar todas sus pertenencias para desinfectar, destruyendo todos los libros y escritos que había en sus aposentos. Por fortuna, ya habían sido publicadas algunas obras suyas como “Valor, agravio y mujer”, una comedia que debería formar parte de los clásicos de nuestra literatura universal.

La Alameda de Hércules de Sevilla, en una pintura del siglo XVII.
La Alameda de Hércules de Sevilla, en una pintura del siglo XVII.

Así pues, con nuestra idea de buscar la música olvidada, nos encontramos con un personaje olvidado que representa un mundo al que los libros oficiales siguen dando la espalda: la realidad de una población española convertida en un enemigo que había que expulsar, por escribir simplemente en otro idioma. O por rezar distinto, si es que todos rezaban, tanto los vencedores como los vencidos.

Pintura mostrando la epidemia de peste que sufrió Sevilla en el siglo XVII en la cual murió Ana Caro, la Dezima Mvsa.
Pintura mostrando la epidemia de peste que sufrió Sevilla en el siglo XVII en la cual murió Ana Caro, la Dezima Mvsa.

La Dezima Mvsa se convierte en nuestra musa, valga la redundancia, en nuestro afán de búsqueda y de inspiración de este proyecto, donde estamos encontrando ese pasado morisco, mejor dicho andalusí, o andaluz, en las músicas populares que fueron desapareciendo poco a poco en los siglos de persecuciones. Música popular donde el cante y el toque con guitarra fueron desarrollándose poco a poco, en el anonimato del barberillo, de las aceituneras, de costureras y cigarreras. Donde los puntos de la cifra de vihuela se iban transformando en acordes flamencos. Coplillas que se cantaban en árabe o en algarabía como las que os presentamos a continuación. Coplillas que fueron cantadas tantas veces que lograron sobrevivir, al menos parte de la música y parte de la letra, aunque transformada como un recuerdo desmembrado, como cuando contamos una historia en la que hemos olvidado parte de los detalles, pero la seguimos contando.

Pintura que representa uno de los momentos más dramáticos de la Historia de España: la injusta expulsión de los moriscos.
Pintura que representa uno de los momentos más dramáticos de la Historia de España: la injusta expulsión de los moriscos.

De esta forma surgen las llamadas “palabras refugio”, término que nos enseñó nuestro amigo, maestro y escritor Antonio Manuel. Estas palabras son un fenómeno muy curioso: reemplazamos el sonido original ininteligible que nos llega por una palabra que conocemos. Así, hay personas que llaman “San Juán” al “Zaguán”, la entradilla de las casas andaluzas, porque al oído se parece. Esto ocurre en muchas coplillas andaluzas, donde hay expresiones y palabras que cuando analizas la letra, no encuentras manera de entender por qué está ahí y qué tiene que ver con el poema.

 

En “Tres hojillas Madre”, canción anónima popular, nos encontramos con un estribillo que nos ha llegado en la actualidad con esta letra:

 

Tres hojitas, madre,

tiene el arbolé,

la una en la rama,

las dos en el pie.

 

Inés, Inés,

Inesita, Inés.

 

¿Por qué Inés, Inés, Inesita, Inés?

En árabe, “señora” es “anisa” que, pronunciado, suena “Aines”. De tal forma, “anisa, anisa, anisa, anisa”, al cantarlo sonaría como “Ainis, ainis, anise t ainise”. Esta “t” es la llamada “tamarbuta” una “t” usada en árabe cuando una palabra termina en vocal y se une a otra que también comienza por vocal. Por ejemplo, con Madina, que termina en vocal: “ Madinat Az zahara”

Ruinas de una iglesia en los alrededores de Madrid, s.XIX. Actualmente está completamente desaparecida.
Ruinas de una iglesia en los alrededores de Madrid, s.XIX. Actualmente está completamente desaparecida.

Nuestra memoria histórica ha ido derrumbándose al igual que algunos de estos monumentos de nuestro pasado, que solo podemos verlos en grabados, pinturas y estampas de la época. Una casa en ruinas que cuando se cae, se olvida que existió una vez se reemplaza por otra nueva. O el papel escrito, lleno de versos, pensamientos y arte intelectual que quemado por el fuego, desaparece por siempre y para siempre.

 

La Dezima Mvsa será un proyecto para restaurar la memoria. Devolver a las músicas antiguas andaluzas el sabor y el duende con el que se cantaban y tocaban. Y por supuesto, un homenaje a los intelectuales y artistas olvidados: la cantaora anónima, el guitarrista que era barberillo, el buhonero que vendía guitarras de segunda mano, o grandes escritoras que siguen sin ocupar las páginas de los libros de historia como Ana Caro de Mallén, la Dezima Mvsa, la niña morisca comprada como esclava que se convirtió en dramaturga y vivió de su intelecto y arte. Ella. Sola.

 

Emilio Villalba 2021


La Pequeña Juglaresa. Historia de una grabación

La Pequeña Juglaresa. Marioneta protagonista en la representación en concierto de este espectáculo. Realizada en madera por MVarte.
La Pequeña Juglaresa. Marioneta protagonista en la representación en concierto de este espectáculo. Realizada en madera por MVarte.

Comenzaba el buen tiempo. Las tardes eran cada vez más largas y en los días de lluvia, al escampar, ya olía a primavera. Una intensa actividad de gira de conciertos, donde los tiempos se miden por las pruebas de sonido, montaje, actuaciones y viajes con horarios justos nos hacía valorar cada vez más los ratitos donde disfrutas de un atardecer, un paseo por el campo, una visita a un monumento.

 

Estaba decidido, no podíamos esperar más. teníamos un nuevo disco que grabar desde hacía mucho tiempo pero no encontrábamos el momento ni la calma necesaria para ponernos manos a la obra. De modo que alquilamos una casa aislada en el campo para encerrarnos allí durante quince días. La idea era llevarnos los equipos de grabación y los instrumentos y estar encerrados hasta que terminásemos las grabaciones que se estaban postergando.

 

Y entonces ocurrió lo inesperado: marzo de 2020. La Pandemia.

 

Como si el destino se burlara de nosotros, íbamos a estar sin salir, pero en casa. Obviamente, el plan “A” no pudo hacerse. No obstante, la nueva situación proporcionaba casi en su totalidad las condiciones que buscábamos para la grabación que teníamos entre manos. Con la agenda vacía de conciertos, ya que los planes de la gira 2020 se iban desmoronando como un castillo de naipes, no hizo falta buscar tiempo al tiempo para iniciar las grabaciones de las nuevas canciones y de los cuentos. La Pequeña Juglaresa, el nuevo disco empezaba a ser una realidad.

Sara Marina grabando voces en los cuentos del Cd La Pequeña Juglaresa
Sara Marina grabando voces en los cuentos del Cd La Pequeña Juglaresa

Este trabajo está pensado para escuchar en familia, con cuentos y músicas que gusten a pequeños y grandes. Es algo que nos gusta mucho hacer, para que el Arte sea un bien del que se pueda disfrutar en compañía y al alcance de todos. La aventura musical de la Pequeña Juglaresa es un viaje imaginario por la Edad Media, sin las fronteras que marcan los siglos o las páginas de historia de los libros. Por tanto, la Juglaresa conoce a personajes de distintas épocas, pero todos importantes, porque todos le enseñan qué es la música, cómo se hace, para qué sirve y cómo disfrutar de ella.

 

De esta forma, nuestra protagonista visita el Alcázar de Sevilla, donde conoce a los músicos de Alfonso X, que le enseñarán cómo se escribe la música, las notas musicales. También conocerá a la princesa Wallada, en Al Andalus, para tocar ritmos con panderos y darboukas. En un monasterio, descubre la Musicoterapia, una ciencia inventada para curar con música. Y más tarde a Francesco Landini, cuando aún era un niño, pero con habilidades musicales increíbles para su edad.

La Juglaresa en una de las páginas del libreto del CD
La Juglaresa en una de las páginas del libreto del CD

Teníamos estas historias escritas antes de la Pandemia. El disco continuaba su ritmo de grabación, pero seguían apareciendo nuevas ideas, inspiradas por los acontecimientos que estábamos viviendo. En la segunda parte del disco aparece entonces una sección más seria, pero que también es un aprendizaje y una realidad que acompañó a los músicos de otros tiempos: los miedos, la enfermedad o el terror a la muerte.

 

No se asusten porque a nuestra protagonista no le pasa nada malo y el final será feliz. Pero sí vive el momento de las epidemias medievales. Afortunadamente conoce a una trovadora, La Dama de la Torre, donde se refugia con ella en su castillo durante el tiempo que dura la calamidad y mientras tanto, aprende música. Y no os cuento más para no desvelar el final de esta aventura musical.

 

Un doble álbum con un total de 12 piezas musicales y 10 cuentos para disfrutar de historias y músicas medievales: danzas, saltarellos, música de trovadores… interpretadas con un amplísimo abanico de instrumentos: violas, arpa, zanfona, clavisimbalum, organetto, viola de teclas, guitarra medieval… Hemos utilizado más de 40 instrumentos en las grabaciones, ofreciendo así la posibilidad de conocer una amplia diversidad de timbres sonoros. En los cuentos aparecen personajes reales, incluso hemos incorporado situaciones y frases mencionadas en las crónicas de sus vidas. Son en definitiva, relatos para aprender música y la historia que habitaron estos músicos.

 

¡Esperamos que disfrutéis de esta aventura musical!


Cuando los Sueños se convierten en Música

Finales de marzo de 2020. Confinamiento. Recuerdo que los primeros días encerrados en nuestras casas provocaban tristeza, melancolía, incertidumbre y, por las noches, insomnio. Me sucedía mucho que no conseguía dormir sin despertarme constántemente. Y soñaba, soñaba mucho y solía recordar con cierta nitidez lo que mi mente componía en el mundo de los sueños.

 

En una de estas madrugadas en duermevela, soñé que estaba en un aula universitaria de las viejas, con las típicas gradas de tarima de madera y pupitres viejos anclados al suelo. En ese lugar, una mujer joven, con el pelo blanco y largo estaba ofreciendo una conferencia donde explicaba un invento suyo para tocar instrumentos musicales muy pequeños. Tenía un laúd muy chico, casi de juguete, y con la ayuda de unos imanes en sus dedos, conseguía pulsar las cuerdas de la melodía. Comenzó a cantar. En francés.

Desperté. Desperté como me sucedía en tantas ocasiones últimamente. Y al igual que sigo recordando con mucha nitidez aquel sueño, en ese momento seguía la melodía de aquella música en mi cabeza. Rápidamente corrí a encender los equipos de grabación que tengo en casa, cogí un arpa y grabé la pieza, antes de que se olvidara. Muchas veces he soñado con música, pero nunca había sido capaz de recordar las notas del sueño. Esta vez sí.

Titulé esta obra como Nana de los Sueños. Nunca sabré si yo la compuse o fueron mis recuerdos los que hicieron en mi mente este puzzle de notas y ritmo mientras dormía. Es el tema principal de nuestro nuevo trabajo “La Pequeña Juglaresa”, que grabamos durante los meses de confinamiento. El videoclip está realizado con la técnica del cine de siluetas inspirado en las películas de la cineasta alemana Lotte Reineger, de principios del siglo XX, y en los grabados surrealistas del pintor Escher.

 

He querido reflejar el mundo onírico de los sueños, donde cualquier cosa puede suceder y a veces, incluso se hacen realidad, como en el caso de esta música: traspasó las fronteras de los sueños para convertirse en música que podremos escuchar ahora y siempre.

 

Emilio Villalba. Enero de 2021

Nota: el fenómeno de recordar la música de un sueño es una realidad que, aunque poco frecuente, existe. De hecho hay un famoso caso en la historia protagonizado por el violinista italiano Giuseppe Tartini. Según un relato de su biografía, la sonata El trino del diablo, la escribió a raíz de un sueño que tuvo. Cuenta que no fue capaz de reconstruir exactamente la música que soñó, pero sí en buena parte.

 

En mi caso, logré recomponer la melodía, pero nunca sabré qué decía la letra en francés que cantaba la misteriosa dama del sueño.

 

 

El sueño de Tartini de Louis-Léopold Boilly (1824)
El sueño de Tartini de Louis-Léopold Boilly (1824)

Música Encerrada

Miniatura del Libro de los Juegos, s.XIII.
Miniatura del Libro de los Juegos, s.XIII.

 

Estaba nerviosa. No recordaba la última vez que sentía emoción por algo. Desde pequeña había ido pasando de mano en mano, desempeñando los trabajos que le encargaba su amo o su ama. Esta última, viendo que la niña tenía bonita voz y garganta y que le complacía cada vez que cantaba en el harem, había decidido venderla. Le habían dicho que en Córdoba o Sevilla le pagarían un buen precio por ella. La fitna, la guerra civil entre andalusíes, había dejado a más de una familia o superviviente con las arcas vacías y tenía que buscar dinero como fuera.

 

 

 

 

El ama llevó a Nuzha al katib Abu Abdalah Muhammad. Durante la entrevista de compra, el ama le comentó al katib que la niña recitaba poesía, contaba historias, sabía refranes de memoria y que incluso los cantaba e inventaba melodías.

El katib dudó por unos instantes. Conocía las estafas que se producían a diario en el zoco, con la venta de “falsas esclavas”.

Nuzha al-Wahbiyya

 

Nuzha al-Wahbiyya, vivió en los años de la Fitna, la guerra civil cordobesa de Al Andalus, a principios del siglo XI. El mundo de esplendor en el que vivían buena parte de la sociedad andalusí se derrumbaría para siempre. La esclava cantora Nuzha, como muchas otras, solo tuvieron la oportunidad de desarrollar su vida y su arte encerradas en el interior de las casas y palacios. En el harem, la zona más privada de una casa andalusí, Nuzha recitaba poesía, tocaba el laúd, cantaba y entretenía a su señor y a los invitados de sus fiestas. No conocemos más datos de ella, ni tan siquiera, su legado cultural que le hizo sobrevivir en esos tiempos inciertos, ya que nunca se escribieron.

Retrato de Dimitrie Cantemir
Retrato de Dimitrie Cantemir

Dimitrie Cantemir

 

Dimitrie Cantemir fue un príncipe moldavo más interesado en la cultura que en las cuestiones políticas. Con aspecto exótico para las cortes europeas del momento, vestido con casaca a la moda francesa y turbante al estilo turco, llegó a ser miembro de la Academia de las Artes de Berlín, impresionando en diversas giras por palacios de Inglaterra, Francia, Austria..., con sus conciertos de música como instrumentista del tumbur, un laúd de mástil largo tradicional de las zonas del este de Europa y Próximo Oriente, desaparecido en las orquestas musicales europeas del momento.

 

Como a tantos personajes singulares de la Historia, le tocó vivir dificultades y tiempos convulsos. Sufrió un exilio forzoso en Istambul, estando incluso encarcelado. Según algunos historiadores, escribió allí su obra “Historia de la Música Oriental”, libro que se encuentra perdido, hasta la fecha.

Manuscrito Fitzwilliam Virginal Book
Manuscrito Fitzwilliam Virginal Book

El vizconde Fitzwilliam

 

Poco se sabe de este misterioso personaje, autor de uno de los libros más importantes que trata sobre una colección de músicas para instrumentos de tecla: clavicordio, clave, órgano, y virginal. Fechado entre los años 1562 y 1619, el manuscrito, de cientos de páginas, incluye 298 transcripciones para tecla en las que encontramos músicas anónimas y algunas piezas de autores de su época como John Dowland o William Byrd, entre otros.

 

El libro se tituló “Fitzwilliam Virginal Book”, en español “Libro de Virginal de Fitzwilliam”, dedicado a la reina Isabel de Inglaterra. Título dudoso, pues el libro nunca perteneció a la reina. Se piensa que fue escrito por un tal Francis Tregian, un intérprete de teclado aficionado de principios del Siglo XVII, quien puedo haber copiado toda la colección de piezas mientras estaba en prisión debido a sus simpatías con el catolicismo. La autoría del libro sigue siendo un misterio, en realidad.


SER MÚSICO EN TIEMPOS DE CRISIS

"No recordaba haber visto los canales así. Ni en el peor de los sueños imaginaba esa soledad, ese silencio en el que solo rebotaban por las paredes el eco de los remos al chocar en las frías aguas."

 

Barqueros transportando anónimos cadáveres sobre las góndolas, pintadas de negro funerario. Esa era la triste actividad que el músico Tarquino Merula podía contemplar desde las ventanas de su domicilio en Venecia, durante la epidemia de 1630.

 

Se encontraba en la difícil tarea de recomponer la orquesta de la capilla musical de la ciudad de los canales, después de que hubieran muerto la gran mayoría de sus músicos a consecuencia de la pandemia.

No es la primera vez que a lo largo de la Historia, los músicos se ven obligados a detener su actividad por epidemias, guerras, crisis… Seguramente sufrirían tanto o más que nosotros. Pero siguieron su camino. Siguieron creando, componiendo, escribiendo nuevas obras. Recordemos, al azar, algunas de estas historias.

Amadeus Mozart

Amadeus Mozart
Amadeus Mozart

Con 8 años, el pequeño Mozart era llevado por su padre de gira europea, con un pequeño pianoforte. “Mis hijos están acostumbrados al trabajo, (...) las cuentas salen bien”. (cartas de Leopoldo Mozart, año 1764). Sin embargo, en Viena surge una epidemia de viruela que obliga a la población a refugiarse en sus casas. El propio Mozart enfermó perdiendo la vista durante días. Las cosas irían aún a peor, porque al enviudar la emperatriz María Teresa, el luto de la corte paralizaría toda la actividad musical durante mucho tiempo. Se cancelaron conciertos, encargos, óperas...

Manuel de Falla

Manuel de Falla
Manuel de Falla

Fue la mano que escribiría las 7 Canciones Populares, el Retablo de Maese Pedro, El Sombrero de Tres picos, El Amor Brujo, La Danza del Fuego, Iberia, Atlántida… Un artista que vivió la Crisis de 1898, la Primera Guerra Mundial, la Gripe española de 1918, el Crack de 1929 y si, por si fuera poco, los crueles inicios de la Guerra Civil Española, durante el alzamiento militar en Granada, en el verano de 1936.

Enrique Granados

En enero de 1886 Enrique Granados consiguió su primer trabajo tocando el piano en el Café de las Delicias de Barcelona, para amenizar durante cinco horas diarias a los clientes del establecimiento, con un sueldo de 1200 pesetas anuales, (12 euros actuales). Después de muchos años de tesón y esfuerzo, (no entraremos aquí en contar su biografía), llega el culmen de su carrera: estrenar una de sus obras con orquesta en New York. Todo un éxito. Éxito que tendría un final amargo. Regresando a España, su barco, el Sussex, es “confundido” con un barco de guerra por un submarino alemán, que lanzando un certero torpedo, lo parte por la mitad. Granados ve que su mujer ha caído al agua y se lanza para salvarla. El mar se los tragaría a las 15:00 horas del 24 de marzo de 1926.

Enrique Granados
Enrique Granados
Restos del barco Sussex, donde viajaba Enrique Granados
Restos del barco Sussex, donde viajaba Enrique Granados

10 CONSEJOS PARA GRABAR TU PROYECTO DE MÚSICA ANTIGUA. Parte I

Si tienes un proyecto musical, ya sea en solitario o en ensemble, es necesario que tengas grabaciones para que se pueda escuchar tu trabajo. Estas grabaciones son fundamentales para dar a conocer la música que interpretas, tanto para el público en general, como para programadores de festivales.

 

La calidad de estas grabaciones no siempre depende de los recursos con los que se disponga. Tras años de experiencia trabajando en un estudio de grabación, he podido ver cómo músicos de alto nivel realizaban malas grabaciones, mientras que en otras ocasiones, aficionados y músicos con menos nivel técnico conseguían grabar sus maquetas con un resultado más que óptimo.

 

¿De qué depende? En este artículo os propongo algunos consejos para realizar una grabación musical profesional, aprovechando lo máximo posible los recursos materiales y el tiempo del que se disponga.

1. Selecciona con criterio qué vas a grabar.

 

Antes de abordar un proyecto de grabación es necesario tener claro para qué nos van a servir esas grabaciones: ¿para un videoclip? ¿para un concurso? ¿para mostrar nuestra música a un festival?

Si tomamos como caso grabar música para un festival, tendremos que pensar en qué músicas de nuestro repertorio identifican mejor el proyecto que queremos vender y cuáles tocamos mejor. Normalmente nos bastaría con tener dos o tres piezas grabadas, por lo que seleccionaremos cuatro de nuestro repertorio; así, siempre podremos elegir el mejor material y descartar las piezas que hayan quedado peor.

 

2. Estudia y ensaya las obras.

 

Tanto si vas a grabar en solitario, como si lo váis a hacer en conjunto, es fundamental estudiar muy bien las obras. Tienen que estar muy claros los arreglos, las partes de los temas, dónde entra cada uno, etc. Leer muy bien a primera vista no significa que se vaya a realizar una buena grabación (he grabado en ocasiones a solistas de orquestas sinfónicas y ponerse a temblar cuando les colocas los micrófonos).

Conocer bien las obras que se van a grabar te dará confianza en la sesión, ya que lo normal es tener un poco de nervios, (sobre todo si hemos alquilado un estudio y tenemos que ser eficaces). También se trata de tener respeto por el resto de compañeros del ensemble y hacer un buen trabajo entre todos. Que nadie diga que no te sabías tu parte.

 

3. Elige un lugar de grabación adecuado.

 

Más de una vez, un ensemble me ha contratado para una grabación, citándome en una iglesia. Aunque sea un lugar bonito para un concierto, no siempre es adecuado para una grabación: no se controlan los delays ni reverberaciones, se filtran ruidos urbanos (motocicletas, autobuses…), o el tiempo de grabación está limitado por el horario del sacristán, por ejemplo.

Yo prefiero grabar en entornos donde se pueda controlar casi 100% el sonido. En la actualidad disponemos de recursos digitales para imitar la sensación acústica de cualquier entorno: interior de un palacio, un castillo, una catedral… Por tanto, un estudio de grabación, un aula de una escuela de música o incluso un salón de una casa, pueden dar unos resultados más que satisfactorios. En la mezcla final podemos añadir efectos que nos hagan creer que se ha tocado la música dentro de un templo.

 

4. Grabar todos juntos o por separado?

 

Aunque seáis un ensemble y lógicamente tocáis juntos sobre el escenario, no significa que para una grabación tenga que hacerse necesariamente así. La técnica multipista es un recurso por el que cada instrumento se graba por separado, en diferentes sesiones. Permite rectificar y mejorar tomas de audio por separado que no nos gusten, por lo que cada músico podrá elegir qué parte de las sesiones realizadas le gusta más.

Otra ventaja es que podemos controlar mejor el sonido de cada instrumento en la grabación: si en el grupo hay un percusionista, es normal que su sonido “se cuele” por los micros del cantante, o de un instrumentista de cuerda, por ejemplo, si grabamos todos a la vez en una misma sala. Un recurso interesante es realizar un toma todos juntos, para tener una pista de referencia donde haya matices de tempo y la sensación de tocar en conjunto y luego, grabar cada uno su instrumento en pistas independientes, mezclando todo al final.

 

5. Haz caso al técnico

 

Tanto si vas a grabarte con un mp3 portátil como en un estudio, el técnico que maneje la grabación es posiblemente quién esté más cualificado para realizar con éxito el proceso. Aunque sepas mucho de Ars Nova, de Monteverdi o de Tomás Luis de Victoria, el técnico sabrá mucho también de frecuencias, hertzios, de qué micros usar y dónde colocarlos. No nos olvidemos que la grabación es un proceso tecnológico de nuestro tiempo. También es muy normal que el técnico de sonido sea también músico y que toque incluso mejor que nosotros. Sed prudentes con él y hacedles caso.

6. Sé profesional durante la grabación

 

Tu actitud durante una grabación es muy importante. Compórtate y mantente concentrado durante el trabajo que hay que realizar. Están muy bien las bromas y las risas, pero que no ocupen el tiempo fundamental del trabajo. He conocido a muchos músicos que ocultaban sus carencias a través de chistes y bromas innecesarias. Esto solo ralentiza el trabajo de una producción y va en detrimento del resultado final.

 

7. Afina los instrumentos

 

Aunque el tiempo apremie, es necesario parar muchas veces una grabación para comprobar que los instrumentos están perfectamente afinados. El problema de muchas grabaciones son esos desajustes de décimas entre algunos instrumentos que luego hay que solucionar añadiendo efectos de reverberación. Es una pena que una buena toma interpretativa esté desafinada con respecto a otro instrumento. Lo mismo con las voces: ¡el autotune es el último recurso!

 

8. Párate a escuchar lo que has grabado

 

Cuando estamos interpretando una pieza musical, muchas veces no somos realmente conscientes de cómo está sonando: ¿está bien el tempo? ¿está bien su intensidad? ¿está bien la ejecución? Cuando estemos en el estudio, es un buen ejercicio comenzar a grabar directamente desde las primeras tomas de sonido y ensayos. Estas muestras nos sirven para ver cómo estamos interpretando la música que queremos grabar y así corregir lo que consideremos oportuno cuando vayamos a grabar “en serio”.

 

9. Tómate un descanso

 

No hay que cansar ni al técnico ni a los compañeros. Es bueno tomarse descansos cada cierto tiempo. No olvidemos que trabajamos con nuestro propio cuerpo: las manos se cansan, los oídos se cansan, y la concentración puede disminuir. Después de intentar grabar algo que no nos sale es bueno parar e intentarlo después de un descanso. Suelen salir muy buenas tomas después de un buen reposo.

 

10. Respeta a tus compañeros de grabación

 

Más de una vez, en el estudio de grabación donde trabajaba, he visto salir llorando a algún músico porque el director de la grabación era demasiado exigente y no tenía paciencia. Esto no puede ocurrir. Trabajamos con personas y cada uno tiene su mundo interior y su forma de ser. Hay gente que resuelve y otras personas que necesitan más tiempo para sacar lo mejor de sí en un estudio de grabación. Hay que ser comprensivos y empáticos. No nos creamos los mejores, ni mejores que los demás y ayudemos a nuestros compañeros en todo momento. El éxito de una buena grabación consiste en que todas las personas implicadas se sientan agusto con el trabajo que están realizando y con su aportación al producto final.

 

Emilio Villalba 

El Códice de los Músicos

 

Hacía calor aquella tarde, incluso más de lo normal para ser finales de septiembre. Algunos de los trovadores que habían acudido a la corte de Alfonso, en Sevilla, viajando de norte a sur, trataban de refrescarse a la sombra de los jazmines, o cerca de los estanques y fuentes del Alcázar.

 

En el interior de uno de los salones, un pintor pedía a sus aprendices que se apresuraran en la preparación de los colores: ocres, bermellón, azul lapislázuli...  Pronto oscurecería y no podría ilustrar con precisión aquellos instrumentos que el rey había ordenado representar en su querida obra. Mientras tanto, el maestro trazaba los contornos de la silueta del músico, al que pidió que le mostrase el instrumento, pues quería pintar con máximo detalle las clavijas, los puentes, las cuerdas y todos los elementos que lo componían.

 

Una vez hubo terminado de contornear, el músico volvió a colocarse el instrumento sobre el regazo. Era un salterio, un arpa de caja de un dulce sonido. Comenzó a tocar algunas de las cantigas en las que había estado trabajando junto a los otros trovadores y junto al rey. La música resonaba por cada rincón de la sala iluminando de otra luz la penumbra de la tarde.

 

De los cuatro libros que se conservan de las Cantigas de Santa María, elaborados por la corte de Alfonso X, El Sabio, durante el s.XIII, uno de ellos es el llamado “Códice Príncipe” o “Códice de los Músicos”, y se conserva en la Biblioteca del Escorial (Madrid, España). En este libro, además de las cantigas, aparecen representados en ricas y detalladas miniaturas toda una colección de instrumentos musicales: violas, rabeles, gaitas, tamboriles, arpas, laúdes, citaras, axabebas…

 

También aparecen multitud de cítaras o psalterios, de diversas formas y tamaños. Este tipo de instrumentos debieron ser muy utilizados por la gran cantidad de veces que aparecen representados. Se les atribuían propiedades místicas a la música que se podía hacer con ellos, pues según tratados como el Protéptco, escrito por san Clemente de Alejandría, "Dios es una cítara, una flauta y un templo y la música crea la armonía del universo".

Miniaturas de músicos con instrumentos en el llamado "Códice de los Músicos", uno de los cuatro libros que se conservan de Las Cantigas de Santa María, s.XIII.
Miniaturas de músicos con instrumentos en el llamado "Códice de los Músicos", uno de los cuatro libros que se conservan de Las Cantigas de Santa María, s.XIII.

 

Me llama la atención especialmente uno de estos salterio, o arpa de caja: el que aparece en la cantiga número 290. En esta miniatura vemos un instrumento de grandes dimensiones, con forma de media ventana. Las cuerdas están anudadas a unos cordales en grupos de cuatro, para tensarse finalmente al otro extremo a las clavijas, situadas en el lateral curvo de la caja armónica.

 

Los salterios que vemos representados en las distintas fuentes iconográficas medievales, tanto en pintura como en escultura, nos muestran una gran variedad de formas: triangulares, cuadrados, trapezoidales… Esta representación en concreto es muy singular, tanto por la forma, los cordales y la postura en la que el músico lo sostiene. Si bien hay una gran variedad de formas de salterios, lo mismo ocurre con las opiniones y teorías acerca de este instrumento dibujado en el códice alfonsí.

 

Lo primero es saber su afinación, pues por su forma es difícil que se pueda encordar con cuerdas de tripa de la época, como un arpa, teniendo una escala de notas graves a agudas con distintos calibres. Es por ello que algunos estudiosos opinan que se afinaría por “acordes”. Si bien en la práctica es posible, es un tanto extraño que los músicos de las cantigas usaran un instrumento para hacer acordes en música modal.

 

Salterio de la cantiga nº 290. "Cantigas de Santa María, s.XIII.
Salterio de la cantiga nº 290. "Cantigas de Santa María, s.XIII.

 

Otra de las curiosidades es la pose del músico para tañer el instrumento: aparece mostrándolo al espectador, sujetándolo con la mano izquierda y pulsando las cuerdas con la derecha. Algunos músicos optan por recrear esta postura al tocar este instrumento en concreto. Sin embargo, además de ser una postura antinatural e incómoda, no es muy común a la hora de tañer un salterio, según el resto de modelos iconográficos conservados, donde el músico suele tenerlo apoyado en el regazo para usar las dos manos, o en vertical, como un arpa.

 

Como a mi me suele gustar pensar las cosas de otra manera, o darle vueltas a las cosas, creo que el músico no estaba tocando en el momento en el que el iluminador lo pintaba. Pienso que el modelo mostraba el instrumento para que se viera bien. Hay que recordar que la pintura medieval se caracteriza por una ley de la frontalidad, donde no hay perspectiva y se pintan los elementos de forma plana: cabezas de perfil, o de tres cuartos (en raras ocasiones de frente); torsos frontales, mientras que los pies aparecen de lado, o de tres cuartos, etc. Si el iluminador hubiera pintado el instrumento mientras que el músico lo tenían en el regazo, habría pintado una franja alargada de madera:

 

Interpretación libre de cómo podría haber pintado el iluminador el salterio desde una perspectiva completamente frontal.
Interpretación libre de cómo podría haber pintado el iluminador el salterio desde una perspectiva completamente frontal.

 

También creo que es posible que las proporciones no sean las correctas y que la curva fuera más pronunciada, con mayor diferencia de longitud vibrante entre las cuerdas graves y agudas, para así poder tener una escala diatónica como en un arpa. En otras miniaturas de libros alfonsíes vemos estos “errores” de proporciones, como en el arpa que aparece dibujada en una de las miniaturas del “Libro de los Juegos”.

 

"Libro de los Juegos", de la corte de Alfonso X. Jugadores de ajedrez con arpista.
"Libro de los Juegos", de la corte de Alfonso X. Jugadores de ajedrez con arpista.

 

¿Y por qué cuatro grupos de cuerdas agrupadas en cuatro? Posiblemente sea por necesidades de construcción: al estar anudadas a los cordales, es la única fórmula que podría haber pensado el constructor que hizo ese instrumento en concreto. Hay que recordar que en aquel momento no existe una industrialización, ni talleres reglados de instrumentos musicales y cada maestro los fabrica según sus conocimientos.

 

Salterio basado en la cantiga 290 de las Cantigas de Santa María. Detalle de los cordales. Luthier: Asier de Benito (Valencia)
Salterio basado en la cantiga 290 de las Cantigas de Santa María. Detalle de los cordales. Luthier: Asier de Benito (Valencia)

 

Por último, otra de las discusiones entre musicólogos, estudiosos, aficionados y entendidos es acerca de los materiales con los que se construían estos instrumentos. En este salterio en cuestión se usó pino abeto para la tapa armónica, nogal para el fondo y los aros, cuero para los cordales, pergamino para las decoraciones de las rosetas y ébano para las clavijas y puentes. El ébano, pese a opiniones contrarias de “expertos”, se conocía perfectamente durante la Edad Media y se usaba para trabajos de ebanistería (de ahí la palabra), fundamentalmente para muebles y obras de gran calidad, donde se necesitaba una madera de gran dureza. Las propiedades del ébano eran muy valoradas por los artesanos medievales. En Al Andalus se exportaba en embarcaciones que atravesaban el estrecho, provenientes del Sahara. "En estos cargamentos se traían desde esclavos, oro, seda, marfil, pieles y ébano, cruzando desde Siyilmasa" (actual Marruecos). Crónicas del andalusí Al Zuhri, s.XII.

 

...Y este instrumento suena así:

 


Ser músico y no morir en el intento

Las tardes de otoño cada vez eran más cortas y cuando el reloj de la plaza tocó la novena campanada apenas había mercaderes surcando las calles del burgo. Había llovido y varios niños huérfanos, que malvivían de lo que podían ganarse a base de pequeños hurtos en las tardes de mercado, lanzaban bolas de barro a un curioso condenado situado en un rincón de la plaza.

 

Encadenado a lo más alto de una pequeña torre, en un lateral de la plaza mayor, junto al ayuntamiento, un forastero desgreñado cantaba y tañía la viola. Custodiado por dos guardias, estaba obligado a tocar y cantar sin parar. Un vagabundo que pasaba por allí,  explicó a los niños que ése era el castigo por el delito de blasfemia, y por escribir letras de canciones criticando a la nobleza y a los poderosos del burgo.

 

Comenzó a llover de nuevo, y los niños y el vagabundo se cobijaron bajo los soportales de la plaza. El músico reo seguía cantando, con una voz cada vez más lánguida y rota, acompasada por el murmullo de las gotas de agua salpicando los tejados.

Durante la Edad Media y hasta bien entrado el s. XVIII, había que tener cierto cuidado con la música que se tocaba y cantaba. Músicos callejeros, como los juglares, interpretaban poemas musicales, llamados “sirventés”, cuya temática era en ocasiones una crítica sobre temas políticos, sociales, o burlas respecto a algún noble o personaje eclesiástico.

The Dutch Proverbs. Pieter Brueghel el Viejo 1559. Detalle
The Dutch Proverbs. Pieter Brueghel el Viejo 1559. Detalle

Se conocen algunas biografías de estos “polémicos” músicos, que denunciaban las injusticias de la sociedad que les tocó vivir a través de canciones y música, recitando de plaza en plaza y  de villa en villa, los males y problemas del mundo. Cercamón o Marcabrú, fueron dos de estos juglares. De condición humilde y de vidas itinerantes, viajaban de aquí para allá con sus polémicos y satíricos sirventés, composiciones ácidas, irónicas y críticas. En más de una ocasión tuvieron problemas con las autoridades, hasta el punto de perder la vida debido a las letras ofensivas de sus canciones.

Hacer “mala música” estaba penado por las autoridades del momento. “Mala música” significaba escribir textos y letras criticando o burlándose de los poderes públicos, de los reyes, de los nobles o del clero. Las penas podían variar según la gravedad de las palabras empleadas en las composiciones. Existían patíbulos, que consistían en una pequeña torre, donde el condenado estaba obligado a tocar música sin parar. Mientras permanecía allí, era objeto de todo tipo de burlas por parte del resto de ciudadanos: les tiraban coles podridas, les escupían, los insultaban y los humillaban. A veces, podían incluso sufrir amputaciones de orejas o manos, que eran clavadas en la torre, para que todo el mundo las viera.

 

Este tipo de castigos y vejaciones se extendieron por toda la Europa medieval. Incluso se extendió hasta los siglos XVII al XVIII: en Italia existió la Flauta del Alborotador, una especie de cepo que ataba al reo por el cuello y le apretaba las manos. Esta tortura era fundamentalmente una forma de exposición a la vergüenza pública y muy dolorosa.

Instrumento de tortura "Flauta del Alborotador". Museo de la Inquisición, Cantabria.
Instrumento de tortura "Flauta del Alborotador". Museo de la Inquisición, Cantabria.

Algunas veces, a los que trabajamos en la música nos preguntan “¿y te merece la pena?”. Mientras que no nos coloquen la Flauta del Alborotador, o no te corten una oreja o las manos…

 

 

Para Saber Más...

 

Marcabrú. Juglar francés del s.XII. De condición humilde, siempre componía sirventés satíricos, criticando la sociedad de su tiempo.

 

Cercamon. Juglar de la gascuña. Algunas biografías cuentan que le dieron muerte, pues "había hecho mucho mal con su música".

 

Sirventés. Poema musical desarrollado por juglares y trovadores durantes los ss. XII-XIII, caracterizado por textos satíricos.

 

 

Un Rey músico o un músico que era Rey

Miniatura del Libro de las Cantigas de Santa María. Se piensa que esta ilustración es un retrato de Alfonso X, tocando la viola en su trono.
Miniatura del Libro de las Cantigas de Santa María. Se piensa que esta ilustración es un retrato de Alfonso X, tocando la viola en su trono.

-¿Lo tienes, maese Ayras? ¿Has anotado todo? -preguntó el rey al clérigo que transcribía lo más rápido que podía, aquella melodía sobre el pergamino.

 

-Me temo que no del todo, mi señor, -respondió-. ¿Podéis pedir a vuestro músico que repita y con menos adornos y florituras? La escritura y los símbolos de la música no permite plasmar todo lo que sus dedos tañen sobre el instrumento.

 

El rey pidió a aquel músico que volviera a tocar esa melodía, mientras que, él mismo, canturreaba un poema, tratando de encajar cada palabra y cada verso entre aquellas notas:

 

Tanto quér Santa María

os que ama defender,

que non sofr’ en nulla guisa

leix-los escarnecer…

 

-¡Más despacio Yusuf! -inquirió el monarca al músico sevillano- ¿No os dáis cuenta de que no consigo cantar la melodía? ¿Acaso no os interesa saber lo que aconteció a unos infieles que se burlaban de un hombre que rezaba?

Yusuf era un músico de la corte de Alfonso. Lo había conocido en Sevilla. Decían de él que conocía un sinfín de zéjeles y melodías antiguas y que era un maestro tañendo la vihuela de péñola. Al monarca le gustaba su compañía, pues conversaban muchas veces acerca de los reyes antiguos de Al Andalus. Yusuf le hablaba al Rey Sabio historias sobre Alhakem, califa de Córdoba y amante de los libros. De cómo leía con mimo y atención todos los de su biblioteca, haciendo anotaciones sobre lo que aprendía. De cómo sabía también arreglar instrumentos, pues una vez consiguió mejorar el sonido de la flauta de uno de sus músicos de palacio.

 

Historias también sobre Almutamid, rey poeta de Sevilla. Muchas noches, el rey sabio había paseado por los antiguos restos que seguían en pie del viejo Alcázar de Almutamid, destruido por los Almohades, tratando de empaparse de inspiración poética. Sí, Alfonso deseaba parecerse a aquellos viejos reyes sabios y poetas.

 

Ayras Nunes sacó al rey de su ensoñación meditabunda:

 

-¡Ya está! Aquí tenéis toda la música escrita mi señor. Ahora resta poner el texto…

Músicos en las Cantigas. De izquierda a derecha, tañedor de laúd y de rabel.
Músicos en las Cantigas. De izquierda a derecha, tañedor de laúd y de rabel.

Segunda mitad del s.XIII. Alfonso X, hijo de Fernando III, se encuentra con un reino sumergido en constantes problemas: mudéjares que abandonan las tierras conquistadas por castellanos, hijos disconformes con las herencias otorgadas, guerras y descrédito por parte de la nobleza. El rey sabio sólo se siente feliz rodeado de traductores, músicos y poetas.

 

Desde su juventud ya había iniciado el camino del conocimiento y la producción literaria, traduciendo al castellano un cuento procedente de oriente, Calila y Dimna. Otros volúmenes serían las Tablas Alfonsíes, El Libro de Astronomía, o La General Estoria (entre otros), pero sin duda, su obra más universal sería El Libro de las Cantigas de Santa María.

 

Alrededor de 420 cantigas componen esta magna producción, que trata sobre milagros de la Virgen Sta. María, musicalizados al estilo del zéjel andalusí y transcritos en notación mensural. En algunas de sus páginas se añadieron miniaturas que ilustran con viñetas representaciones figurativas de los relatos. Incluso también, una amplia variedad de instrumentos, con los que posiblemente interpretaron estas canciones.

Ilustración en las Cantigas. Músicos y escribas, con el rey dirigiendo en el centro. A la izquierda, músicos con violas. A la derecha, músicos con cítolas.
Ilustración en las Cantigas. Músicos y escribas, con el rey dirigiendo en el centro. A la izquierda, músicos con violas. A la derecha, músicos con cítolas.

El rey se ayudó de toda una corte de intelectuales, asesores, músicos, escribas, pintores y poetas, que recopilaban las leyendas y las músicas tradicionales que se conocían en el reino, si bien, es muy posible que se compusieran una gran cantidad de cantigas nuevas. El propio rey gozó de inspiración propia para escribir alguna que otra música, tal y como rezan estas anotaciones en su obra:

 

Quero seer oy mais seu trobador, (...)  ca per el quer eu mostrar

dos miragres que ela fez

 

“Estaba loco y leproso”, dijo su hijo, Sancho IV, cuando accedió a los aposentos privados de su padre Alfonso, que había fallecido hacía unos días en Sevilla. Cogió entre sus manos una viola que descansaba sobre el frío lecho del difunto. No consiguió arrancarle ni una sola nota. No comprendía cómo a un monarca podían haberle interesado tanto esos pasatiempos de juglares y poetas.

Libro de las Cantigas. A la izquierda, textos preparados para escribir la notación musical. A la derecha, ilustraciones para narrar la historia.
Libro de las Cantigas. A la izquierda, textos preparados para escribir la notación musical. A la derecha, ilustraciones para narrar la historia.

Quizá la música fuera ya el único consuelo que le quedara al rey sabio, aquejado de fuertes dolores de mandíbula, pues el cáncer le había ganado su última batalla. No quería saber nada de reinos, ni de nobles, ni de tierras. El 4 de abril de 1284 moría en Sevilla. Había muerto un rey que era músico, o un músico que le había tocado ser rey…

 

Cantiga "Tanto Quér Saanta María, del libro de las Cantigas. Alfonso X, s.XIII. Emilio Villalba: vihuela de péñola. Sara Marina: riq.

Para saber más..

 

Libro de Las Cantigas de Santa María, de la corte de Alfonso X El Sabio.

 

Notación mensural. Sistema de notación extendida y desarrollada en la Europa del s.XIII, que permitía escribir melodías con ritmos complejos, en cuanto a la duración y altura de cada nota.

 

Ayras Nunes. Clérigo y trovador galaico que trabajó, junto con otros trovadores, en el libro de las Cantigas.

 

Cantiga "Tanto quer Santa María", (Cantiga nª 286). Cuenta como la Virgen hace que caiga un portón sobre unos judíos que se reían de un hombre que rezaba.

 

Yusuf. Aparece este nombre como músico andalusí contratado en las bodas de Sancho IV.

 

Zéjel. Composición poética y musical desarrollada en Al Andalus con estructura de copla - estribillo - copla - estribillo. Las cantigas se basan en esta forma músico-poética, incorporando y transformando muchas de esas canciones tradicionales andalusíes.

 

Vihuela de péñola. Guitarra medieval que se tocaba con una péñola o púa.

 

Alhakem II. Califa de Córdoba, hijo de Abderraman III. Es famoso por su interés en el arte, la literatura y las ciencias. En el libro El Conde Lucanor, aparece un relato en el que se cuenta cómo arregló un albogón (flauta medieval) para que sonara mejor.

 

Almutamid. Rey poeta de Sevilla, en el periodo de reinos de taifas. Su Alcázar fue destruido por la invasión almohade. Cuando Alfonso X se instala en Sevilla, reconstruye parte de este viejo palacio en estilo gótico.

 

Alfonso X El Sabio. Reina en los territorios de castilla durante el s.XIII. En los últimos días de su vida, se dijo de él que estaba loco y con lepra, pues se había encerrado en sus aposentos y no recibía a nadie. Estudios recientes plantean la hipótesis de que sufriera un cáncer de mandíbula que le provocaba terribles dolores y le deformaría el rostro.


Un laúd roto

Ocurrió una tarde de verano en Sevilla. Eran las siete en punto en una ciudad desierta de transeúntes, cuyo silencio solo se rompía con la voz rota de algún turista despistado, que sin saber la realidad de los “40 grados a la sombra”, se paseaba, casi arrastrándose, por el Barrio de Santa Cruz susurrando “Oh my God!”...

 

Por fin nos abren la puerta trasera de los Alcázares y puedo disfrutar de unos segundos de sensación de frescor, traspasando los patios interiores, galerías y jardines, hasta llegar a la zona del escenario. Allí, el sol sigue mandando, como si hambriento quisiera tostar todo lo que aún está a su alcance y tuviera antojo por devorarnos asfixiados y sudorosos.

 

Comienzan las pruebas de sonido. Con tranquilidad voy afinando una a una las clavijas de mi viejo laúd cuando, de repente, un crujido seco hace estremecerse a todo el instrumento. El clavijero se había rajado en su unión con el mástil. Me acababa de quedar sin instrumento a dos horas antes de empezar el concierto. Yo también suspiré… “Oh my God”...

 

El resto de compañeros de grupo continuaban las pruebas de sonido.

Con cierta calma, más bien por el atontamiento del calor que por otra cosa, reviso la parte dañada: el clavijero de un laúd se une al mástil del instrumento a través de un hueco en forma de cuña, donde suele encajar perfectamente. En el mío, el clavijero, al tener casi rota esa unión, estaba a punto de salirse.

 

Mientras pensaba qué podía hacer bebía agua de mi botellita, aflojando con cuidado y mimo las clavijas del instrumento, rebajando la tensión. A la desesperada se me ocurre una idea disparatada: echar agua a la madera, en ese pequeño hueco en cuña, para que se hinche y la unión quede más justa. Cojo la botella y comienzo a humedecer esa zona. Presiono el clavijero y tenso nuevamente el instrumento… ¡Aguanta!

Plano y alzado de un laúd
Plano y alzado de un laúd

Y vaya que si aguantó. No recuerdo realmente qué tal fue mi interpretación en aquel concierto, que se me hizo interminable, más preocupado por que el instrumento aguantase, que por la música que podía sacar de él.

 

Lo que sí sé, es que por mucho que hayas estudiado el repertorio de un concierto, por mucho que hayas soñado con lo bonito del escenario, con el momento del espectáculo, nunca puedes imaginar qué te va a suceder justo antes de hacer música. Desde luego, el momento de la rotura del instrumento, ¡eso sí que fue un espectáculo! Sobre todo, la carita que yo tendría en ese momento… Oh my God!

Y mientras sigo recordando historias, os propongo esta improvisación a laúd solo. Esta vez, con uno nuevo :-)


música desde las cenizas

Capitel de los músicos de Córdoba, en el Museo Arqueológico de Córdoba
Capitel de los músicos de Córdoba, en el Museo Arqueológico de Córdoba

-¡Quemadlos todos!

-Pero mi señor Almansur, aquí hay obras que no creo que ofendan a nadie: hay libros de medicina, botánica… música…

-¿Acaso no me habéis oído? He dicho que los queméis todos. ¡Y a tí también te quemaremos si no obedeces de inmediato!

 

A finales del siglo X la biblioteca de Medinat al Zahara, en Córdoba, es destruida y saqueada. Los casi 400 mil volúmenes de ciencia, astrología, música, medicina, se reducen a cenizas. El trabajo de traductores, copistas e iluminadores es pasto de las llamas y de la furia de los imanes de Córdoba, que consideran peligrosos y heréticas esas obras.

 

Una de las obras perdidas para siempre fue la primera copia de “El Libro de las Canciones”, el denominado Kitab Al-Agani. Se trataba de un libro adquirido por el califa Al-Hakam II, por 1000 monedas de oro. Un libro donde se habían recopilado los poemas y músicas de poetas y cantores.

Por desgracia, no sería la última vez que los cielos de nuestras ciudades se cubrieran de humo y olvido con la hoguera de la intolerancia. En la Granada de 1502, el Cardenal Cisneros formaría una pira funeraria con 5000 libros en la plaza Bib-Rambla, sacados de la Madraza, por orden de los Reyes Católicos. Juan de Vallejo lo describe en su crónica: “(...) Miles de libros del Corán y otras ciencias fueron quemados en una plaza pública de Granada a la vista de todo el mundo". "Las bibliotecas y los archivos del reino nazarí fueron quemados. Una vez destruida su memoria escrita, sólo les quedaba la transmisión oral para conservar su identidad histórica…".

Carta de los Reyes Católicos sobre la quema de libros en 1502.
Carta de los Reyes Católicos sobre la quema de libros en 1502.

Siempre ha sido más fácil destruir que crear.

 

Avanza el otoño y estamos terminando nuestro próximo trabajo discográfico dedicado a la Música de Al Ándalus. El hecho de no disponer, todavía hoy, en la actualidad, de ninguna partitura original de Al Andalus, es todo un reto para el investigador, recreador, intérprete, llámenlo como prefieran, de las músicas que se crearon en Al Andalus.

 

Y digo “músicas”, porque 700 u 800 años dieron para mucho. Tendemos a reconocer como estilo andalusí una pequeña parte de lo que pudo haber sido la música que se ha conservado a través de la tradición oral en los países de acogida de los exiliados, moriscos, judíos o cristianos herejes. Aunque personalmente, a mi nunca me gustó etiquetar a las personas por sus credos.

Kitab Al-Agani, o Libro de las Canciones
Kitab Al-Agani, o Libro de las Canciones

700-800 años de música equivalen a una evolución artística enorme, llena de influencias, de avances estéticos, estilísticos. La música que se compuso y cultivó en Al Andalus, lógicamente tuvo que evolucionar: no sonarían igual las canciones que disfrutaba Al-Hakem en su preciado libro, que las que pudo escuchar Boabdil en la Granada del s.XV. Basta con pasearse por los restos de Medina Azahara y compararlos con los Palacios nazaríes de la Alhambra, para ver cómo hay una evolución, un refinamiento, una superación del artista por crear un arte perfecto.

 

Queda pues mucho por investigar, por rebuscar en las crónicas, detectar en la música de los siglos posteriores el sustrato que dejó la impronta del artista andalusí, de las composiciones de aquellos músicos que siguieron interpretando música “a la mahometana”. De aquellos músicos que cambiarían su nombre en árabe, para llamarse Fernando, Manuel, Alonso…, en una conversión forzosa para conservar su vida, su trabajo, pero no su memoria, que se disiparía como las cenizas de sus libros quemados.

 Ilustraciones de Christoph Weiditz. Este pintor alemán reflejó los vestidos y costumbres de los moriscos en su viaje por España (1529)
Ilustraciones de Christoph Weiditz. Este pintor alemán reflejó los vestidos y costumbres de los moriscos en su viaje por España (1529)

En recuerdo de la memoria de estos artistas, antepasados nuestros, quién sabe si quizá parientes, sigo afanado hoy, en esta mañana de otoño, terminando los ajustes, sonidos y detalles del disco, que espero sea el comienzo de una senda interesante y aventurera. Por cierto, y hablando de aventura: en 2003 se hallaron en Cútar, un pueblo de la sierra de Málaga, durante unas obras de remodelación en una vieja casa, tres libros en árabe: un Corán y dos libros de cuentas.

 

Estoy pensando ahora si dejar por un momento de trabajar en el disco, y ponerme a taladrar paredes en casas abandonadas, a ver si me encuentro algo interesante. ¿Quedarán aún tesoros por descubrir? Segurísimo que sí.

Dejad de prender fuego a pergaminos y papeles,

y mostrad vuestra ciencia para que se vea quién es el que sabe.

Y es que aunque queméis el papel

nunca quemaréis lo que contiene,

puesto que en mi interior lo llevo,

viaja siempre conmigo cuando cabalgo,

conmigo duerme cuando descanso,

y en mi tumba será enterrado luego.

 

Ibn Hazm. En Sevilla, s.XI. Poema que escribió sobre la quema pública de sus obras.

Para Saber Más

 

Biblioteca de Al-Hakam II

Durante el s.X, el califa cordobés Al-Hakam II, patrocinó la colección de libros más importante de occidente: 400 mil volúmenes de todos los saberes, ciencias y artes del momento. La biblioteca se encontraba en  Medina Azahara, a las afueras de Córdoba. La biblioteca fue arrasada a su muerte, por orden de Almansur, para conseguir el apoyo de los religiosos de Córdoba. Tan solo se conserva un solo libro en la Biblioteca de Fez, en Marruecos. Es lógico que algunos libros se salvaran o fueran escondidos o robados antes de la quema.

Se sabe que este ejemplar pertenecía a esta biblioteca porque Al-Hakam hacía anotaciones en cada uno de sus libros.

 

Al-Hakam II

Segundo califa de la Córdoba del s.X. Hijo de Abderraman III

 

Almansur.

Abu ‘Amir Muhammad ben Abi ‘Amir al-Ma’afirí, llamado en al-Ándalus al-Manṣūr billah. Fue un caudillo militar que se hizo con el poder, tras la muerte de Al-Hakam. La endeblez del sucesor al califato, provocó que Almansur, o Almanzor tomara el poder y el gobierno de Al Andalus.

 

Boabdil.

Último rey de Granada. Entregó la ciudad a los Reyes Católicos en 1492.

 

Quema de libros de 1502

Real Carta de los reyes Católicos. Granada, 12 de octubre de 1502.

(...) Por lo cual os mandamos (...) traigan ante vos las dichas nuestras justicias todos los libros que en nuestra jurisdicción estuvieren, sin que ninguno quede del alcorán ni de la secta mohometana, y los hagáis quemar públicamente. Y mandamos a cualesquiera personas en cuyo poder estuviesen dichos libros, o de ellos supieren cualquier manera (...) entreguen dichos libros (...) so pena de aquel que tuviere y lo encubriere muera por ello y pierda todos sus bienes.

Las autoridades castellanas, al desconocer la lengua árabe, quemaron todos los libros, ya fueran el Corán, o fueran de poesía, de recetas gastronómicas, medicina…


Crear música desde la oscuridad

-¿Y cómo puedes saber las notas que estás tocando? -preguntó uno de los chiquillos al niño ciego. Todos los alumnos de canto rodeaban con curiosidad al nuevo miembro del coro. El maestro de capilla le había conseguido un organetto; un pequeño órgano portátil. Mientras miraba a sus compañeros con aquellos ojos de un celeste angelical, arrancaba dulces melodías improvisadas con aquel instrumento, que embobaba a todos sus compañeros.

 

-Las siento. No necesito verlas. Es igual que hablar: ¿Tú necesitas ver las palabras cuando las pronuncias? -respondió el niño ciego. Balanceaba suavemente su cuerpo hacia adelante y hacia atrás, tratando de reconocer el espacio que le rodeaba, aturdido quizá por tantos espectadores que le escuchaban con curiosidad.

 

-La música es como las palabras -prosiguió hablando- Si pronuncias “miedo” te sientes inquieto, si pronuncias “amor” sientes felicidad, si pronuncias “pan” te imaginas una rica y crujiente hogaza… - todos rieron. -Lo mismo ocurre con la música y sus melodías. Sólo tienes que pensar con el corazón y dejar que exprese un sentimiento: amor, alegría, tristeza…

La música volvía a fluir desde sus frágiles y pequeños dedos, cicatrizados por las heridas de su reciente enfermedad, improvisando melodías que hacían sentir esos mismos sentimientos: amor, alegría y tristeza. Cuando terminó de tocar, todos los chiquillos habían quedado en silencio. Las palmadas de uno de los monjes del monasterio, el maestro de música llamándolos para entrar en clase, rompió la mágica escena.

 

-¡Vamos!, ¡Entrad! y ayudad a Landino. Llevadle el organetto a clase. Sigue aún débil.

 

Dos chiquillos le llevaron el instrumento y otros dos le ofrecieron el brazo al niño ciego, pues su reciente ceguera le impedía moverse sin miedo a tropezar.

Partitura original de la balatta "Ecco la Primavera", compuesto por Francesco Landini
Partitura original de la balatta "Ecco la Primavera", compuesto por Francesco Landini

Francesco Landini (o Landino, como aparece identificado en algunas referencias de la época) había quedado ciego en su infancia por culpa de la viruela. Nacido en el seno de una familia de Humanistas de la Italia del Trecento (su padre fue pintor de la escuela de Giotto) recibió una educación artística y estudiaría música, poesía y astrología.

 

Landini se convirtió en un gran organista, reconocido en toda Italia y en diversas ciudades europeas. Y no sólo se le admiraba por su destreza musical, sino que además era un gran intelectual y un “hombre del Renacimiento”: a pesar de su ceguera, construía instrumentos musicales y fue fundamental su asesoramiento en la construcción de órganos para iglesias en Florencia.

Landini tocando el organetto. Miniatura en el Codex Squarcialupi. S.XV
Landini tocando el organetto. Miniatura en el Codex Squarcialupi. S.XV

Landini fue el músico más importante del trecento italiano, estilo también conocido como ars nova italiano.  Compuso multitud de “Ballades” para dos y tres voces y numerosos madrigales, cuyas partituras han sobrevivido al paso del tiempo. Hay que decir que buena parte de la obra de Landini se ha perdido. Aún así, sus composiciones representan la cuarta parte de las obras italianas del siglo XIV que han llegado hasta nosotros. Además, su estilo influyó notablemente en otros compositores de su época, que escribieron música en la denominada “cadencia Landini”.

 

Pensemos en el talento que debió tener Francesco: si los que nos dedicamos a la música, al componer una partitura ya nos resulta complejo y difícil el hecho de ir escribiendo las distintas voces, ¿cómo lo haría Francesco imaginando las voces y expresándolas de memoria con la ayuda de alguien que las pasara a papel? Lo que está claro, es que la viruela no afectó en absoluto a su enorme talento.

Tumba de Francesco Landini, donde se le representa con las cuencas de los ojos vacía, simbolizando su ceguera y con el organetto en sus brazos. Iglesia de San Lorenzo . Florencia. Italia.
Tumba de Francesco Landini, donde se le representa con las cuencas de los ojos vacía, simbolizando su ceguera y con el organetto en sus brazos. Iglesia de San Lorenzo . Florencia. Italia.

Para Saber Más

 

Sobre Francesco Landini: Biografía

 

Organetto: órgano de tubos de pequeñas dimensiones, portátil. Se insufla aire a los tubos mediante un fuelle que se acciona con la mano izquierda. En otros modelos, un ayudante podía trabajar accionando los fuelles, teniendo el intérprete las dos manos disponibles para tocar el teclado.

 

Sobre la educación musical en edad infantil en la Edad Media. Con el desarrollo de las Universidades durante los ss XII y XIII, el acceso a la formación académica se extiende por toda Europa: entre las clases medias y superiores, se generaliza la escolarización de los niños, entre los 8 y los 14 años. En este contexto, una actividad complementaria era asistir, tras la misa matinal, “a la escuela de música, a fin de bien servir la misa cantada” (Ramón Llull, s.XIII)

 

Viruela. Terrible enfermedad muy temida hasta tiempos recientes. Provocaba mucha mortalidad infantil durante la Edad Media, al no existir ningún tratamiento. Además de las cicatrices en la piel que marcaban a los enfermos que lograban superar la enfermedad, provocaba ceguera, entre otras lesiones irreversibles.

 

Trecento: es una forma de denominar al siglo XIV (años mil trescientos) en la historia de Italia. Se utiliza particularmente para designar al periodo del arte medieval de Italia que corresponde a esa época.

 

Humanista: El “Humanismo” es un movimiento cultural y filosófico característico del Renacimiento.


el trovador que cantaba con los pájaros

-De los ángeles, tienen las damas la belleza- comentó él mirándola a los ojos.

 

La chiquilla se sonrojó y dedicó una amplia sonrisa para aquel joven mendigo, aquel que le había dedicado estas palabras tan dulces, cuando ella tan solo le ofreció un trozo de pan. La plaza del mercado estaba tranquila aquella mañana y la joven se había acercado a un soportal donde un músico ambulante cantaba con su música la historia de dos amantes que se abrazaban bajo un árbol.

 

 

El corrillo de personas que se había formado alrededor del músico se fue dispersando cuando éste hubo terminado la canción y ella se despidió con un tímido gesto. Volvió a sonreír al ver cómo aquel músico comenzaba a sacar migajas del pan y a esparcirlas por el suelo, donde toda una familia de gorriones acudían para alimentarse.

 

 

Walther von der Vogelweide, cuyo nombre significa “el que da de comer a los pájaros” vivió aproximadamente entre los años 1170 y 1230. De espíritu libre, buena parte de su vida la dedicó a viajar y cantar por las calles en Francia, Italia y Alemania. Fue uno de los más grandes e inspirados minnesinger (trovador) europeos: tan pronto cantaba al amor sutil y delicado, como al amor “burgués o aldeano”, con textos ciertamente picantes.

 

Fragmento con poemas de Walter von der Vogelweide, en el Codex Manesse.
Fragmento con poemas de Walter von der Vogelweide, en el Codex Manesse.

 Decidió asentar su carácter en Alemania, donde fue protegido por el emperador Federico II, nieto de Federico Barbaroja, viviendo hasta el final de sus días en su corte. Fue enterrado en el claustro de la catedral de Wurzburgo.

 

 

Según cuenta una vieja leyenda, pidió que se siguiera dando de comer sobre su lápida a los pájaros que vivían en el claustro. En la actualidad, entusiastas y visitantes siguen cumpliendo con el último deseo de este romántico trovador medieval, llevando comida para los pájaros y flores sobre su tumba.

Tumba de Vogelweide, en el claustro de la catedral de Wurzburgo.
Tumba de Vogelweide, en el claustro de la catedral de Wurzburgo.
Miniatura del Codex Manesse representando a Vogelweide. En su escudo de armas aparece un pájaro enjaulado.
Miniatura del Codex Manesse representando a Vogelweide. En su escudo de armas aparece un pájaro enjaulado.

Fragmento donde aparece un pago del obispo Wolfger de Erla para Walther, una vez contratados sus servicios como trovador:

"Para Walther el cantor de Vogelweide, cinco chelines para una pelliza".

Para saber más: 

 

Minnesinger: Es el nombre con que se designa a los trovadores germanos. 

 

Codex Manesse: Buena parte de la obra de Walther von der Vogelweide está recogida en el Codex Manesse, un célebre manuscrito que recopila poemas y canciones de trovadores centroeuropeos. Se le representa pintado con semblante melancólico, componiendo poesía en un largo folio. En su escudo, aparecen representados pájaros enjaulados. Actualmente, este maravilloso códice puede consultarse en la biblioteca de Heidelberg, al sur de Alemania.

 

Ver el Codex Manesse digitalizado. Click aquí 

 


el médico que quiso curar con música

Retrato de personaje anónimo. El compás en la mano y el instrumento pueden indicar que se trate de un constructor de instrumentos musicales.
Retrato de personaje anónimo. El compás en la mano y el instrumento pueden indicar que se trate de un constructor de instrumentos musicales.

“¡Apresuraos! el duque está enfermo.”

Mientras terminaba de vestirse, Henri, de mala gana, se afanaba por guardar en su maleta el instrumental médico, ungüentos y medicinas varias. Probablemente, tan solo se trataba de otra indigestión más de su alteza, por lo que se sentía profundamente ofuscado.

 

Y es que siempre requerían sus servicios cuando estaba concentrado en su taller, inmerso en la talla de un clavijero, o cepillando una tapa armónica, o realizando precisos cálculos y escribiendo y dibujando planos de un nuevo instrumento musical…

 

Henri Arnaut de Zwolle era el Magister Medicus de esta localidad al norte de los Países Bajos a mediados del s.XV. Fue médico, astrónomo, astrólogo, inventor y organista en la corte de Felipe el Bueno. Mucho antes que Leonardo de Vinci, Henri ya dejaba plasmados en papel sus inquietudes como inventor: una escalera plegable, instrucciones para tallar el cristal de roca…

 

Su tratado más célebre es el Speculum Musicae, que contiene instrucciones sobre la construcción de instrumentos musicales: un laúd, un órgano y los planos más antiguos de instrumentos de tecla: un clavicordio y un clavisimbalum.

Aparecen descripciones muy detalladas sobre el teclado y la acción de este sobre las cuerdas, longitudes, medidas, proporciones, etc. Un trabajo fundamental que se sigue utilizando, más de 500 años después, para construir estos instrumentos de tecla.


No se sabe mucho sobre sus métodos médicos, pero seguramente serían al puro estilo de su época medieval, donde la sanación se basaba en equilibrar los cuatro humores del cuerpo. Y con una suerte de terapia que mezclaba la elaboración de medicinas con hierbas, la lectura de los astros y algo de musicoterapia aprendida en tratados andalusíes y orientales.

Para Henri Arnaut, la mejor medicina fue sin duda la música.

Clavicordio según el plano de Henri Arnaut de Zwolle. Construido por Pedro Ferreira (Portugal) www.rumor.pt
Clavicordio según el plano de Henri Arnaut de Zwolle. Construido por Pedro Ferreira (Portugal) www.rumor.pt

Lástima que su talento como músico e inventor fuese superior al de sus conocimientos médicos. En 1466 se contagió de la peste, muriendo en pocos días. Ni la musicoterapia, ni la astrología podían hacer frente a tamaña enfermedad.

 

Al menos nos quedan sus planos de instrumentos. Música para curar el alma.

Plano de Henri Arnaut para la construcción de un Clavisimbalum. Hacia el año 1440.
Plano de Henri Arnaut para la construcción de un Clavisimbalum. Hacia el año 1440.

Para Saber Más:


Felipe el Bueno, duque de Borgoña. Gran mecenas de las artes, gozó de gran popularidad entre la nobleza de la época por sus fiestas, excentricidades y torneos que organizaba.


Cuatro humores del cuerpo: desde la antigüedad y durante la Edad Media, se pensaba que la salud física estaba comprometida por el equilibrio de los cuatro humores que habitan el organismo: bilis negra, bilis amarilla, la sangre y la flema. Esta creencia existió entre los médicos hasta la aparición de la medicina moderna a mediados del XIX.


Clavicordio: instrumento de tecla. Es una evolución del monocordio, donde todas las teclas funcionan como palancas que golpean una cuerda transversal, resultando distintas notas según a la altura que golpee cada tecla.


Clavisimbalum: instrumento de tecla. Su evolución respecto al clavicordio es que cada tecla tiene asignada una cuerda propia. Las teclas impulsan un martinete que lleva un plectro que pellizca la cuerda.

Taller de Rafael Marijuán, constructor de este clavisimbalum.  www.clavesmarijuan.com
Taller de Rafael Marijuán, constructor de este clavisimbalum. www.clavesmarijuan.com

la campana de las ánimas

Ahora que llega el Día de los Difuntos, o Halloween, según lo que ustedes celebren, me gustaría contar una curiosa historia que nos ocurrió a Sara y a mí, hace dos años por estas mismas fechas. Les cuento.


Todo comienza con un viaje a finales de junio, visitando La Alberca, un precioso pueblo donde parece que el tiempo se haya detenido, situado en la Sierra de Francia, en Salamanca. Paseando por sus viejas y ajadas callejuelas, entramos en una tienda de antigüedades.


Como yo siempre ando buscando instrumentos viejos o del folklore, me topé con una campanita de bronce que sonaba bastante bien, por lo que nos decidimos a comprarla.


Pasó el verano y llegó el otoño. Nos habían contratado para un concierto que coincidía con la noche de difuntos. Era en una pequeña ermita en Lagoa, un pequeño pueblo del Algarve portugués.


Preparando el concierto nos dijimos: “al ser la noche de difuntos, podríamos empezar interpretando una Danza Macabra y explicamos que era un género artístico medieval muy apropiado en estas fechas”.


Y así fue. Preparamos una pequeña introducción donde tocando la famosa campanita de bronce, -comprada meses antes-, empezamos el concierto, interpretando algunas “danzas macabras” o “danzas de la muerte”.

Concierto en Lagoa. Introducción de una "Danza Macabra".
Concierto en Lagoa. Introducción de una "Danza Macabra".

Toda esta historia no tendría nada de especial si no fuera porque a los pocos días, al llegar a casa, escuchábamos un famoso programa de radio, donde hablaban de la “noche de difuntos” y las viejas costumbres que se siguen realizando en algunos pueblos de España. Entonces, sonó el nombre de un pueblo: La Alberca. Y de un objeto especial: la “Campana de las Ánimas”. Resulta que las ancianas de este viejo lugar, pasean durante la noche de difuntos por las oscuras calles, tocando unas campanitas de bronce para despertar a las ánimas.

"Moza de Ánimas", en la noche de los difuntos, en La Alaberca. Fuente: http://jmnavia.blogspot.com.es
"Moza de Ánimas", en la noche de los difuntos, en La Alaberca. Fuente: http://jmnavia.blogspot.com.es

Y nosotros, sin saber esta tradición, habíamos hecho lo mismo: habíamos adquirido una campana que sonaría en la noche de difuntos, para interpretar una danza de la muerte. ¿Casualidades? Al menos es algo curioso que nos gusta contar de vez en cuando y especialmente, en fechas como las de estos días.


Por cierto, aquel día en la iglesia, durante el concierto, no se nos apareció ningún ánima en pena. Lo que no sabemos es si en la distancia, en la Alberca, algún espíritu la escucharía y se pasearía por sus viejas calles, hasta el alba. Por si acaso, como esta vez no tenemos concierto, vamos a dejarla quietecita… ¿O la tocamos a media noche? mmm… Me pica la curiosidad…

"Danzas de la Muerte". Fragmento del Totentanz, conservado en la biblioteca de Heidelberg, (Alemania).
"Danzas de la Muerte". Fragmento del Totentanz, conservado en la biblioteca de Heidelberg, (Alemania).

Anexo: Las Danzas Macabras o Danzas de la Muerte

 

La representación artística de la Muerte surgió a finales del siglo XIV, como alegoría de la debilidad de nuestras vidas frente a la Parca, tras una serie de brotes de epidemias, conocidas como la Peste Negra, que diezmaron masivamente la población europea. Es en ese tiempo cuando surgen las Danzas Macabras o Danzas de la Muerte, un género artístico cultivado por poetas, pintores y músicos, donde el tema principal es la muerte. La Muerte la representan como esqueletos que bailan y nos invitan a entrar en sus tumbas. Están representados todos los personajes y oficios, ya que la muerte nos iguala a todos: ricos y pobres.

 

Uno de estos libros que podéis ver online es el Totentanz de Heidelberg (Alemania)


dolor de cabeza y tener que ensayar

En la ilustración aparece dibujado la mandrágora, una planta cuya raíz tiene forma humana y emitía un grito al ser arrancada. Se le atribuyen muchas propiedades curativas.
Fragmento del "Dioscórides", tratado de medicina. En la ilustración aparecen dibujadas las mandrágoras

Uno de los fastidios principales cuando trabajamos es estar algo enfermos, ¿verdad? Y cuando se trata de dolor de cabeza o un poco de gripe, si tienes que ensayar y tocar música, se convierte en algo infernal: malestar, el sonido del instrumento te parece un taladro, tos, el moquillo resbalando…

 

Y es que esta semana, Sara y yo hemos estado algo febriles, con la llegada del otoño. Precisamente trabajando sobre autores célebres de Al Andalus nos viene a la memoria el médico andalusí Hasday Ibn Shaprut.

 

Qué bien nos habría venido que nos curase. Hasday trajo desde Bizancio el Dioscórides, el libro de medicina más famoso e importante de la antigüedad, donde se condensaba todo el saber curativo de los tiempos, usando plantas medicinales y fórmulas para tratar mordeduras y picaduras venenosas.

 

Se cuenta que Abderraman III, califa de la Córdoba del s.X lo nombró médico personal, tras curarlo de la mordedura de una cobra, percance que había sufrido en una cacería por Sierra Morena. Cuentan también, que desde entonces se usa como símbolo de la ciencia de la  farmacia, el dibujo de una serpiente enroscada en una copa.

La vida de Hasday debió ser un no parar de aventura en aventura. Diplomático de embajadas, mecenas de las ciencias y las artes, y traductor de decenas de libros. Os invitamos a conocer y descubrir su vida y su obra. Ya se nos ha pasado un poco el resfriado otoñal. A lo mejor Hasday, nos ha echado una mano, donde quiera que esté, ¿quién sabe?

Remedios naturales para el dolor de cabeza:

 

El té de hierba de limón posee varias aplicaciones medicinales y una de ellas es que nos ayuda a aliviar el dolor de cabeza. Simplemente prepara una infusión con una cucharadita de este té por taza.

 

Infusión de Manzanilla: 3 cucharadas de manzanilla seca por 500 ml de agua. Deja reposar 15 minutos, cuela añade una cucharadita de jugo de limón y bebe durante el día.

 

Aceite de oliva: dos cucharaditas de aceite de oliva podría ser suficiente para eliminar el dolor de cabeza.

"Dioscórides". Ilustración mostrando la elaboración de medicamentos.
"Dioscórides". Ilustración mostrando la elaboración de medicamentos.

El colegio en Al Andalus

 

¿A quién no le gustaba estrenar cuaderno el primer día de colegio? Sacarle punta al lápiz y escribir el título de la materia, Lenguaje, Matemáticas o Naturales, en la perfecta primera página.

 

Hace poco, me topé con una tablilla andalusí preciosa, que es la que inspira esta entrada en el blog. Es una tablilla escolar  de un estudiante  andalusí del s.XIII aproximadamente. Podemos imaginar la ilusión que tendría el alumno al recibir este material didáctico en la primera semana de clases.

 

Al Andalus estaba llena de escuelas y profesores particulares. Éstos, eran contratados por las familias durante un año académico y recibían un sueldo, mitad económico y mitad en bienes, como ropas y  productos alimenticios. Los profesores enseñaban a sus alumnos, normalmente en pequeños grupos, materias como la aritmética y el lenguaje. Debían aprender de memoria los textos que se leían en clase: Platón, Aristóteles, el Corán, así como cuentos y enseñanzas venidas de la lejana Persia y la India.


Las clases se desarrollaban en el hogar, donde profesores daban clases a las doncellas en el harem, o en las madrasas. A veces, a  la Mezquita acudía un sabio para dar una clase magistral. En esos días, el edificio se llenaba de entusiastas estudiantes, ilusionados por aprender de pensadores como Averroes, Avempace, Maimónides…

 

El intercambio de libros era contínuo: estaba mal visto amontonar libros en casa, porque significaba para los demás que aún no los habías leído. La costumbre era memorizar el conocimiento y sobre todo, hablar de forma exquisita, saber música e improvisar poesía. En la sociedad andalusí no existió el analfabetismo.

Fragmento de miniatura Cantiga 120, del Libro de Las Cantigas de Santa María, s.XIII.
Fragmento de miniatura Cantiga 120, del Libro de Las Cantigas de Santa María, s.XIII.

La música también se enseñaba de forma oral: los maestros improvisaban escalas y ejercicios que el alumno debía repetir a continuación con su instrumento. Al tratarse de un método de enseñanza espontáneo, apenas nos quedan textos de la época que nos den pistas sobre estas materias, los contenidos que se enseñaban, partituras, canciones, etc. Y si por si fuera poco, las guerras, persecuciones y quemas de libros hicieron desaparecer la mayor parte de los textos andalusíes.


Esta tablilla, que protagoniza este artículo, es un buen ejemplo del interés y el entusiasmo por aprender. Es un  silkah. La palabra al-silkah está asociada a una reunión entre estudiantes, donde se celebra una comida y juntos recitan el sikah, una serie de enseñanzas básicas. Luego lo escriben en estas tablillas. Al no haber ninguna corrección en ésta por el profesor, podemos adivinar que el alumno completó el ejercicio con éxito… ¿Sería de Al-Saqundi? ¿Ibn Hazm? ¿Wallada?


Qué suerte tuvimos que unos padres orgullosos del talento de su hijo guardaran con cariño esta tablilla. A lo mejor, lo pusieron en la cocina de la casa, en el hogar, como cuando se ponen los exámenes con buena nota en el frigorífico, ¿verdad?

Tabla escolar escrita en árabe. Biblioteca Nacional de España. Datada entre 1200-1400. Al Andalus.
Tabla escolar escrita en árabe. Biblioteca Nacional de España. Datada entre 1200-1400. Al Andalus.

"Un niño, un maestro, un libro y un lápiz pueden cambiar el mundo. La educación es la única solución".

Malala Yousafzai, Premio Nobel de la Paz en 2014.


Gastromusicae: comer y cantar

Que “se te repita una comida” no es lo mismo que “repetir una comida”. Para que no ocurra lo primero y sí lo segundo, los cocineros de todos los tiempos se afanan por preparar, condimentar, salpimentar, adobar, embutir, tostar, asar y cocinar toda clase de alimentos.

 

 

Y es que, aunque pensemos que la “comida gourmet” es una nueva moda, ésta estuvo presente ya desde antiguo, aunque ciertos cocineros  no fueran tan aclamados. Por ejemplo, el inquieto Leonardo da Vinci, quiso probar fortuna también en el arte gastronómico, abriendo un local junto con su amigo Boticcelli, donde exponían sus obras y preparaban sofisticados platos. Fue un absoluto fracaso ya que nadie entraba en su taberna para comer media anchoa sobre dos rodajas de zanahoria, por muy artística que fuese la presentación en el plato.

 

 

 

Mejor suerte corrió un tal Ruberto, cocinero mayor de Don Bernardo, Rey de Nápoles. Tan buen cocinero sería, que el propio rey le ordenó que escribiese sus recetas en un librito que ha llegado hasta nosotros, titulado “Libro de Guisados”, de 1525, para que no se perdiesen sus recetas a su muerte y sus discípulos pudieran seguir cocinándolas. Hojeando el tratado nos encontramos todo tipo de platos a base de carnes y pescados y recetas muy interesantes para gente enferma (recetas “para dolientes”).

Fragmento de la portada facsímil del Libro de los Guisados, 1525.
Fragmento de la portada facsímil del Libro de los Guisados, 1525.

En Al Andalus, el arte gastronómico se hace refinado y sofisticado, sobre todo, a partir de las aportaciones del músico Ziryab, que introdujo el arte de preparar la mesa tal y como la conocemos hoy día: de primero sopas y cremas, de segundo carnes y pescados y para terminar, el postre. El comercio de Al Andalus con Oriente propició la entrada en la península de nuevos alimentos: verduras, frutas, legumbres y multitud de especias.

En estos banquetes se hizo popular el entretenimiento con recitales de poesía, contadores de historias y músicos. Eran muy aclamadas las esclavas cantoras y tañedoras de laúd, que llegaron a ser contratadas incluso en cortes tan alejadas como las de Aquitania, en Francia.

Cuchillo con partitura musical en ambos lados. Por el tipo de notación musical está datado alrededor del s. XVI..
Cuchillo con partitura musical en ambos lados. Por el tipo de notación musical está datado alrededor del s. XVI..

A medio camino entre Sevilla y Aquitania, concretamente en Tarragona, nos quedaremos Sara Marina y yo, para poner el toque musical al Gastromusicae, los próximos 4 y 5 de septiembre. Berna Río y Ana Borrego, del restaurante Almosta están ya trabajando en las recetas medievales. El Gastromusicae está pensado para recuperar el espíritu del arte culinario y de las cenas medievales en torno a la cultura, el diálogo musical y el disfrute de pasar una velada entre amigos. Y es que ¿a quién no le gusta disfrutar de una buena mesa?

Estáis invitados

El Gastromusicae se celebra en uno de los patios interiores del Antiguo Ayuntamiento de Tarragona, edificio histórico de origen medieval.
El Gastromusicae se celebra en uno de los patios interiores del Antiguo Ayuntamiento de Tarragona, edificio histórico de origen medieval.

Gastromusicae: 4 y 5 de septiembre en Tarragona. 21.30h

Para más información y reservas clic aquí


Dibujando la música

Esta semana, conversando con el luthier y amigo Asier de Benito, tratábamos de averiguar la forma y proporciones de un instrumento dibujado en un códice medieval. Al observar la ilustración, vemos que las figuras tienen un estilo casi “ingenuo” o desenfadado y vivos colores. No hay sombras, ni profundidad, ni volúmenes. En definitiva, hay que especular un poco e imaginar cómo sería el instrumento en cuestión, ya que la pintura es algo abstracta.

 

 

¿Le importaba eso al pintor? ¿Qué querían dibujar, o mejor dicho, por qué lo dibujaban así?

 

 

Desde que estudio todo lo que puedo para aprender música medieval, la pintura y la escultura me encantan, ya que encuentro todo tipo de detalles que me ayudan a entender cómo sería la vida en aquel entonces, qué sentirían, qué inquietudes tendrían, cómo sería el día a día.

 

Y todo esto se puede ver gracias al estilo de la pintura y escultura medievales, muy parecidas a un comic, con infinitos detalles de lo cotidiano.

 

 

Músicos en carnaval disfrazados con máscaras y caretas.
Músicos en carnaval disfrazados con máscaras y caretas.


En las representaciones con músicos, podemos ver infinidad de situaciones, desde momentos místicos de música en iglesias y monasterios,  hasta el frenesí y el baile popular el día de carnaval. También son célebres los posados del  libro de las Cantigas de Santa María, donde se nos muestra como una especie de inventario de los instrumentos de la corte. O en tratados andalusíes, donde vemos explicados algunos instrumentos, como añafiles o trompas.

 

Podemos imaginar que la música estaba muy presente en la vida medieval y que siempre ha tenido un profundo impacto en el oyente: nos hace sentir y experimentar sensaciones, recordar vivencias, tener alegría o melancolía. Es lógico que en el mundo del arte, pintores y escultores la haya representado desde siempre, desde su óptica y estilo expresivo.

Para terminar estas líneas, me gustaría exponer a continuación -con el permiso de su pequeña autora- un dibujo que nos hicieron a Sara y servidor, representándonos tocando música en el salón de nuestra casa. En el dibujo veo amor y entusiasmo por parte de la pintora, que decidió por sí misma realizarlo. ¿Qué os parece? A nosotros nos encantó recibirlo :-) ¡Gracias Inés!

"Sara y Emilio". Dibujado por Inés (Madrid)
"Sara y Emilio". Dibujado por Inés (Madrid)

Tocar música a la mahometana ¿qué era?

Justo cuando acabamos un concierto, se acercan entusiastas del público para conversar con nosotros, preguntar por los instrumentos, hacer fotos y hablar sobre la música que hemos interpretado. Es un momento muy agradable, del que surgen temas y preguntas interesantes. Hace poco, me preguntaban por qué se dejarían de tocar instrumentos como el oud, o la darbouka y por qué se abandonaron estas músicas.

 

Es un tema curioso, porque si bien han perdurado costumbres musicales como el “¡ole!”, que viene de la expresión andalusí “oh Alá”, que se usaba cuando el artista, cantante o poeta, cantaba o recitaba algo bello que emocionaba, ciertos instrumentos y repertorios desaparecieron de la escena musical. ¿Qué ocurrió?  Resulta que en los difíciles tiempos siguientes a la toma de Granada (1492 en adelante…) los vencedores empiezan a tener recelo sobre la población mudéjar, posteriormente denominados moriscos, (una vez que fueron bautizados a la fuerza), al tener costumbres diferentes y hablar un idioma que no entienden. Poco a poco van siendo marginados, empeorando la situación con prohibiciones como la Pragmática de febrero de 1567:

 

“(...) por las tardes se reúnen en casa de parientes o amigos a charlar, contar historias y a menudo se canta y se baila". 

 

La Inquisición argumentaba que se cantaba en árabe y que podrían ser canciones ofensivas hacia la fe cristiana. A tal punto se llegó a vigilar a los moriscos que se creó la figura del "alcalde de cantoras y cantores" (Carta de Merced del Oficio de Alcalde, conservada en el Archivo General de Simancas).

 

Este alcaide era como una especie de juez que acudía a las celebraciones moriscas donde había música, para evitar que se tocasen instrumentos prohibidos y que "no se tañera a la mahometana", es decir, que no se tocasen ciertas canciones con estos instrumentos prohibidos, y que no se cantara en árabe ni se bailaran danzas andalusíes, y mucho menos con calzado rojo.  Con la definitiva expulsión de los moriscos años más tarde, quedarán en el olvido instrumentos como el rabab, el oud, la darbouka...Y una tradición de siglos sobre una manera de hacer música, poesía y danza. Finalmente se olvidaría "tocar a la mahometana". 

 

Aunque, del todo del todo no se ha olvidado... siempre nos quedará el "¡OLÉ!"

Moriscos: así denominados por haberse bautizado, eran la población islámica que tras la conquista cristiana se había quedado en el mismo territorio, siendo respetada la práctica de sus usos y costumbres. Eran conocidos como mudéjares por vivir bajo régimen feudal cristiano. Tras ser obligados a bautizarse pasaron a ser identificados como “cristianos nuevos” o moriscos.

Recuerde el alma dormida

Cada vez que viajamos a un nuevo destino para realizar un concierto, nos gusta leer la historia de esa ciudad, villa o pueblo, para conocerla y seguir aprendiendo nuestra historia.

 

Este sábado estaremos en Segura de la Sierra, en uno de los enclaves más recónditos de la sierra de Jaén. Un paraje bellísimo de naturaleza salvaje, coronado por un imponente castillo medieval.

Allí se cuenta que nació y vivió su juventud Jorge Manrique, poeta que escribiría las célebres “Coplas a la Muerte de su padre”.

 

El poema es un clásico de la literatura universal, del que Lope de Vega decía que “merecía estar escrito en letras de oro”. Y es que, a pesar de que han pasado más de 500 años desde su publicación, aún estremece y emociona.

 

Más guerrero que poeta, Jorge Manrique vivió una agitada vida de armas envuelto en asedios a castillos, batallas e  intrigas políticas. Su valentía en multitud de hazañas, ya le otorgaron en vida gran fama como guerrero y conocido por su lema “ni miento ni me arrepiento”. Perdería la vida en una escaramuza en un castillo cercano a la ciudad de Cuenca. Tenía 39 años.

 

Este sábado, 1 de agosto, podremos interpretar música de su tiempo en las salas de su castillo y recordar sus versos:

                                                                                         

Copla I

 

Recuerde el alma dormida,

 

avive el seso y despierte

 

contemplando

 

cómo se pasa la vida,

 

cómo se viene la muerte

 

tan callando,

 

cuán presto se va el placer,

 

cómo, después de acordado,

 

da dolor;

 

cómo, a nuestro parecer

 

cualquiere tiempo pasado

 

fue mejor.

 

 

¿Vacaciones en Al-Andalus?

24 de julio. Siempre me ha encantado escuchar a las cigarras cantar en verano. Es un sonido que me lleva a la infancia, donde las vacaciones de verano eran largas y llenas de vivencias, juegos y pequeñas aventuras.


Los días entre concierto y concierto, aprovechamos para tener unas mini vacaciones, darnos un bañito, ir a la playa… Me preguntaba desde cuándo tenemos estas costumbres, ¿un músico de Al-Andalus se tomaría días de descanso? ¿Iban a la playa los que vivían, por ejemplo, en Córdoba?


Aunque nos pueda parecer extraño, durante la Edad Media se disfrutaban muchos más días libres de los que tenemos en la actualidad. Entre fiestas religiosas, de vendimias, de recogida del cereal, de carnaval de bodas, del sabbat, etc, etc, los historiadores han contado más de 120 días festivos al año.


Pero no existía el concepto “vacaciones” que tenemos en la actualidad. La palabra vacaciones, viene del latin “vacans”, que significa vacante, desocupado u ocioso. Durante la Edad Media, estaba mal visto que tus congéneres te vieran como un “vacans”, un desocupado, ya que el “no hacer nada” estaba asociado a la pereza y a la vagancia.


Esto no significa que las personas no descansaran. A diario, en Al-Andalus, al caer la tarde, hombres y mujeres se reunían en los baños públicos para descansar, relajarse, conversar y ver a los amigos. En los días festivos, se iban de merienda al campo, a las alquerías, que eran unas pequeñas villas con sus huertas, acequias y jardines.


Y por supuesto, en estas fiestecillas había música: cuando no se trataba de músicos contratados, eran los propios familiares los que recitarían poesía y tocarían el laúd acompañando canciones alegres, mientras que las copas se llenaban de vino y los estómagos de dulces con miel y canela.


Ahora que lo pienso, estas reflexiones me están dando la idea para pasar la tarde de hoy: paseo por un jardín… copas de vino… dulces de miel y canela… Aunque primero voy a estudiar un buen rato con el laúd, no vayan a pensar ustedes de mí que soy un ocioso, un “vacans”.


¡Que disfruten de las suyas!

El músico viajero medieval

“...laúd, vihuela, salterio, zanfona, pandero, cuerdas de repuesto, afinador, ropa de tocar, neceser, espuma de afeitar, maquillaje, lentillas. ¡Ah!  ¡El líquido de las lentillas!...” Corro a por él...    Y así, cada día anterior a un concierto, repasamos todo lo que necesitamos llevar de viaje: instrumentos, accesorios, ropa, dinero… Si en la actualidad, es inevitable estar un poco nervioso antes de emprender un viaje, ¿Cómo debió ser en la Edad Media? ¿Cómo planificaba su viaje un músico medieval?


En la Edad Media viajar era caro y peligroso. No todo el mundo podía permitírselo, ni todo el mundo tenía un especial interés por viajar. Los viajeros más comunes eran mercaderes, emigrantes, mensajeros, clérigos, militares, artesanos, juglares, estudiantes, vagabundos, mendigos… Viajaban en grupos, cargados con un abundante y pesado equipaje (llamado impedimenta): comida, herramientas, dinero, mercancías, medicamentos…


Si se viajaba por tierra, se usaban las viejas calzadas romanas. La mayoría viajaba a pie y descalzo, pues estos caminos destrozaban el calzado, muy caro en aquella época. Si se viajaba en barco, había rutas por mar y por los ríos.


Todas las rutas y caminos estaban llenas de peligros: tanto por río, como por mar, podías ser atacado por corsarios y vikingos. Los caminos interiores también estaban infestados de bandidos, que aprovechaban la espesura de los bosques para perpetrar asaltos y emboscadas.


Si por suerte, el viajero llegaba a su destino sin ser atracado o apresado por el camino, ni haber cogido una enfermedad ni epidemia, le quedaban nuevas complicaciones al llegar a la ciudad: pagar impuestos a la entrada; que su moneda tuviese valor en esa villa, que no lo estafasen con el cambio, que entendiera el idioma…


Visto lo visto, para un músico medieval, por ejemplo, un juglar que viajara a la ciudad para ofrecer su música, lo que menos le importaría sería tener cuerdas viejas en su instrumento, mientras pudiera ofrecer su actuación sano y de una pieza.


De modo que, tras estas reflexiones, no puedo más  que estar contento y entusiasmado cada vez que Sara y yo viajamos para ofrecer un concierto: viajando en coche, con aire acondicionado, a pocas horas de casa, con alojamientos maravillosos, el escenario listo para actuar y el público siempre encantador. ¿Qué más queremos?

Secretos de al-andalus

En el siglo XIII, el célebre poeta cordobés al-Saqundi, nos describió en su libro “La Rissala”, dedicado a elogiar el arte y la cultura de Al-Andalus, una serie de instrumentos musicales: el oud, el salterio, el rabab, el duff, el rabel, el dumbek…

 

Hasta hace poco tiempo, estos instrumentos estaban olvidados y desaparecidos. Su sonido y su música ya no sonaban por las calles de lo que fue Al-Andalus.

 

Gracias al trabajo de investigadores, musicólogos y luthieres, podemos rescatar del olvido estos instrumentos y volver a usarlos. Dotarlos nuevamente de vida y que muestren su protagonismo en la música andalusí, pues esta, debe tener su propia voz, su propio sonido.

 

Hemos diseñado un espectáculo titulado “Música y Secretos de Al-Andalus”, donde interpretaremos músicas de Al-Andalus con estos instrumentos, acompañados por la poesía de Almutamid y Rumaikiyya, las historias de Ibn Firnás, o el poeta cordobés Ibn Hazm. Historias y leyendas para disfrutar de un legado cultural mágico y sorprendente.

 

Cómo aprendíamos música

Algunas veces, cuando terminamos un concierto, alguien se acerca y me pregunta: “oye, ¿y cómo has aprendido a tocar esta música? ¿quién te ha enseñado a tocar estos instrumentos?”

Verdaderamente, es una pregunta que me resulta difícil responder, ya que en ese preciso momento me vienen a la mente multitud de experiencias, vivencias, textos leídos, estudiados, voces escuchadas, etc. que me han ayudado a aprender. ¿Cómo condensar toda esa experiencia en una respuesta más o menos corta?


En mi personal camino del aprendizaje del mundo medieval,

he podido descubrir que existieron, como actualmente sucede, múltiples formas o métodos de enseñanza musical en la Edad Media.


Cuenta la tradición que el músico Ziryab fundó el primer “Conservatorio” de enseñanza musical en la Córdoba andalusí del

s. IX. Por las descripciones que nos han llegado sobre el método de Ziryab, se trataría de unas clases muy activas: los alumnos se sentaban en un puf, de forma erguida y entonaban escalas al ritmo de una darbuka o tabal que tocaba el maestro, para que siguieran el ritmo y lo aprendieran también.



Años más tarde, en otras regiones, en los monasterios europeos, los alumnos aprendían las notas musicales según el método aplicado por el monje Guido d’ Arezzo. Este método consistía en pintar las notas musicales y una sencilla melodía en los dedos y en la palma de la mano. Se trataba pues, de lo que podríamos considerar unos “deberes” o ejercicios escritos para estudiar.


Y como no, también existió el aprendizaje cotidiano, ese saber que recogemos de nuestros mayores y seres queridos. La tradición sefardí transmitió multitud de canciones de forma oral y en ámbito hogareño: canciones de cuna, de boda, recetas de comidas…


Seguramente que, al reflexionar sobre estos variados métodos de aprendizaje que existieron, nosotros nos identifiquemos con alguno de ellos, si lo hemos vivenciado  y experimentado en algún momento de nuestras vidas, ya sea un método por escrito, verbal o por la experiencia del día a día, ¿verdad?.


Termino estas líneas sin tener claro aún la respuesta a la pregunta que iniciaba esta entrada en el blog. Pero lo que sí sé es que cada día aprendo algo nuevo, ya sea escuchando un disco, a un profesor, leyendo un libro, una partitura, conversando con amigos, ensayando…


Y siempre seguiré aprendiendo.

Ser músico en la edad media 

Viernes 12 de junio. Pronto llegará el verano y con él comenzarán los ciclos de conciertos y festivales de música. Es una de mis épocas preferidas del año.

Son días que preparamos con ilusión: viajes, repertorios, historias.. y en los que conoces nuevos sitios, nuevas personas, compartes música y disfrutas de la luz de los días, el calor, los paisajes, las comidas…


¿Cómo sería la vida del músico medieval? ¿Qué sensaciones experimentaría? ¿Qué ilusiones o motivaciones le llevarían a tocar música? Seguramente, habría de todo y no se diferenciarían mucho de las actuales.


Sabemos por las fuentes y textos que nos han quedado, que existían perfiles diferentes de músicos durante la Edad Media.

Estaban los humildes juglares, que solían ser personajes aventureros que viajaban de aquí para allá contando historias al son de su música; o los trovadores, que normalmente eran de alta cuna o bien caballeros acomodados.Un buen ejemplo sería Alfonso X el sabio (rey trovador), Beatriz la condesa de Día o Jorge Manrique; incluso monjas o clérigos, como la sin par Hildegarda. O grandes estudiosos de la música como Ziryab o Avempace en Al-Andalus.


Al igual que ocurre en nuestros días, sabemos que vivieron músicos más interesados por el trabajo de la música en directo y otros por el saber teórico o de la composición. Nos han llegado nombres y contratos muy interesantes: Sancho IV de Castilla contrató toda una agrupación de músicos andalusíes como Yusuf, Mohamed el del Añafil, Rexit el de la Axabeba. Alfonso de Aragón solicitó al rey de Castilla que le enviara un músico que tocara la flauta y el salterio. Juan II contrató una familia de andalusíes músicos para que los entretuviera durante unos días, etc.


Lo normal era que si un rey pagaba bien, los juglares y trovadores cantasen canciones de alabanza de ese rey en otras cortes. Y así, en este sentido, el rey que escuchaba esas canciones de alabanza sobre otros monarcas pediría que cantasen lo mismo de él, pagándoles más dinero aún.


Estos contratos ventajosos, no siempre podían ser disfrutados por todos los músicos. En ocasiones, algunos eran comprados como esclavos. Se conocen los nombres de varias cautivas que tocaban el laúd y cantaban en los harenes privados de los califas y emires andalusíes.


También había que tener cierta cautela con las letras de las canciones. Existían severos castigos para los músicos que habían ofendido a personajes públicos o con cierto poder. Los castigos podían ir desde el exilio, la reclusión en un torreón, o incluso  desagradables amputaciones de orejas o incluso de  las manos.


Uno de los casos más tenebrosos fue el que le sucedió al músico andalusí antes mencionado, Avempace, que murió al comer una berenjena que había sido envenenada. Un amargo final para uno de los músicos y científicos más representativos de la historia de Al-Andalus.


En fin. Las envidias son muy malas. Tengan cuidado con las letras que canten este verano y sobre todo, con el catering que les ofrezcan, jeje…



Espectáculos para niños en la Edad Media 

¿Cómo se divertían los niños en la Edad Media? ¿Existían actividades pensadas para ellos? 

Hace poco, hojeando un viejo códice medieval, maravillándome por el detalle de las ilustraciones, me encontré con esta curiosa viñeta, que inspira esta reflexión en el blog. Un teatrito de marionetas en la Edad Media.


Siempre me han gustado las marionetas y la capacidad que tienen para llamar nuestra atención. Nos conecta con nuestra niñez, yo creo. Y por eso, no es de extrañar que el arte de las marionetas venga de tan antiguo y siga divirtiéndonos después de tanto tiempo.


Se sabe que se realizaban este tipo de espectáculos, tanto en privado, como en escenarios ambulantes, donde había narraciones de historias fantásticas, con números de música, trucos de magia, títeres, disfraces… Eran representaciones para todos los públicos, que servían tanto para entretener como para educar. En este sentido, la Iglesia se servía de marionetas o representaciones teatrales, para contar temas de las Escrituras, como nos relatan las primeras páginas de la célebre novela de Víctor Hugo, “Nuestra Señora de París” (El Jorobado de Notre Dame), donde se representa un teatro de la Adoración de los Reyes Magos.


Estas páginas nos describen cómo la gente acudía en masa para disfrutar de estos teatros, cómo los niños se subían a cornisas o rejas para poder ver bien. En definitiva, nos describe a la perfección la expectación, la curiosidad y la diversión que ofrecían este tipo de representaciones teatro-musicales.

 

Mañana sábado 30 de mayo, Sara Marina y yo, queremos recuperar ese espíritu y entusiasmo de antaño en nuestro espectáculo Música para Princesas, Dragones y Caballeros. Un espectáculo musical donde contamos leyendas, pequeñas historias e interpretamos música para todos los públicos: para niños de 0 a 100 años o más... Porque en el fondo, seguimos siendo niños.

 

Y para terminar, me gustaría invitarles a un juego: el cuadro que cierra esta entrada en el blog lo pintó Brueghel El Viejo en 1560. ¿Cuántos juegos reconocéis y cuántos habéis jugado? Seguro que muchos. ¡Feliz finde!


¿A qué sonaba la Edad Media?

Cuando pensamos en la música medieval, es fácil, incluso lógico, que venga a nuestra mente la imagen de un trovador, de un juglar, o de unos monjes cantando rezos. Pero ¿la música sólo estaba reducida a estos ámbitos?


¿Sería el mundo medieval como una película de cine mudo, donde sólo destacaban el martillo del herrero, el rugir de los hornos de cerámica y otra suerte de sonidos productos del quehacer cotidiano, siendo la  música una breve anécdota para unos pocos privilegiados?


Seguramente no. A poco que nos sumergimos en las miniaturas de los códices, o leemos crónicas de la época, descubrimos que, al igual que sucede actualmente, había música en cada día de las vidas de nuestros antepasados medievales. En la Sevilla de Almutamid, los enamorados se paseaban en barcas por el río, en las noches de verano, donde se cuenta que se escuchaban recitadores de poemas y laudistas por las riberas de Triana. En Córdoba, Ziryab tenía una escuela de canto y seguramente, los aprendices y aspirantes, tararearían por la calle, camino de sus clases. O incluso podemos imaginarnos a una madre cantándole una nana a su recién nacido, nanas que todavía se conservan en la tradición de la música sefardí, por ejemplo. Y por supuesto, imaginemos el taller de un constructor de instrumentos, que probaría sonidos, cuerdas, diseños, hasta conseguir un instrumento perfecto para hacer música.


El poder de la música, su magia, lo que nos hace sentir, es algo que viene de muy antiguo y es maravilloso imaginar esos momentos y tratar de reproducirlos y experimentarlos.


En este viaje en la búsqueda de los sonidos del medievo, hemos contacto con un luthier italiano. Se llama Francesco Gibellini. Es experto en construcción de organettos. El organetto es un órgano de tubos portátil, con un pequeño fuelle que lo suministra del aire necesario para sonar. Actualmente, nos está construyendo uno.


Seguramente, Francesco tiene mucha música en su cabeza, canturrea en el taller y con mimo y cuidado, irá afinando nota por nota el instrumento, sonidos que llenarán el taller y que se asomarán por la ventana. Sus vecinos y los transeúntes, oirán esas notas y las primeras melodías que salen del instrumento… 


¿A que podemos imaginarnos esta misma estampa en el medievo?


Música para restaurar monumentos

Disfrutar de la música antigua, en un concierto, dentro de un espacio histórico, es algo que nos entusiasma a todos, tanto a intérpretes como espectadores.

Vivimos en un país con un rico patrimonio artístico: castillos, monasterios, conventos, palacios. Y es que hay tantos, que a veces parece que importa poco que alguno que otro se derrumbe, por su vejez y abandono.

Afortunadamente, hay iniciativas de asociaciones y fundaciones que se hacen cargo de rescatar de la ruina estas joyas. El objetivo es que estos espacios sirvan como centros de la cultura, albergando exposiciones, teatro, conciertos... y que puedan ser disfrutados por todos los ciudadanos.

Sara Marina y yo, hace tiempo que nos hemos sumado a esta aventura arqueológica y ofrecemos nuestra música a todos aquellos proyectos que tienen esta inquietud. 

El próximo sábado 2 de mayo, ofreceremos un concierto en la iglesia de San Lorenzo de Úbeda, en Jaén. Este monumento está siendo restaurado por la Fundación Huerta de San Antonio, siendo el concierto uno de los eventos que se realizan para recaudar fondos y continuar con las obras de consolidación y restauración.

Hemos disfrutado mucho profundizando en la historia de Úbeda y del devenir de este monumento durante 8 siglos de historia. A continuación, una breve sinopsis del espectáculo musical que allí representaremos:

 

"...En una mañana cualquiera del mes de mayo, las campanas seguían sonando para romper el silencio y la soledad de Francisca, más conocida como Paca. La Campanera de San Lorenzo no había dejado de sentir el repique de las oxidadas campanas en su cabeza, a pesar de que hacía años que la espadaña del templo sólo estaba acompañada por una inmensa yedra. Ecos que le contaban a Paca antiguas historias y leyendas."

 

"8 siglos. Historias de San Lorenzo a través de la música", nos adentra por las huertas, zocos y arrabales de Ubbadat Al-Arab, la Úbeda medieval, por historias de amor y muerte, de luces y de sombras. Un viaje a través del tiempo para sentir y conocer los secretos del monumento que ha sido testigo del devenir histórico de la ciudad jienense.

 

Acompáñanos en este viaje de aventura y disfruta de las historias de Úbeda y San Lorenzo a través de la música y las palabras.

Exposición instrumentos musicales con historia

Instrumentos Musicales con Historia es una muestra de reconstrucciones de instrumentos musicales  que existieron en la Edad Media y fueron protagonistas de la música de su tiempo. Laúdes, violas, salterios, arpas, rabeles… 

 

Desde el laúd de Ziryab que provocaba envidias en la corte de la lejana Bagdad, la Cítara regalada como tesoro a Alfonso X el Sabio, o el billete que lleva impreso una viola de teclas como símbolo de identidad nacional, hasta el que fue uno de los primeros instrumentos de músicos ambulantes, la zanfoña, esta exposición nos cuenta pequeñas historias sobre el papel que desempeñaron estos instrumentos en las vidas cotidianas de nuestros antepasados.

 

Una colección acompañada de algunos de los ejemplos iconográficos que permiten a los intérpretes, investigadores y luthieres reconstruir estos instrumentos históricos: pinturas, esculturillas, cerámicas, planos de instrumentos...

 

Una exposición de música viva, pues todos los instrumentos de la colección están en perfecto estado y son usados actualmente por los artífices de esta muestra, Emilio Villalba y Sara Marina, que no solo guiarán al espectador por este viaje a nuestro pasado musical, sino que también realizarán demostraciones y mini recitales.

En Marzo, estaremos desde el 6 al 15 en el Museo Provincial de Orense, durante el Festival Internacional de Música Pórtico do Paraiso

Disco de Música medieval para niños: Música para princesas, dragones y caballeros

Cada vez son más los padres y madres entusiastas de la música antigua que demandan espectáculos para ir en familia con sus hijos. Ante la necesidad de proponer este tipo de contenido para todos los públicos, hemos  diseñado y elaborado nuestro reciente trabajo discográfico “Música para Princesas, Dragones y Caballeros”, un recorrido musical por las calles, palacios y monasterios de la Edad Media.

 

Una selección de piezas como danzas y estampidas, acompañadas de cuentos y narraciones compuestas por nosotros especialmente para cada tema musical. 

Este viaje nos lleva desde el scriptorium de un monasterio, donde el monje Guido enseña a sus alumnos las notas musicales hasta las calles de la Córdoba califal, con la música de Ziryab, o las aventuras de un torneo. Audiocuentos que nos introducirán en un fantástico mundo y que nos enseñarán una pequeña parte de nuestra historia.

 

 

Los temas los hemos grabado a dúo, de forma artesanal en el salón de casa, con instrumentos como la zanfona, la vihuela de péñola, el rabel, la fídula de arco, la viola de teclas, el arpa gótica, panderos, bendires y darboukas. 

 

Sara Marina ha puesto su voz en los cuentos, ambientados de efectos para trasladarnos a este interesante y siempre sorprendente mundo de nuestros antepasados. 

 

Un trabajo realizado con mucho mimo para el público más entusiasta, los niños. 

 


En la grabación de este nuevo disco han colaborado Sabina y Rosalía Juste González, Inés Hernani Martínez, Celia y Ana Belén Puertas Palomo, Manuela González, Carmen Martínez y Manuel Borrego Caro. A todos ellos muchísimas gracias!! 

Como adelanto, aquí os dejamos uno de los cuentos y el tema musical Trotto: 


Cartas de deseos de navidad

Descárgate la carta que más te guste y envía a papá Noel y a los Reyes Magos tus deseos de Navidad. 

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Duendes de la Navidad
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Niños patinando en la nieve
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Papá Noel en su zepelin
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Patinadoras en navidad
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Tren de los deseos de navidad
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Pinta y colorea

Hemos preparado para los más peques de la casa estos dibujos para colorear.

Puedes colorearlos como más te guste: con témperas, lápices de colores, rotuladores, acuarelas...

 

Cuando los tengas terminados, hazle una foto y nos los envías. Nos encantaría llenar el blog con los dibujos de nuestros aventureros medievales más entusiastas!!

 

 

Descárgate aquí el dibujo sobre las aventuras de El doncel del mar. 

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El doncel del mar
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Descárgate el dibujo de este músico andalusí tocando su precioso rabab! 

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Rabab
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Y aquí tenemos algunos de los trabajos de nuestr@s pequeartistas! 

Dibujo coloreado por Sabina
Dibujo coloreado por Sabina
Dibujo coloreado por Rosalía
Dibujo coloreado por Rosalía

Ilustrando el doncel del mar

Para vestir de imágenes nuestro trabajo discográfico El Doncel del Mar, me he inspirado en viejos manuscritos medievales que me contaran historias de aventuras, viajes y conocimientos. 


Al tratarse de un viaje por el mar Mediterráneo, tenía claro que debía dibujar un mapa, con viejas ciudades, reinos y maravillosos enclaves. 


Casualmente, comenzando la búsqueda de estos viejos pergaminos, encontré el trabajo del cartógrafo y marino turco Piri Reis. Su estilo de trazar mapas me inspiró en cuanto al uso de los colores y las líneas de los contornos. 

 

 

 

Para el diseño del CD, (la "galleta"), pensé en dibujar un "Volvelle" con los temas escritos en circunferencia.

 

 

Los volvelles eran un tipo de construcción de papel con piezas móviles, muy comunes en los tratados árabes medievales, que servían para estudiar ciencias como lo astronomía.

La astronomía también tenía que estar presente en el diseño, ya que el conocimiento de las estrellas guiaba a los marinos y exploradores en sus travesías por océanos y mares.

 

En la portada principal, estamos representados Sara, nuestra perrita Maya y yo, viajando en un barco en la búsqueda de esta aventura musical. Al fondo, nos guía un firmamento basado en dibujos encontrados en tratados de astronomía medievales.

 

Finalmente, hemos echado una red a las aguas, para tratar de pescar ese ánfora o botella, que guarda aún muchos secretos de nuestra historia.

Videoclip "Karsilama"

Domingo 27 de abril de 2014. Parque de María Luisa, Sevilla. Son las 5 de la tarde y el sol calienta el ambiente a una temperatura de 30 grados. Hemos quedado con Eduardo Serrano en al Pabellón Mudéjar, edificio emblemático desde la exposición del 29, convertido en museo de Artes y Costumbres. Su arquitectura, inspirada en el arte islámico, es el decorado perfecto para el videoclip que vamos a grabar.

 

Eduardo Serrano es un viejo amigo. Un artista de la comunicación, el teatro, el cine… Original de Sanlúcar de Barrameda, actualmente trabaja en Hidelberg, un pueblo que parece salido de los cuentos de los hermanos Grim, en pleno corazón de los bosques de Alemania. Hacía años que habíamos trabajado juntos en obras de teatro juveniles. musicales y conciertos…

Y desde su partida, teníamos la promesa de volver a trabajar juntos en algún proyecto que tratase sobre al-Andalus, nuestro pasado histórico.

 

Aprovechando una de sus visitas fugaces por Andalucía, quedamos para realizar este videoclip. No habíamos tenido tiempo de ensayar ni preparar nada. Nosotros tocamos mientras él nos graba. 

 

Como os he contado al principio, Eduardo es un artista de la comunicación, y de la nada, es capaz de inventar historias: "anda un momento hacia aquí… coge el pandero por acá…mirad ahora esto…" En su mente estaba clarísimo todo el desarrollo mágico del vídeo.

 

El resultado lo podéis ver a continuación:

 

Los instrumentos perdidos de Al-andalus

El sonido olvidado.

 

El oud, el santur, el rabab, la vihuela de péñola, la zanfona, el canun… Son algunos nombres que no suelen escucharse por nuestras viejas calles.

 

Nombres medievales que correspondían a instrumentos musicales de cuerda que dejaron de tocarse y de construirse con el paso de los siglos.

Hasta hace muy poco, el recuerdo de estos instrumentos se encontraba en el silencio de la piedra, en desgastadas esculturas en pórticos de iglesias, donde músicos inmortales parecían tañer estos artefactos sonoros, o en ajados pergaminos, donde instrumentos y partituras permanecían callados. 

 

Los instrumentos perdidos de al-Andalus.

 

Los instrumentos perdidos de al-Andalus es un viaje sonoro por las calles de la ciudad medieval. Emilio Villalba, dispone ante el espectador, diez reproducciones de estos míticos instrumentos musicales. Instrumentos de cuerda frotada como el rabab, la fídula, la zanfona, instrumentos de cuerda pulsada como la vihuela de péñola, la guitarra morisca, el oud, o percutida como el santur o el canun. Toda una diversidad de sonidos, de lenguaje musical propio. Toda una variedad de diseños, de formas y colores creados por especialistas luthieres.

 

Instrumentos que nos cuentan secretos olvidados de al-Andalus, de historias en las juderías, en los arrabales o en los salones y jardines de palacios. Secretos olvidados de la artesanía musical medieval; cómo se aprendía música, quién hacía los instrumentos, cómo eran los talleres, de dónde sacaban las cuerdas…

Nuevo cuento al estilo medieval

Una de mis aficiones favoritas es la literatura infantil. Me encanta disfrutar de este arte de imaginación sin límites, de fantasía y creatividad. Hacía tiempo que tenía escrita una pequeña historia a la que he decidido, por fin, ponerle imágenes. 

 

El cuento se desarrolla en la Galicia medieval. Los protagonistas son una pequeña niña y su amiga Mayi, que encuentran un extraño pergamino. Y hasta aquí os puedo contar. 

 

 

El estilo de las ilustraciones está basado en el arte de las iluminaciones de manuscritos, imitando sus colores, formas y composiciones. Es un trabajo de imaginación e investigación al mismo tiempo, pues me gustaría acercar este fantástico mundo a los más pequeños y a los mayores, también. Es por eso que estoy cuidando al detalle los colores, formas y ornamentaciones. 

 

Espero no demorar mucho el trabajo de las ilustraciones y tenerlo muy pronto listo. 

La edición también será especial. 

Disco mediterraneamente

Disco de recopilación de ensayos y grabaciones en directo con los diferentes grupos de música antigua en los que he trabajado en estos años.


Disco El doncel del mar

Acompáñanos por este viaje de aventura por las viejas rutas y caminos de la Europa Medieval. Una travesía musical llena de encuentros y sensaciones con nuestra cultura medieval mediterránea: "Danza Inglesa", "Ductia", "Danza Celta", "Der Makam Suri Semai"...

 

Hemos grabado una selección de piezas desde los siglos XII al XIV  interpretadas con nuestra colección de instrumentos medievales: zanfoña, fídula, ghiterna, viola, rabel, adufe, panderos, darbouka... 

"Melodías medievales desde Estambul a Costa da Morte" es el título que lleva el un trabajo dedicado a músicas medievales del Mediterráneo. 

 

  1. Axerico, (tradicional sefardí)
  2. Emineh, (tradicional del magreb)
  3. Rosa das Rosas, (Cantiga de Santa María, Alfonso X, s.XIII)
  4. Danza Inglesa, (anón Inglaterra s.XIII)
  5. Cantiga Tres Colores, (Cantiga de Santa María, Alfonso X, s.XIII)
  6. Cantemir III, (anón Turquía)
  7. La Rosa de FLorencia, (adaptación de dos canciones sefardíes)
  8. Guillaume, ("Je vivrerai (...) Guillaume de Machault, sXIII)
  9. La Morita, (anón andalusí, sXII?)
  10. Cantemir VII, (anón Turquía)
  11. VII Estampida Real, (del manuscrito del Rey, Francia s.XIII)
  12. Danza Celta, (adaptación de dos melodías tradicionales celtas)

Trabajamos con reproducciones de instrumentos medievales. Investigando y observando nuestro legado histórico en manuscritos, pergaminos o pórticos de iglesias, podemos encontrar los artefactos sonoros que usaban nuestros antepasados hace cientos de años.

El Doncel del mar está grabado íntegramente de forma artesanal y sencilla, en nuestra propia casa, interpretando cada pieza a dúo, con tan sólo dos micrófonos. Posteriormente, en algunos temas, hemos grabado nuevas pistas con otros instrumentos más apropiados. De esta forma conseguimos recrear texturas sonoras basadas en formaciones instrumentales que vemos representadas en miniaturas medievales, donde suelen aparecer tocando juntos un rabelista, un arpista o un percusionista. 

Algunos de los instrumentos usados en la grabación del disco.
Algunos de los instrumentos usados en la grabación del disco.
Maya descansando después de la grabación..
Maya descansando después de la grabación..

Aquí os dejamos una lista de reproducción de algunos de los temas. El disco completo está disponible en CD o por descarga directa en mp3. 

¡Esperamos que os guste! 


Marcapáginas medievales

Si os gusta leer y os pasa como a mí, que tardo un montón en terminarme un libro, he diseñado estos marcapáginas.

En ellos estamos representados al estilo de ilustración medieval, Maya, Sara y yo. 


Podéis encontrarlos en la sección tienda. 

La cítola

La cítola es un instrumento de cuerda pulsada muy común durante los siglos XII-XIV. Nos recuerda a la guitarra actual, pero de menor tamaño y con la caja con hombros caídos. Se tocaba con plectro, es decir, con una "péñola", sinónimo de la palabra "pluma", en castellano antiguo.

Suelen estar decoradas con rosetas y una talla en el clavijero representando el universo de los Bestiarios medievales.

 

El instrumento que yo uso está construido por el luthier Asier de Benito Guío. El diseño está basado en una miniatura procedente de las Cantigas de Santa María. 

El cuerpo está construido en una sola pieza en madera de tilo. La tapa es de abeto, el diapasón y clavijas de ébano, y lleva trastes de tripa.

Bolsos ilustrados

Guillaume
Guillaume

Os presentamos nuestra colección de bolsos con ilustraciones. Son bolsos diseñados y confeccionados artesanalmente por Sara Marina, con tapas ilustradas por mí. Nos gustan usar temáticas con sabor a historia, como planos de instrumentos, partituras medievales...

 

Están pensados para llevar contigo todo lo que necesites: tus partituras, libretas, agenda, teléfono, tablet...

 

Entra en nuestra tienda y échale un vistazo a la colección. 

 

 


La ciudad laberinto

"La ciudad laberinto". Adaptación del Makam Suri Semai de Dimitrie Cantemir, (anon ancien) por Emilio Villalba (lavta) y Sara Marina (Darbouka).

 

Grabado en Tomares, (Sevilla), en julio de 2013

A la memoria de Salvador Borrego Caro.


Vejer de la Frontera y Carmona

 

Las laberínticas y encaladas calles de Vejer y Carmona fueron las elegidas para grabar este videoclip. Son dos pueblos andaluces que nos encantan y que invitan a perderse por sus pintorescos rincones.

 

 


El Enigma de las Cantigas

Escena en la corte de Alfonso X. Un músico toca la viola. Obsérvese el detalle de la reina con un perrito en su regazo.
Escena en la corte de Alfonso X. Un músico toca la viola. Obsérvese el detalle de la reina con un perrito en su regazo.

De los cancioneros musicales medievales que se conservan, el libro de las Cantigas de Santa María, sigue siendo sin duda uno de los más conocidos tanto por músicos como por el público. Es tan famoso que algunas de sus canciones se han convertido en una especie de "éxitos" de una "playlist" de la Edad Media. ¿Quién no ha escuchado alguna vez el célebre tema "Santa María Strela do día"?

Lo curioso de este maravilloso monumento musical del s.XIII es que aún encierra muchos secretos y enigmas que dan muchísimo más valor a esta obra. Viajemos a los tiempos de la corte alfonsí para visitar su scriptorium en el momento en que comenzó a escribirse.

¿De dónde le vino la idea al rey Sabio para dedicar tantos esfuerzos económicos e intelectuales para producir esta obra? ¿Por qué eligieron la temática de las leyendas, milagros y loas a la Virgen María? ¿Por qué los textos están escritos en gallego portugués? Y otra curiosidad: ¿Por qué se hicieron cuatro copias, invirtiendo más recursos humanos y económicos?

Escritores trabajando en la elaboración de manuscritos. Libro de los Juegos. S.XIII.
Escritores trabajando en la elaboración de manuscritos. Libro de los Juegos. S.XIII.

Sabemos que Alfonso era un gran amante de la música: seguramente se defendía bien tocando instrumentos como el laúd, el rabab o la citola. En una de las copias, llamada "Códice de los músicos", aparece el rey representado en diferentes ilustraciones tocando alguno de estos instrumentos. Podemos reconocerlo porque está dibujado con la corona que finalmente empeñó en la guerra de Sevilla; también por llevar armas en el cinturón; y también por estar sentado en un trono, a diferencia de otros músicos que son representados de pie o en bancos menos lujosos. Es interesante encontrar en los textos de una Cantiga cómo le regalan una cítola, entre otros lujosos presentes. Y también, cómo empieza el libro con palabras autobiográficas: "yo quiero ser trovador de mi señora".

Escena del libro de Los Juegos. La música siempre está como acompañamiento del ocio.
Escena del libro de Los Juegos. La música siempre está como acompañamiento del ocio.

Mejor o peor músico, no cabe la menor duda de que se trata de uno de los primeros reyes en firmar un libro musical, convirtiéndose esta obra en un códice singular. Es el único de su época realizado íntegramente con uniformidad. El resto de cancioneros que se conservan, suelen ser una miscelánea de varios autores y épocas encuadernados en un tomo. Este no. Se diseña, se compone y se realiza de principio a fin.

¿Por qué eligieron la temática de los milagros de la Virgen? Está extendida la teoría de que se trate de un trabajo de evangelización, en un momento de guerras y conflictos entre las tres religiones existentes en la España medieval: musulmana, judía y cristiana. En las leyendas de las Cantigas ocurren milagros donde el que tiene fe en el cristianismo, se salva y tiene buen fin. Historias de buenos y malos por tanto. Sin embargo, ¿De qué serviría cantarlas en gallego portugués, lengua que prácticamente no era entendida por la mayor parte de la población? Se hablaba el romance, el latín, el castellano, el árabe... Un libro escrito en gallego portugués no serviría como objeto de comunicación global. El rey lo mandó escribir para sí mismo: era una especie de libro de consulta dónde encontrar consuelo.

Notación musical cuadrada. Libro de las Cantigas de Santa María. Alfonso X. Siglo XIII.
Notación musical cuadrada. Libro de las Cantigas de Santa María. Alfonso X. Siglo XIII.

Esta teoría nos puede explicar la necesidad de hacer copias, algunas de ellas en un formato más pequeño y manejable para ser transportado. El rey viajaba siempre con uno de estos libros. Seguramente le entretenía la lectura de las leyendas y relatos en los tediosos y lentos viajes en carromato. Le servía también para conocer la historia de su reino, pues muchas leyendas están basadas en hechos reales y localizadas en lugares concretos. Incluso cuando se sentía enfermo -y eran muchos días a lo largo de su vida-, reposaba con el libro en su pecho, imaginando que se trataba de un objeto con poderes curativos. Ante tal obsesión es lógico pensar que Alfonso quisiera tener copias del libro en cada uno de sus palacios, costase lo que costase. El poder medicinal que le otorgaba le hacía dependiente de esta necesidad.

Por último, es un hecho singular de este manuscrito que se trate de un rey quién ha tenido la idea de dejar escrita una serie de composiciones musicales. La escritura musical mensurada, es decir, la representación gráfica de la música en altura y duración de las notas es una invención relativamente reciente en tiempos del rey Sabio. Apenas se conoce fuera de los muros de monasterios y conventos, pues es dentro de estos lugares donde se comprendió la necesidad de modernizar la escritura musical para que la música religiosa no se perdiera, se unificara y no hiciera falta la memoria para conservarla. Por tanto, los primeros libros con música escrita estaban realizados en monasterios, para escribir música religiosa y no por el encargo de nobles y reyes.

Página del libro de Higinio Anglés "La Música de las Cantigas, transcripción y estudio crítico". Barcelona. 1943.
Página del libro de Higinio Anglés "La Música de las Cantigas, transcripción y estudio crítico". Barcelona. 1943.

La música y la poesía son un bálsamo para el monarca. Una vía de escape para evadirse de sus problemas de estado y un alivio para su enfermedad. No sólo escribe sobre milagros, sino que su pluma se dedica también a contarnos detalles de su vida, relatando vivencias y miedos. Se rodea de una gran cantidad de músicos de todas partes del reino: poetas gallegos, trovadores occitanos, juglares, músicos andalusíes... Compone en romance gallego portugués pero con música de Al Andalus, usando las formas del zéjel y la moaxaja. Y elige también a los mejores amanuenses, especialistas en escritura musical, historiadores y recopiladores de leyendas y pintores para crear una bellísima obra de arte total: tan bello es la estética del libro como la música y textos que contiene.

Página del libro de Higinio Anglés "La Música de las Cantigas, transcripción y estudio crítico". Barcelona. 1943.
Página del libro de Higinio Anglés "La Música de las Cantigas, transcripción y estudio crítico". Barcelona. 1943.

El último de los enigmas que sigue aún por descubrir, y que quizá nunca averigüemos, es saber cómo se cantaban y tocaban estas cantigas a ciencia cierta, si es que se cantaban, o eran meros ejercicios intelectuales. El pianista Frederic Monpou se las imaginó al piano con un aire mitad romántico mitad impresionista. Luego fue Julián Ribera quién, enamorado del pasado andalusí, quiso reconstruirlas con un carácter meramente andaluz. Esta versión fue contestada con rotundidad por Higinio Anglés, quién dedicó su tiempo a demostrar que Ribera se equivocaba y que las Cantigas debían sonar a música religiosa y medida, sin artificios ni melismas. Es natural que defendiera esta postura, pues Anglés era más cura que musicólogo y barría para casa.

Desde entonces, gracias a las transcripciones de ambos estudiosos, se han podido interpretar centenares de  Cantigas, de las más de 400 que hay escritas. Cada formación musical le da su propia impronta: algunos reelaboran o versionan grabaciones antiguas, otros reinventan con nuevas interpretaciones y otros, incluso rompen las fronteras haciendo versiones en estilo jazz o rock. Gustos para todos, como podemos descubrir a través de la amplísima discografía publicada.

Una "Auïda (tañedora de cuerdas) en el Libro de los Juegos. S.XIII.
Una "Auïda (tañedora de cuerdas) en el Libro de los Juegos. S.XIII.

Y para terminar, comentar que el gran enigma de las Cantigas es que se interprete de la forma que se quiera, siempre son reconocibles y únicas como obras del arte musical.


Una Cantiga de Paz: Cantiga de Santa Maria 344

Os que a Santa María

saben fazer reverença,

macar se non amen eles,

ela met' i avẽença.

 

Los que a Santa María

saben hacer reverencia,

si enfrentarse ellos no quieren,

ella pone allí avenencia.

 

En el tiempo cuando de moros

fue el reino de Sevilla,

en aquella su iglesia

de Tudía maravilla

aconteció una vez;

y mui gran sabor me llena

de decir cómo fue esto

por que tengáis más creencia.

 

Gran cabalgada de moros

salió para los cristianos

correr y hacerles daño,

e pasó sierras y llanos

y llegaron a Tudía,

todos con sus lanzas en mano,

e al llegar a la iglesia

allí se pararon.

 

Y tan cerca esa noche

unos de otros se albergaron,

que más cerca no podían;

y en la fuente pusieron

sus caballos a beber,

y estos no bramaron

que ni se oyesen ni se viesen

ni tuviesen conocimiento.

 

Así toda aquella gente

fue de suyo albergada

alrededor de la iglesia,

que no sintieron nada

unos de otros por virtud

de la Reina coronada,

a quien todos esa noche

hicieron obediencia.

 

Al otro día de madrugada

todos de allí partieron;

y después que cabalgaron

y sin sospecha se vieron,

mucho se maravillaron;

de ahí treguas se pidieron

por haber de este hecho

tenido conocimiento.

 

Así que la tregua hicieron

y ellos todos se juntaron

y de cómo el hecho

había sido, acordaron

en que había sido milagro;

y partieron conformados,

y se fueron unos a Élvas,

los otros a Olivenza.

 

(Adaptación al castellano de la cantiga 344, escrita en gallego-portugués.)


Este es el milagro que cuenta la Cantiga de Santa María 344. Según el relato, dos pequeños ejércitos (cabalgadas), uno musulmán y otro cristiano, partieron hacia el monasterio de Tudía, conocido actualmente como Tentudia, para librar una batalla. Ambos contingentes llegaron al anochecer a las inmediaciones del templo. Por la noche fueron a dar de beber a sus caballos en una fuente junto al edificio, en distintos momentos. Como los caballos no hicieron ruido, ninguno se percató de la presencia del enemigo. Y así pasaron la noche, sin sospechar que el otro ejército estuviera presente, mientras que ambos velaban sus armas y rezaban a la Virgen durante toda la madrugada.

 

A la mañana siguiente los dos ejércitos pensaron que el enemigo no se había presentado a la batalla y decidieron partir. Sin embargo, al poco caminar se encontraron, y no daban crédito de haber pasado la noche tan cerca sin haberse visto los unos a los otros. Pensaron que era un milagro de la Virgen que no había querido que pelearan delante suya y, entonces, firmaron una tregua.

¿Sobre qué hechos puede basarse esta leyenda de Tentudía?

El hecho de armas se pudo dar en septiembre de 1248, cuando Fernando III, padre de Alfonso X, estaba a punto de conseguir conquistar Sevilla, después de sitiarla y atacarla desde agosto de 1247. La situación era extrema tras un largo año de batallas y cada vez escaseaban más los suministros de alimentos y dineros que necesitaba el contingente castellano para sostener el sitio. Para proteger la ruta norte hacia Sierra Morena, por la cual los sitiadores recibían las provisiones procedentes del reino de León, Fernando III ordena al maestre Pelay Perez Correa partir hacia la frontera con Badajoz e ir limpiando el camino de posibles adversarios musulmanes que atacaban las caravanas con las impedimentas.

 

Las huestes de Pelay Perez Correa se encontraron con muchas dificultades para cumplir el mandato del rey. No es de extrañar que ante una situación complicada, el maestre se encomendara a la Virgen que se encontraba en una antigua ermita en el punto más alto de la serranía, suplicándole ayuda. Puede que ocurriera el 8 de septiembre, fiesta cristiana que celebra la natividad de la Virgen María, llamando a aquel lugar desde entonces Santa María de Tudía, en honor al “día de la Virgen” (Tú día).

 

No existen más datos escritos en la crónicas del siglo XIII, por lo que no sabemos si las dificultades que pasó el maestre Pelay fue en diversos combates por la sierra, o por el contrario, por no poder satisfacer la petición real y no impedir que algunas caravanas con víveres y recursos fueran asaltadas, sin que él pudiera ver dónde, y evitarlo. El lugar geográfico es montañoso y con espesos bosques que dificultan notablemente la visión y los desplazamientos.

La figura de la Virgen María en el Islam

Imagen cortesía de Emilio González Ferrín
Imagen cortesía de Emilio González Ferrín

Un hecho que resulta curioso en esta Cantiga 344 es la protección que la Virgen hace a los soldados moros. En el relato se cuenta que le hicieron reverencias y rezos por la noche. Esto es así porque la Virgen María es respetada y se le tiene cariño en el mundo islámico. De hecho aparece en el Corán, concrétamente en la Azora de las mujeres, número 171, donde se habla de la Virgen María, madre del profeta Jesús.

La leyenda de Tentudia, “Detén tu día”

Cuando se visitan los monasterios de Calera León y de Tentudía, la leyenda que te contarán con entusiasmo versa sobre la batalla que libró el maestre Pelay Perez Correa contra el ejército musulmán en aquella montaña. La jornada llegaba a su fin y el ejército critiano no terminaba de ganar la contienda al enemigo moro, cuando se le aparece la Virgen al maestre, y este le pide que detenga el día, hasta que consiga salir victorioso del combate: “Detén tu día”. Otorgado el milagro, el militar construye allí mismo un monasterio en honor a la Virgen, por haber recibido aquella gracia.

 

Esta leyenda se la pudo haber inventado el propio Pelay Perez, maese de la Orden de Santiago, pues tras el sitio de Sevilla, se autoproclamó vicario de la zona para cobrar los diezmos a la población conquistada. El templo ya existía y lo que se hizo fue ampliarlo y remodelarlo. En esos años se producen multitud de conflictos entre las distintas órdenes militares que habían participado en el sitio de Sevilla y que se habían repartido los territorios en distintas vicarías: Montemolín, Monesterio, Montánchez, Mérida… Extrañamente, la Vicaría de Tudía se autoproclama como la principal de todas, pese a estar aislada. La leyenda venía a reafirmar entre los pobladores de la comarca la importancia de Tudía, frente a las otras vicarías.

Cantiga de Paz

Detalle de la Cantiga 344, en su transcripción por el musicólogo Iginio Anglés.
Detalle de la Cantiga 344, en su transcripción por el musicólogo Iginio Anglés.

Cuando Alfonso X viaja hasta Sevilla, a su paso por Monesterio, en la Ruta de la Plata, pregunta por el humo que sale de un monasterio en la montaña más alta. Le cuentan que se trata de la ermita de Santa María de Tudía, lugar misterioso cargado de viejas leyendas y que, debido a su altitud, el frío hace necesario encender fuegos para calentarse. Allí pasa el rey Sabio muchos momentos, recopilando historias y escribiendo cantigas junto a sus músicos sobre los milagros de Tudía. De las cinco que escribe, una de ellas, la 344 parece recopilar una antiquísima historia contada por un juglar al que habían pagado los antiguos ermitaños del lugar. Por tanto, la historia de la Cantiga 344 podría ser muy anterior a los acontecimientos del sitio de Sevilla.

 

Alfonso se entera también de los conflictos entre los nobles y militares de la zona y decide dar un carácter pacífico a la cantiga: una historia de Paz entre eternos enemigos. Se ve que este toque de atención no fue suficiente para los belicosos vicarios de la zona, pues decide retirar la vicaría de Tudía y se entrega la jurisdicción del templo a Sevilla, poniendo fin a los problemas de recaudaciones y diezmos en esa comarca.

 

El hecho de que en ninguna de las composiciones del rey Sabio (cantigas 325, 326, 329, 344 y 347) aparezca el templo nombrado como Tentudía, sino como Tudía, hace sospechar de la leyenda de Pelay Perez. Por tanto, el lugar se conocía como Santa María de Tudía, que es justo como se nombra en las fuentes medievales. Tendremos que esperar hasta el año 1622 para encontrar en papel impreso la leyenda de Tentudía, incluida en la obra de Lope de Vega “El Sol parado”.

Tentudía: un lugar para visitar

El monasterio de Tentudía se encuentra en la montaña más alta de Sierra morena, a 1104m sobre el nivel del mar. La edificación tiene aspecto de fortaleza militar y se alza imponente en una loma rodeada de un espeso bosque. Aún pueden verse los pozos y abrevaderos medievales en sus alrededores. El lugar es muy grande y es perfectamente posible imaginar un hecho como el acontecido en la cantiga, pues si cada ejército se situó a cada lado del monasterio, efectivamente, en la oscuridad de la noche, no se verían. Mientras grabábamos la cantiga, justo en el lugar donde se narran los hechos, podíamos imaginar a Alfonso y sus músicos, escribiendo esta bonita historia, esta cantiga de Paz.

 

Fuentes consultadas:

Códice de los Músicos (Cantigas de Santa María). Biblioteca Nacional.

Santa María de Tudia en las Cantigas. Revista de estudios extremeños, 2017.

La Vicaría de Santa María de Tudía. Manuel Lopez Fernandez. UNED.

La Sevilla Islámica. Jacinto Bosch. Universidad de Sevilla. 1988.

Imágenes del Corán, cortesía del profesor D. Emilio González Ferrín, Universidad de Sevilla.

 

Nuestra versión de la Cantiga 344, interpretada con guitarra morisca, adufe y sonajas de azófar.


La artista encerrada en una torre

Hacía frío y empezaba a nevar. La pequeña juglaresa buscaba posada y refugio donde pasar la noche. Detrás de unos chopos, vio una torre y se dirigió hacia ella para pedir albergue. Aquella torre era muy extraña: después de rodear sus cuatro paredes no encontró ninguna puerta a pie de calle. La construcción tan solo tenía una pequeña ventana en lo más alto.

 

-¿Hola? ¿Hola? ¿Vive alguien ahí?-gritaba la pequeña Juglaresa.

 

Oscurecía, se hacía de noche. En la ventana de la alta torre se podía ver un farol encendido. Alguien vivía allí arriba.

 

-¿Hola?-volvió a gritar la Juglaresa. Esta vez la ventana se abrió.

 

-¿Qué haces ahí, mi pequeña? Sube, o te helarás de frío.

 

De la ventana de la torre se dejó colgar una escala, por la que Juglaresa subió hasta las estancias de la torre. La habitación donde vivía aquella extraña dama estaba llena de libros, algunos instrumentos musicales, un arpa, una zanfona, una viola… Apenas había muebles. Solo un arcón, una cama y un escritorio lleno de pergaminos, recipientes con tintas de colores y todo tipo de cálamos y pinceles.

 

-Ten, mi niña, un poco de caldo calentito de verduras. Entrarás en calor y debes tener hambre.

 

Mientras la pequeña Juglaresa cenaba aquella sopa que le sabía a gloria, observaba a aquella extraña mujer… ¿qué edad tendría? Parecía como si llevara toda la eternidad en aquella estancia. La Dama de la Torre se sentó junto a la ventana. Mientras miraba nevar, tocaba la viola de teclas…

 

(Fragmento del cuento La Dama de la Torre, del Cd La Pequeña Juglaresa).

Vivir entre cuatro paredes para sentirse libres. A lo largo de la Edad Media, una de las posibilidades que tenían las mujeres para sentirse libres, era la opción de elegir una vida encerrada y alejada del mundo cotidiano. Las Emparedadas, también llamadas muradas, ejercían el llamado voto de tinieblas, un fenómeno que comenzó durante el medievo, pero que se extendió varios siglos después en diversos lugares de Europa.

 

No es el caso de mujeres que eran encerradas por castigo, sino de personas que en sus plenas facultades, decidían llevar una vida apartada, buscando un intenso deseo de libertad. En su soledad, eran dueñas de sí mismas y no tenían que dar cuentas a nadie, ni siquiera a las autoridades religiosas o civiles. Se conocen ejemplos de mujeres muradas de distintas clases sociales, desde campesinas hasta ricas y acaudaladas. Su encierro podía ser a solas o en comunidad.

 

El voto de tinieblas no significaba que fuera voto de silencio, como ocurría en algunas órdenes monásticas. Aquellas mujeres eran muy apreciadas y frecuentemente eran visitadas en busca de sus consejos. Se las veía como personas especiales, sabias y con mucha cultura y paz interior, pues dedicarían su tiempo a la lectura, la escritura, el estudio de las ciencias y de las artes.

Murada en una miniatura de un códice medieval. S.XIV.
Murada en una miniatura de un códice medieval. S.XIV.

Era una postura insólita en la época, una libertad de vida demasiado moderna en comparación con otras mujeres que no podían decidir sobre sus vidas. Un acto de rebeldía dentro de un orden. Fueron tan importantes, que el día que decidían comenzar su encierro, se celebraba una ceremonia ritual que simbolizaba el fin de la vida mundana y el nacimiento de su vida en soledad.

 

Entre las historias que forman parte de nuestro CD La Pequeña Juglaresa, no podía faltar una de estas mujeres. Casi no se conocen sus nombres, pero sí el valor que tuvieron para llevar ese estilo de vida en una sociedad compleja y complicada.

 

En su memoria, este pequeño homenaje: La Dama de la Torre


Un concurso de Cante Jondo

“¿Cómo puede cantar de esa forma? No puede ser. Ni tiene estudios, ni técnica, ni nada de nada… Es más: seguro que ni sabe las notas que está cantando, ni el ritmo, ni la armonía, ni nada de nada. Y sin embargo, cada vez que entona unos versos, mueve el mundo y los corazones con su voz y su talento".  Le llamaban “el Tenazas”, y aseguraban de él que era el padre del cante jondo.

 

El arte natural de aquel anciano personaje, Diego Bermúdez, había emocionado a los espectadores del concurso, levantando ampollas entre sus rivales. Estaban compitiendo en un festival. Querían ganar. Y ese ímpetu les cegaba ante la evidencia: ese cantaor misterioso tenía duende. Les gustaba. Mucho. Muchísimo. Pero no querían reconocerlo. Les amargaba en lo más profundo de su ser, de su amor propio.

 

Y por eso, aquella misma noche, decidieron montar una farsa, una especie de compadreo entre compañeros concursantes. Un juego sucio y vil para quitarse de en medio a quien ya era el futuro ganador por méritos propios. Se sentaron en su mesa. Primero fueron unos saludos de cortesía, seguidos de algunas felicitaciones por su actuación y los aplausos obtenidos. Llamaron al camarero. Querían invitarle a unos buenos vinos para celebrar su éxito, “el éxito de todos”, le decían, con una mueca de sonrisa falsa en sus caras, tratando de mantener la farsa y ocultar la envidia que supuraba por cada uno de los poros de la piel.

Panfleto anunciando el concurso de Cante Jondo de Granada. 1922
Panfleto anunciando el concurso de Cante Jondo de Granada. 1922

Una ronda, otra, otra y luego otra más. Entre vaso y vaso, trago y trago, aquel cantaor extraño, demasiado viejo como para presentarse a un concurso, iba perdiendo la timidez y contando su vida a sus compañeros de borrachera. Ya balbuceando, por los efectos del vino, les decía que había llegado al concurso andando desde Puente Genil hasta Granada. Y que le faltaba medio pulmón por una mala puñalá que recibió en una reyerta. Sus falsos amigos, entre risas y palmaditas al hombro , escuchaban sus batallitas, y se guardaban de no beber tanto: no se trataba de celebrar nada, sino de deshacerse del mayor rival del concurso, emborrachándolo para que no pudiera cantar al día siguiente. Cada vez que llenaban su sucio vaso, le enredaban contándole historias y mentiras sobre giras que podría hacer, y de todos los tablaos famosos del momento a donde lo llevarían, a lo que el viejo contestaba:“Yo no quiero zabé ya más ná de tablaos, que me los conozco todos”.

 

Eran los últimos en la taberna, a punto de cerrar. El misterioso cantaor se había quedado durmiendo la borrachera sobre la vieja mesa de madera donde habían estado alternando. Los colegas decidieron que era el momento de irse. Y se fueron. Pagaron la cuenta y “aquí no ha pasao ná”, le dijeron al mesonero.

 

Llegó el tablao de la noche final. Se habían agotado las entradas. Los espectadores esperaban con impaciencia escuchar otra vez a los participantes y, especialmente, al “Tenazas”, ese anciano que les había robado el corazón con sus quejíos, sus “ay” y su lamentos flamencos. Sin embargo, parecía que el duende de aquel cantaor había desaparecido.

Con voz ronca y mirada perdida, no salía de entonar una extraña retahíla:

 

la enterraron,

la enterraron,

la enterraron...

Entrada original de espectador para el concurso de Cante Jondo. Granada. 1922.
Entrada original de espectador para el concurso de Cante Jondo. Granada. 1922.

El público no daba crédito a lo que veía y escuchaba. “¿Suerte del principiante?” murmuraban algunos. “¡Un grillo pisao!”, gritaban otros… El cantaor, resacoso, no daba una nota en su sitio. Aún estaba borracho y apenas se podía mantener en una pose digna para el concurso. A veces incluso parecía que iba a vomitar. El presentador, ante los silbidos y quejas del respetable, decidió poner fin a su actuación y dar paso al siguiente concursante.

El Tenazas se bajó de las tablas dando tumbos, con aspecto desaliñado. Trató de decir algo, pero no se le entendió ni media palabra. Se abrochó su vieja chaqueta, a la que le faltaban algunos botones y se marchó del lugar canturreando tranquilamente, como si no fuera consciente de la bochornosa escena que había protagonizado.

Pese a todo, el jurado del concurso había decidido otorgarle uno de los premios. Diego Bermudez se guardó las pesetas en el bolsillo de su chaqueta y se fue.

 

Nunca más se supo de él. Tenía 72 años.

 

Esta historia real sucedió durante el famoso concurso de Cante Jondo organizado por Manuel de Falla y Federico García Lorca en el mes de junio de 1922, en Granada. Para publicitar el evento habían impreso carteles y octavillas que se repartieron por casi toda Andalucía. En un pueblo de Córdoba, en Puente Genil, el viento trajo por azar un trozo de panfleto anunciando el concurso hasta las manos de un labrador, mientras faenaba en el campo. Era Diego Bermudez, un viejo cantaor más conocido como "el Tenazas".

 

Nacido en Morón de la Frontera, un pueblo de Sevilla, en 1850, Diego Bermudez había abandonado el trabajo con sus padres para dedicarse a cantar por los tablaos andaluces. El arte le salía de dentro y no podía dejar de entonar sus penas y sufrimientos. Una mala experiencia con las contrataciones y las rivalidades con otros cantaores le hizo abandonar y a emprender una humilde vida como labrador en Puente Genil. A partir de entones, sólo cantaría para sí mismo.

 

Cuando con 72 años llegó a sus manos aquel cartel del concurso, no se lo pensó dos veces. Se entusiasmó con la idea de volver a cantar en público y seguramente, con los dineros de los premios. Contó a sus conocidos que iría a Granada al festival, aunque fuera andando. Los vecinos del pueblo lograron reunir algunas pesetas para que, al menos, fuera aseado, bien vestido y peinado. Y en ferrocarril hasta Granada.

Ferrocarril de la compañía Renfe.
Ferrocarril de la compañía Renfe.

El “Tenazas” fue la gran sorpresa del célebre concurso. Algunos asistentes llegaron a pagar incluso 400 pesetas (una cantidad desmesurada en aquél entonces), para que les dejaran pasar y escuchar a este prodigio del cante jondo. Si en la primera noche triunfó, en la segunda, la tormenta de verano que se descargó sobre Granada parecía presagiar algo. El público, que había esperado pacientemente, se resguardaba de la lluvia usando las sillas de enea como paraguas, mientras se preguntaba: “¿qué le había ocurrido al Tenazas?” Su tono era muchísimo más bajo y sordo.

 

El anciano había estado alternando con los cantaores rivales, quienes le hicieron trasnochar, con marcada intención, invitándole a demasiadas cañas de manzanilla. El caso es que cuando subió al tablao la noche final del concurso, y tuvo que entonar sus soleares, el público adepto se extrañó al no reconocer al anciano con duende. Solo era una sombra que repetía más desafinado que otra cosa:

 

la enterraron,

la enterraron,

la enterraron…

 

A Diego Bermúdez le entregaron uno de los premios de 1000 pesetas. Y volvió a su pueblo, Puente Genil, donde murió en 1933. Nunca contó a sus vecinos las malas artes de los otros concursantes del festival. Quizás a su edad, ya no le diera importancia y prefiriera quedarse con el recuerdo de haber participado en el histórico Concurso de Cante Jondo. Y que, le pesara a quien le pesara, su arte y su duende entusiasmó al público, y quedarían en el recuerdo y la posteridad.

 

Para siempre.


La Guitarra: del Palacio a las calles.

Siempre le gustó la música. Tocaba horas y horas su vihuela de mano, a lo punteado y a lo rasgado. Romances, coplillas y seguiriyas. Pero se enfadaba cada vez que se le partía una cuerda. Era una especie de hecatombe, un Finis Mundi, una fatalidad del destino. Mientras buscaba en su jubón algún repuesto de la prima, la cuerda más fina de la guitarra, contaba historietas al público que se había arremolinado en torno a él, en un intento de que no se fueran. Trataba de reparar el instrumento para volver a entonar la música de los grandes de su tiempo: Fuenllana, Narváez, Milán…, esperando que, al fin, los transehúntes soltasen algunos maravedíes en el trapo que dejaba en el suelo cada vez que se sentaba a orillas del Guadalquivir.

 

No hubo suerte: ni tenía cuerda de repuesto ni los espectadores paciencia ni dineros que echarle en el pañuelo. Una vez que se quedó solo, recogió a toda prisa los bártulos y decidió cruzar hacia la otra orilla, por el puente de barcas. Tenía algún amigo en el barrio del Arenal, en las Atarazanas, que le podría vender o cambiar por algo alguna cuerda fina de pescadores que “diera el avío” para su guitarra por algunos días. Si se daba prisa, aún lo encontraría trabajando.

Puente de Barcas. Detalle del cuadro "Vista de la Ciudad de Sevilla", s.XVI
Puente de Barcas. Detalle del cuadro "Vista de la Ciudad de Sevilla", s.XVI

La tarde caía plomiza y gris. El río parecía más profundo y oscuro que nunca. Tenía las manos y los pies helados. Mientras cruzaba por el puente entre tablas medio podridas y húmedas se preguntaba: -¿Quién dijo que en Sevilla no hace frío en invierno?-. Y qué hambre tenían los dos: él y Lupo, su fiel compañero de aventuras. Se le caían los mocos y echó mano a los bolsillos para sacar su pañuelo. ¡No lo encontraba! ¡El pañuelo! Con las prisas, había olvidado recoger del suelo su pañuelo y las monedas que dejaba como reclamo para que le echaran más limosnas.

 

-¡Ay ay ay, mare mía!-, murmuraba deshaciendo el camino andado, volviendo a cruzar el río y las orillas de Triana hasta llegar al lugar donde había estado tocando música toda la tarde. No encontró nada. Ni rastro del pañuelo y mucho menos de las monedas. Mientras Lupo olfateaba de aquí para allá, decidió resguardarse en los restos de un navío abandonado. La tarde amenazaba con tormenta y era mejor refugiarse cuanto antes. Y otra vez sin cenar.

Lupo se acurrucó junto a él, entre las viejas tablas de la embarcación. Comenzó a llover. -De grandes cenas están las sepulturas llenas-, se consolaba, pero lo cierto es que le hubiera gustado acostarse con el estómago lleno. Y no recordaba la última vez que aquello sucedía. Canturreó algunas coplillas hasta que se quedó dormido.

 

Soy desgraciaito

jasta pa’l andá;

que los pasitos que yo doy p’alante

se güerben p’atrás.

Tratado de Juan Bermudo de Écija: "De la declaración de instrumentos musicales", siglo XVI.
Tratado de Juan Bermudo de Écija: "De la declaración de instrumentos musicales", siglo XVI.

¿Quién es el personaje que inspira este relato? Permitidme que os cuente.

 

Fiestas, cenas, bodas, saraos varios… El esplendor de las casas de nobles y burgueses de la próspera Sevilla del siglo XVI, originó un refinado ambiente en el que tuvo lugar un espléndido desarrollo de las Bellas Artes. Demandaban constantemente la participación de músicos para deleitar sus encuentros familiares, comidas de negocios y todo tipo de celebraciones especiales.

 

Algunas casas contaban con su particular servicio musical, como el caso del duque de Arcos de Marchena, o el marqués de Medina Sidonia, o los nobles de Osuna, que contaron con los servicios artísticos de Juan Bermudo, Miguel de Fuenllana, Narváez o Luis de Milán…, músicos ilustres que eran contratados por los nobles, en el ambiente humanista del momento. El escritor rondeño Vicente Espinel, conocedor de las costumbres españolas de esta época escribiría la siguiente descripción de esas prácticas:

 

“tañíanse vihuelas de arco con grande destreza, tecla, arpa, vihuela de mano por excelentísimos hombres en todos los instrumentos (...) Juntábanse en el jardín de su casa el licenciado Gaspar Torres, que en la verdad de herir la cuerda con aire y sciencia, acompañando la vihuela con gallardísimos pasajes de voz y garganta, llegó al extremo que se puede llegar.”

 

Esta demanda de músicos para fiestas junto a las contrataciones de ministriles y capillas musicales para las catedrales andaluzas, recibiendo los sueldos más altos que podía conseguirse en todo el reino, provocó un modelo de negocio nunca visto antes en la España de aquel entonces: el artista musical podía vivir de su talento.

Cifrado para guitarra de cuatro órdenes por Miguel de Fuenllana, libro Orphenica Lyra. Pieza anónima popular "Paseábase el Rey moro".
Cifrado para guitarra de cuatro órdenes por Miguel de Fuenllana, libro Orphenica Lyra. Pieza anónima popular "Paseábase el Rey moro".

Aparecen vihuelistas y guitarristas por todas partes. Con la aparición de talleres de violeros que producían instrumentos a buen precio y las novedosas imprentas sevillanas de la calle Alemanes editando libros y tratados musicales, cualquier persona con interés e intención, podía aprender la profesión y el arte de la música, y vivir de ello.

 

Sin embargo, de igual forma que ocurría con el negocio de las Américas, accesible en aparencia pero difícil en la realidad, las posibilidades de trabajar en los saraos musicales de las élites sevillanas no estaban al alcance de cualquiera. No había ni tantas oportunidades, ni era fácil entrar en estos círculos exclusivos, donde ya existía el tráfico de influencias y los contratos se los repartían entre unos pocos elegidos, amigotes y familiares. Los músicos que anhelaban poder trabajar en estos ambientes, se dedican a deambular por Sevilla, y a falta de conseguir buenos contratos, vagabundean por las calles entonando coplillas y romances, viviendo de las limosnas o de pobres sueldos en tabernas de mala muerte.

 

Ejemplo de ello es el personaje que inspira esta historia, y que lo podemos encontrar retratado en la pintura que encabeza este texto, (y que enmarco con un círculo en el cuadro completo a los pies de este último párrafo), donde vemos a un guitarrista sentado con su perro, tañendo la vihuela y un pañuelo en el suelo junto a él, con algunas monedas. Una forma de vida que se ha mantenido a lo largo del tiempo en Sevilla, desde la Macarena hasta Triana, desde San Lorenzo hasta el Postigo. No hay rincón de la vieja Sevilla donde no se haya tocado y cantado con una guitarra por sus esquinas y portales.

Cuadro de finales del siglo XVI titulado "Vista de la Ciudad de Sevilla", en el Museo del Prado. En un círculo, el personaje que inspira esta historia.
Cuadro de finales del siglo XVI titulado "Vista de la Ciudad de Sevilla", en el Museo del Prado. En un círculo, el personaje que inspira esta historia.

La Dezima Mvsa. Una artista olvidada

La Dezima Mvsa es un nuevo proyecto musical en el que estamos trabajando para encontrar los lazos que unen al flamenco con la música anterior, la tradición popular de romances, coplillas, bailaoras y guitarristas ambulantes.

Pero ¿quién fue la Dezima Mvsa y por qué hemos elegido este nombre para este proyecto? A continuación os cuento la interesante biografía de una artista andaluza que no aparece en los libros de historia.

 

La Dézima Mvsa es un personaje poco conocido en nuestra historia artística. Uno más entre tantos olvidados. Sin embargo, se trata de la primera persona que consiguió vivir profesionalmente de su trabajo escribiendo obras teatrales. Nació en Andalucía. No se sabe exactamente en qué fecha, pero sí el año en que fue comprada por sus padres adoptivos. Era el año 1590 y calcularon que tendría unos 10 años. Figura en su partida de bautismo del 6 de octubre de 1601 la coletilla "era adulta", (edad penal en aquél entonces). Sabía leer y escribir perfectamente, tanto en árabe como en castellano.

Vista de Sevilla desde el barrio de Triana. Siglo XVI
Vista de Sevilla desde el barrio de Triana. Siglo XVI

Ana Caro de Mallén recibió los nombres de sus nuevos padres: Gabriel Caro de Mallén y Fernández de Vargas, natural de Lora del Río, Sevilla, y de Ana María de Torres y Rodríguez de Aguilar, natural de Granada. En los registros, aparece junto al nombre de Ana una indicación: "Ana María, esclava de Gabriel Mallén". Ana era una niña morisca, nacida en Granada o en Sevilla. No sabemos qué pasó con sus padres biológicos. Seguramente sufrieron el exilio. Lo que sí podemos deducir es que serían unos padres cultos y preocupados por la educación de su pequeña, pues sabía el arte de las letras en una edad temprana, lo cual llamaría la atención de sus nuevos padres adoptivos.

 

A sus 20 años de edad ya estaba publicando obras por encargo, firmando con el nombre de “La Dezima Mvsa” y poco tiempo después ya era conocida en los círculos bohemios de la Sevilla de su tiempo, ciudad en la que presentaba obras que eran representadas en el Corral de los Olmos, un teatro desaparecido actualmente que se había construido a los pies de la Giralda, aprovechando los restos de arcos de la antigua mezquita que no se usaron en la construcción de la Catedral de Santa María.

Comedia impresa donde encontramos la firma de la Dezima Mvsa.
Comedia impresa donde encontramos la firma de la Dezima Mvsa.

Ana Caro debió tener una personalidad fuerte e inteligente y se divertía acudiendo a sus propias funciones vestida de hombre, agasajando a doncellas y porfiando espada en mano contra burlones y pícaros.

 

Murió a causa de una epidemia de peste en Sevilla, en el año 1646. Vivía sola y nunca se casó. Por desgracia, debido a las ideas de la época, decidieron quemar todas sus pertenencias para desinfectar, destruyendo todos los libros y escritos que había en sus aposentos. Por fortuna, ya habían sido publicadas algunas obras suyas como “Valor, agravio y mujer”, una comedia que debería formar parte de los clásicos de nuestra literatura universal.

La Alameda de Hércules de Sevilla, en una pintura del siglo XVII.
La Alameda de Hércules de Sevilla, en una pintura del siglo XVII.

Así pues, con nuestra idea de buscar la música olvidada, nos encontramos con un personaje olvidado que representa un mundo al que los libros oficiales siguen dando la espalda: la realidad de una población española convertida en un enemigo que había que expulsar, por escribir simplemente en otro idioma. O por rezar distinto, si es que todos rezaban, tanto los vencedores como los vencidos.

Pintura mostrando la epidemia de peste que sufrió Sevilla en el siglo XVII en la cual murió Ana Caro, la Dezima Mvsa.
Pintura mostrando la epidemia de peste que sufrió Sevilla en el siglo XVII en la cual murió Ana Caro, la Dezima Mvsa.

La Dezima Mvsa se convierte en nuestra musa, valga la redundancia, en nuestro afán de búsqueda y de inspiración de este proyecto, donde estamos encontrando ese pasado morisco, mejor dicho andalusí, o andaluz, en las músicas populares que fueron desapareciendo poco a poco en los siglos de persecuciones. Música popular donde el cante y el toque con guitarra fueron desarrollándose poco a poco, en el anonimato del barberillo, de las aceituneras, de costureras y cigarreras. Donde los puntos de la cifra de vihuela se iban transformando en acordes flamencos. Coplillas que se cantaban en árabe o en algarabía como las que os presentamos a continuación. Coplillas que fueron cantadas tantas veces que lograron sobrevivir, al menos parte de la música y parte de la letra, aunque transformada como un recuerdo desmembrado, como cuando contamos una historia en la que hemos olvidado parte de los detalles, pero la seguimos contando.

Pintura que representa uno de los momentos más dramáticos de la Historia de España: la injusta expulsión de los moriscos.
Pintura que representa uno de los momentos más dramáticos de la Historia de España: la injusta expulsión de los moriscos.

De esta forma surgen las llamadas “palabras refugio”, término que nos enseñó nuestro amigo, maestro y escritor Antonio Manuel. Estas palabras son un fenómeno muy curioso: reemplazamos el sonido original ininteligible que nos llega por una palabra que conocemos. Así, hay personas que llaman “San Juán” al “Zaguán”, la entradilla de las casas andaluzas, porque al oído se parece. Esto ocurre en muchas coplillas andaluzas, donde hay expresiones y palabras que cuando analizas la letra, no encuentras manera de entender por qué está ahí y qué tiene que ver con el poema.

 

En “Tres hojillas Madre”, canción anónima popular, nos encontramos con un estribillo que nos ha llegado en la actualidad con esta letra:

 

Tres hojitas, madre,

tiene el arbolé,

la una en la rama,

las dos en el pie.

 

Inés, Inés,

Inesita, Inés.

 

¿Por qué Inés, Inés, Inesita, Inés?

En árabe, “señora” es “anisa” que, pronunciado, suena “Aines”. De tal forma, “anisa, anisa, anisa, anisa”, al cantarlo sonaría como “Ainis, ainis, anise t ainise”. Esta “t” es la llamada “tamarbuta” una “t” usada en árabe cuando una palabra termina en vocal y se une a otra que también comienza por vocal. Por ejemplo, con Madina, que termina en vocal: “ Madinat Az zahara”

Ruinas de una iglesia en los alrededores de Madrid, s.XIX. Actualmente está completamente desaparecida.
Ruinas de una iglesia en los alrededores de Madrid, s.XIX. Actualmente está completamente desaparecida.

Nuestra memoria histórica ha ido derrumbándose al igual que algunos de estos monumentos de nuestro pasado, que solo podemos verlos en grabados, pinturas y estampas de la época. Una casa en ruinas que cuando se cae, se olvida que existió una vez se reemplaza por otra nueva. O el papel escrito, lleno de versos, pensamientos y arte intelectual que quemado por el fuego, desaparece por siempre y para siempre.

 

La Dezima Mvsa será un proyecto para restaurar la memoria. Devolver a las músicas antiguas andaluzas el sabor y el duende con el que se cantaban y tocaban. Y por supuesto, un homenaje a los intelectuales y artistas olvidados: la cantaora anónima, el guitarrista que era barberillo, el buhonero que vendía guitarras de segunda mano, o grandes escritoras que siguen sin ocupar las páginas de los libros de historia como Ana Caro de Mallén, la Dezima Mvsa, la niña morisca comprada como esclava que se convirtió en dramaturga y vivió de su intelecto y arte. Ella. Sola.

 

Emilio Villalba 2021


La Pequeña Juglaresa. Historia de una grabación

La Pequeña Juglaresa. Marioneta protagonista en la representación en concierto de este espectáculo. Realizada en madera por MVarte.
La Pequeña Juglaresa. Marioneta protagonista en la representación en concierto de este espectáculo. Realizada en madera por MVarte.

Comenzaba el buen tiempo. Las tardes eran cada vez más largas y en los días de lluvia, al escampar, ya olía a primavera. Una intensa actividad de gira de conciertos, donde los tiempos se miden por las pruebas de sonido, montaje, actuaciones y viajes con horarios justos nos hacía valorar cada vez más los ratitos donde disfrutas de un atardecer, un paseo por el campo, una visita a un monumento.

 

Estaba decidido, no podíamos esperar más. teníamos un nuevo disco que grabar desde hacía mucho tiempo pero no encontrábamos el momento ni la calma necesaria para ponernos manos a la obra. De modo que alquilamos una casa aislada en el campo para encerrarnos allí durante quince días. La idea era llevarnos los equipos de grabación y los instrumentos y estar encerrados hasta que terminásemos las grabaciones que se estaban postergando.

 

Y entonces ocurrió lo inesperado: marzo de 2020. La Pandemia.

 

Como si el destino se burlara de nosotros, íbamos a estar sin salir, pero en casa. Obviamente, el plan “A” no pudo hacerse. No obstante, la nueva situación proporcionaba casi en su totalidad las condiciones que buscábamos para la grabación que teníamos entre manos. Con la agenda vacía de conciertos, ya que los planes de la gira 2020 se iban desmoronando como un castillo de naipes, no hizo falta buscar tiempo al tiempo para iniciar las grabaciones de las nuevas canciones y de los cuentos. La Pequeña Juglaresa, el nuevo disco empezaba a ser una realidad.

Sara Marina grabando voces en los cuentos del Cd La Pequeña Juglaresa
Sara Marina grabando voces en los cuentos del Cd La Pequeña Juglaresa

Este trabajo está pensado para escuchar en familia, con cuentos y músicas que gusten a pequeños y grandes. Es algo que nos gusta mucho hacer, para que el Arte sea un bien del que se pueda disfrutar en compañía y al alcance de todos. La aventura musical de la Pequeña Juglaresa es un viaje imaginario por la Edad Media, sin las fronteras que marcan los siglos o las páginas de historia de los libros. Por tanto, la Juglaresa conoce a personajes de distintas épocas, pero todos importantes, porque todos le enseñan qué es la música, cómo se hace, para qué sirve y cómo disfrutar de ella.

 

De esta forma, nuestra protagonista visita el Alcázar de Sevilla, donde conoce a los músicos de Alfonso X, que le enseñarán cómo se escribe la música, las notas musicales. También conocerá a la princesa Wallada, en Al Andalus, para tocar ritmos con panderos y darboukas. En un monasterio, descubre la Musicoterapia, una ciencia inventada para curar con música. Y más tarde a Francesco Landini, cuando aún era un niño, pero con habilidades musicales increíbles para su edad.

La Juglaresa en una de las páginas del libreto del CD
La Juglaresa en una de las páginas del libreto del CD

Teníamos estas historias escritas antes de la Pandemia. El disco continuaba su ritmo de grabación, pero seguían apareciendo nuevas ideas, inspiradas por los acontecimientos que estábamos viviendo. En la segunda parte del disco aparece entonces una sección más seria, pero que también es un aprendizaje y una realidad que acompañó a los músicos de otros tiempos: los miedos, la enfermedad o el terror a la muerte.

 

No se asusten porque a nuestra protagonista no le pasa nada malo y el final será feliz. Pero sí vive el momento de las epidemias medievales. Afortunadamente conoce a una trovadora, La Dama de la Torre, donde se refugia con ella en su castillo durante el tiempo que dura la calamidad y mientras tanto, aprende música. Y no os cuento más para no desvelar el final de esta aventura musical.

 

Un doble álbum con un total de 12 piezas musicales y 10 cuentos para disfrutar de historias y músicas medievales: danzas, saltarellos, música de trovadores… interpretadas con un amplísimo abanico de instrumentos: violas, arpa, zanfona, clavisimbalum, organetto, viola de teclas, guitarra medieval… Hemos utilizado más de 40 instrumentos en las grabaciones, ofreciendo así la posibilidad de conocer una amplia diversidad de timbres sonoros. En los cuentos aparecen personajes reales, incluso hemos incorporado situaciones y frases mencionadas en las crónicas de sus vidas. Son en definitiva, relatos para aprender música y la historia que habitaron estos músicos.

 

¡Esperamos que disfrutéis de esta aventura musical!


Cuando los Sueños se convierten en Música

Finales de marzo de 2020. Confinamiento. Recuerdo que los primeros días encerrados en nuestras casas provocaban tristeza, melancolía, incertidumbre y, por las noches, insomnio. Me sucedía mucho que no conseguía dormir sin despertarme constántemente. Y soñaba, soñaba mucho y solía recordar con cierta nitidez lo que mi mente componía en el mundo de los sueños.

 

En una de estas madrugadas en duermevela, soñé que estaba en un aula universitaria de las viejas, con las típicas gradas de tarima de madera y pupitres viejos anclados al suelo. En ese lugar, una mujer joven, con el pelo blanco y largo estaba ofreciendo una conferencia donde explicaba un invento suyo para tocar instrumentos musicales muy pequeños. Tenía un laúd muy chico, casi de juguete, y con la ayuda de unos imanes en sus dedos, conseguía pulsar las cuerdas de la melodía. Comenzó a cantar. En francés.

Desperté. Desperté como me sucedía en tantas ocasiones últimamente. Y al igual que sigo recordando con mucha nitidez aquel sueño, en ese momento seguía la melodía de aquella música en mi cabeza. Rápidamente corrí a encender los equipos de grabación que tengo en casa, cogí un arpa y grabé la pieza, antes de que se olvidara. Muchas veces he soñado con música, pero nunca había sido capaz de recordar las notas del sueño. Esta vez sí.

Titulé esta obra como Nana de los Sueños. Nunca sabré si yo la compuse o fueron mis recuerdos los que hicieron en mi mente este puzzle de notas y ritmo mientras dormía. Es el tema principal de nuestro nuevo trabajo “La Pequeña Juglaresa”, que grabamos durante los meses de confinamiento. El videoclip está realizado con la técnica del cine de siluetas inspirado en las películas de la cineasta alemana Lotte Reineger, de principios del siglo XX, y en los grabados surrealistas del pintor Escher.

 

He querido reflejar el mundo onírico de los sueños, donde cualquier cosa puede suceder y a veces, incluso se hacen realidad, como en el caso de esta música: traspasó las fronteras de los sueños para convertirse en música que podremos escuchar ahora y siempre.

 

Emilio Villalba. Enero de 2021

Nota: el fenómeno de recordar la música de un sueño es una realidad que, aunque poco frecuente, existe. De hecho hay un famoso caso en la historia protagonizado por el violinista italiano Giuseppe Tartini. Según un relato de su biografía, la sonata El trino del diablo, la escribió a raíz de un sueño que tuvo. Cuenta que no fue capaz de reconstruir exactamente la música que soñó, pero sí en buena parte.

 

En mi caso, logré recomponer la melodía, pero nunca sabré qué decía la letra en francés que cantaba la misteriosa dama del sueño.

 

 

El sueño de Tartini de Louis-Léopold Boilly (1824)
El sueño de Tartini de Louis-Léopold Boilly (1824)

Música Encerrada

Miniatura del Libro de los Juegos, s.XIII.
Miniatura del Libro de los Juegos, s.XIII.

 

Estaba nerviosa. No recordaba la última vez que sentía emoción por algo. Desde pequeña había ido pasando de mano en mano, desempeñando los trabajos que le encargaba su amo o su ama. Esta última, viendo que la niña tenía bonita voz y garganta y que le complacía cada vez que cantaba en el harem, había decidido venderla. Le habían dicho que en Córdoba o Sevilla le pagarían un buen precio por ella. La fitna, la guerra civil entre andalusíes, había dejado a más de una familia o superviviente con las arcas vacías y tenía que buscar dinero como fuera.

 

 

 

 

El ama llevó a Nuzha al katib Abu Abdalah Muhammad. Durante la entrevista de compra, el ama le comentó al katib que la niña recitaba poesía, contaba historias, sabía refranes de memoria y que incluso los cantaba e inventaba melodías.

El katib dudó por unos instantes. Conocía las estafas que se producían a diario en el zoco, con la venta de “falsas esclavas”.

Nuzha al-Wahbiyya

 

Nuzha al-Wahbiyya, vivió en los años de la Fitna, la guerra civil cordobesa de Al Andalus, a principios del siglo XI. El mundo de esplendor en el que vivían buena parte de la sociedad andalusí se derrumbaría para siempre. La esclava cantora Nuzha, como muchas otras, solo tuvieron la oportunidad de desarrollar su vida y su arte encerradas en el interior de las casas y palacios. En el harem, la zona más privada de una casa andalusí, Nuzha recitaba poesía, tocaba el laúd, cantaba y entretenía a su señor y a los invitados de sus fiestas. No conocemos más datos de ella, ni tan siquiera, su legado cultural que le hizo sobrevivir en esos tiempos inciertos, ya que nunca se escribieron.

Retrato de Dimitrie Cantemir
Retrato de Dimitrie Cantemir

Dimitrie Cantemir

 

Dimitrie Cantemir fue un príncipe moldavo más interesado en la cultura que en las cuestiones políticas. Con aspecto exótico para las cortes europeas del momento, vestido con casaca a la moda francesa y turbante al estilo turco, llegó a ser miembro de la Academia de las Artes de Berlín, impresionando en diversas giras por palacios de Inglaterra, Francia, Austria..., con sus conciertos de música como instrumentista del tumbur, un laúd de mástil largo tradicional de las zonas del este de Europa y Próximo Oriente, desaparecido en las orquestas musicales europeas del momento.

 

Como a tantos personajes singulares de la Historia, le tocó vivir dificultades y tiempos convulsos. Sufrió un exilio forzoso en Istambul, estando incluso encarcelado. Según algunos historiadores, escribió allí su obra “Historia de la Música Oriental”, libro que se encuentra perdido, hasta la fecha.

Manuscrito Fitzwilliam Virginal Book
Manuscrito Fitzwilliam Virginal Book

El vizconde Fitzwilliam

 

Poco se sabe de este misterioso personaje, autor de uno de los libros más importantes que trata sobre una colección de músicas para instrumentos de tecla: clavicordio, clave, órgano, y virginal. Fechado entre los años 1562 y 1619, el manuscrito, de cientos de páginas, incluye 298 transcripciones para tecla en las que encontramos músicas anónimas y algunas piezas de autores de su época como John Dowland o William Byrd, entre otros.

 

El libro se tituló “Fitzwilliam Virginal Book”, en español “Libro de Virginal de Fitzwilliam”, dedicado a la reina Isabel de Inglaterra. Título dudoso, pues el libro nunca perteneció a la reina. Se piensa que fue escrito por un tal Francis Tregian, un intérprete de teclado aficionado de principios del Siglo XVII, quien puedo haber copiado toda la colección de piezas mientras estaba en prisión debido a sus simpatías con el catolicismo. La autoría del libro sigue siendo un misterio, en realidad.


SER MÚSICO EN TIEMPOS DE CRISIS

"No recordaba haber visto los canales así. Ni en el peor de los sueños imaginaba esa soledad, ese silencio en el que solo rebotaban por las paredes el eco de los remos al chocar en las frías aguas."

 

Barqueros transportando anónimos cadáveres sobre las góndolas, pintadas de negro funerario. Esa era la triste actividad que el músico Tarquino Merula podía contemplar desde las ventanas de su domicilio en Venecia, durante la epidemia de 1630.

 

Se encontraba en la difícil tarea de recomponer la orquesta de la capilla musical de la ciudad de los canales, después de que hubieran muerto la gran mayoría de sus músicos a consecuencia de la pandemia.

No es la primera vez que a lo largo de la Historia, los músicos se ven obligados a detener su actividad por epidemias, guerras, crisis… Seguramente sufrirían tanto o más que nosotros. Pero siguieron su camino. Siguieron creando, componiendo, escribiendo nuevas obras. Recordemos, al azar, algunas de estas historias.

Amadeus Mozart

Amadeus Mozart
Amadeus Mozart

Con 8 años, el pequeño Mozart era llevado por su padre de gira europea, con un pequeño pianoforte. “Mis hijos están acostumbrados al trabajo, (...) las cuentas salen bien”. (cartas de Leopoldo Mozart, año 1764). Sin embargo, en Viena surge una epidemia de viruela que obliga a la población a refugiarse en sus casas. El propio Mozart enfermó perdiendo la vista durante días. Las cosas irían aún a peor, porque al enviudar la emperatriz María Teresa, el luto de la corte paralizaría toda la actividad musical durante mucho tiempo. Se cancelaron conciertos, encargos, óperas...

Manuel de Falla

Manuel de Falla
Manuel de Falla

Fue la mano que escribiría las 7 Canciones Populares, el Retablo de Maese Pedro, El Sombrero de Tres picos, El Amor Brujo, La Danza del Fuego, Iberia, Atlántida… Un artista que vivió la Crisis de 1898, la Primera Guerra Mundial, la Gripe española de 1918, el Crack de 1929 y si, por si fuera poco, los crueles inicios de la Guerra Civil Española, durante el alzamiento militar en Granada, en el verano de 1936.

Enrique Granados

En enero de 1886 Enrique Granados consiguió su primer trabajo tocando el piano en el Café de las Delicias de Barcelona, para amenizar durante cinco horas diarias a los clientes del establecimiento, con un sueldo de 1200 pesetas anuales, (12 euros actuales). Después de muchos años de tesón y esfuerzo, (no entraremos aquí en contar su biografía), llega el culmen de su carrera: estrenar una de sus obras con orquesta en New York. Todo un éxito. Éxito que tendría un final amargo. Regresando a España, su barco, el Sussex, es “confundido” con un barco de guerra por un submarino alemán, que lanzando un certero torpedo, lo parte por la mitad. Granados ve que su mujer ha caído al agua y se lanza para salvarla. El mar se los tragaría a las 15:00 horas del 24 de marzo de 1926.

Enrique Granados
Enrique Granados
Restos del barco Sussex, donde viajaba Enrique Granados
Restos del barco Sussex, donde viajaba Enrique Granados

10 CONSEJOS PARA GRABAR TU PROYECTO DE MÚSICA ANTIGUA. Parte I

Si tienes un proyecto musical, ya sea en solitario o en ensemble, es necesario que tengas grabaciones para que se pueda escuchar tu trabajo. Estas grabaciones son fundamentales para dar a conocer la música que interpretas, tanto para el público en general, como para programadores de festivales.

 

La calidad de estas grabaciones no siempre depende de los recursos con los que se disponga. Tras años de experiencia trabajando en un estudio de grabación, he podido ver cómo músicos de alto nivel realizaban malas grabaciones, mientras que en otras ocasiones, aficionados y músicos con menos nivel técnico conseguían grabar sus maquetas con un resultado más que óptimo.

 

¿De qué depende? En este artículo os propongo algunos consejos para realizar una grabación musical profesional, aprovechando lo máximo posible los recursos materiales y el tiempo del que se disponga.

1. Selecciona con criterio qué vas a grabar.

 

Antes de abordar un proyecto de grabación es necesario tener claro para qué nos van a servir esas grabaciones: ¿para un videoclip? ¿para un concurso? ¿para mostrar nuestra música a un festival?

Si tomamos como caso grabar música para un festival, tendremos que pensar en qué músicas de nuestro repertorio identifican mejor el proyecto que queremos vender y cuáles tocamos mejor. Normalmente nos bastaría con tener dos o tres piezas grabadas, por lo que seleccionaremos cuatro de nuestro repertorio; así, siempre podremos elegir el mejor material y descartar las piezas que hayan quedado peor.

 

2. Estudia y ensaya las obras.

 

Tanto si vas a grabar en solitario, como si lo váis a hacer en conjunto, es fundamental estudiar muy bien las obras. Tienen que estar muy claros los arreglos, las partes de los temas, dónde entra cada uno, etc. Leer muy bien a primera vista no significa que se vaya a realizar una buena grabación (he grabado en ocasiones a solistas de orquestas sinfónicas y ponerse a temblar cuando les colocas los micrófonos).

Conocer bien las obras que se van a grabar te dará confianza en la sesión, ya que lo normal es tener un poco de nervios, (sobre todo si hemos alquilado un estudio y tenemos que ser eficaces). También se trata de tener respeto por el resto de compañeros del ensemble y hacer un buen trabajo entre todos. Que nadie diga que no te sabías tu parte.

 

3. Elige un lugar de grabación adecuado.

 

Más de una vez, un ensemble me ha contratado para una grabación, citándome en una iglesia. Aunque sea un lugar bonito para un concierto, no siempre es adecuado para una grabación: no se controlan los delays ni reverberaciones, se filtran ruidos urbanos (motocicletas, autobuses…), o el tiempo de grabación está limitado por el horario del sacristán, por ejemplo.

Yo prefiero grabar en entornos donde se pueda controlar casi 100% el sonido. En la actualidad disponemos de recursos digitales para imitar la sensación acústica de cualquier entorno: interior de un palacio, un castillo, una catedral… Por tanto, un estudio de grabación, un aula de una escuela de música o incluso un salón de una casa, pueden dar unos resultados más que satisfactorios. En la mezcla final podemos añadir efectos que nos hagan creer que se ha tocado la música dentro de un templo.

 

4. Grabar todos juntos o por separado?

 

Aunque seáis un ensemble y lógicamente tocáis juntos sobre el escenario, no significa que para una grabación tenga que hacerse necesariamente así. La técnica multipista es un recurso por el que cada instrumento se graba por separado, en diferentes sesiones. Permite rectificar y mejorar tomas de audio por separado que no nos gusten, por lo que cada músico podrá elegir qué parte de las sesiones realizadas le gusta más.

Otra ventaja es que podemos controlar mejor el sonido de cada instrumento en la grabación: si en el grupo hay un percusionista, es normal que su sonido “se cuele” por los micros del cantante, o de un instrumentista de cuerda, por ejemplo, si grabamos todos a la vez en una misma sala. Un recurso interesante es realizar un toma todos juntos, para tener una pista de referencia donde haya matices de tempo y la sensación de tocar en conjunto y luego, grabar cada uno su instrumento en pistas independientes, mezclando todo al final.

 

5. Haz caso al técnico

 

Tanto si vas a grabarte con un mp3 portátil como en un estudio, el técnico que maneje la grabación es posiblemente quién esté más cualificado para realizar con éxito el proceso. Aunque sepas mucho de Ars Nova, de Monteverdi o de Tomás Luis de Victoria, el técnico sabrá mucho también de frecuencias, hertzios, de qué micros usar y dónde colocarlos. No nos olvidemos que la grabación es un proceso tecnológico de nuestro tiempo. También es muy normal que el técnico de sonido sea también músico y que toque incluso mejor que nosotros. Sed prudentes con él y hacedles caso.

6. Sé profesional durante la grabación

 

Tu actitud durante una grabación es muy importante. Compórtate y mantente concentrado durante el trabajo que hay que realizar. Están muy bien las bromas y las risas, pero que no ocupen el tiempo fundamental del trabajo. He conocido a muchos músicos que ocultaban sus carencias a través de chistes y bromas innecesarias. Esto solo ralentiza el trabajo de una producción y va en detrimento del resultado final.

 

7. Afina los instrumentos

 

Aunque el tiempo apremie, es necesario parar muchas veces una grabación para comprobar que los instrumentos están perfectamente afinados. El problema de muchas grabaciones son esos desajustes de décimas entre algunos instrumentos que luego hay que solucionar añadiendo efectos de reverberación. Es una pena que una buena toma interpretativa esté desafinada con respecto a otro instrumento. Lo mismo con las voces: ¡el autotune es el último recurso!

 

8. Párate a escuchar lo que has grabado

 

Cuando estamos interpretando una pieza musical, muchas veces no somos realmente conscientes de cómo está sonando: ¿está bien el tempo? ¿está bien su intensidad? ¿está bien la ejecución? Cuando estemos en el estudio, es un buen ejercicio comenzar a grabar directamente desde las primeras tomas de sonido y ensayos. Estas muestras nos sirven para ver cómo estamos interpretando la música que queremos grabar y así corregir lo que consideremos oportuno cuando vayamos a grabar “en serio”.

 

9. Tómate un descanso

 

No hay que cansar ni al técnico ni a los compañeros. Es bueno tomarse descansos cada cierto tiempo. No olvidemos que trabajamos con nuestro propio cuerpo: las manos se cansan, los oídos se cansan, y la concentración puede disminuir. Después de intentar grabar algo que no nos sale es bueno parar e intentarlo después de un descanso. Suelen salir muy buenas tomas después de un buen reposo.

 

10. Respeta a tus compañeros de grabación

 

Más de una vez, en el estudio de grabación donde trabajaba, he visto salir llorando a algún músico porque el director de la grabación era demasiado exigente y no tenía paciencia. Esto no puede ocurrir. Trabajamos con personas y cada uno tiene su mundo interior y su forma de ser. Hay gente que resuelve y otras personas que necesitan más tiempo para sacar lo mejor de sí en un estudio de grabación. Hay que ser comprensivos y empáticos. No nos creamos los mejores, ni mejores que los demás y ayudemos a nuestros compañeros en todo momento. El éxito de una buena grabación consiste en que todas las personas implicadas se sientan agusto con el trabajo que están realizando y con su aportación al producto final.

 

Emilio Villalba 

El Códice de los Músicos

 

Hacía calor aquella tarde, incluso más de lo normal para ser finales de septiembre. Algunos de los trovadores que habían acudido a la corte de Alfonso, en Sevilla, viajando de norte a sur, trataban de refrescarse a la sombra de los jazmines, o cerca de los estanques y fuentes del Alcázar.

 

En el interior de uno de los salones, un pintor pedía a sus aprendices que se apresuraran en la preparación de los colores: ocres, bermellón, azul lapislázuli...  Pronto oscurecería y no podría ilustrar con precisión aquellos instrumentos que el rey había ordenado representar en su querida obra. Mientras tanto, el maestro trazaba los contornos de la silueta del músico, al que pidió que le mostrase el instrumento, pues quería pintar con máximo detalle las clavijas, los puentes, las cuerdas y todos los elementos que lo componían.

 

Una vez hubo terminado de contornear, el músico volvió a colocarse el instrumento sobre el regazo. Era un salterio, un arpa de caja de un dulce sonido. Comenzó a tocar algunas de las cantigas en las que había estado trabajando junto a los otros trovadores y junto al rey. La música resonaba por cada rincón de la sala iluminando de otra luz la penumbra de la tarde.

 

De los cuatro libros que se conservan de las Cantigas de Santa María, elaborados por la corte de Alfonso X, El Sabio, durante el s.XIII, uno de ellos es el llamado “Códice Príncipe” o “Códice de los Músicos”, y se conserva en la Biblioteca del Escorial (Madrid, España). En este libro, además de las cantigas, aparecen representados en ricas y detalladas miniaturas toda una colección de instrumentos musicales: violas, rabeles, gaitas, tamboriles, arpas, laúdes, citaras, axabebas…

 

También aparecen multitud de cítaras o psalterios, de diversas formas y tamaños. Este tipo de instrumentos debieron ser muy utilizados por la gran cantidad de veces que aparecen representados. Se les atribuían propiedades místicas a la música que se podía hacer con ellos, pues según tratados como el Protéptco, escrito por san Clemente de Alejandría, "Dios es una cítara, una flauta y un templo y la música crea la armonía del universo".

Miniaturas de músicos con instrumentos en el llamado "Códice de los Músicos", uno de los cuatro libros que se conservan de Las Cantigas de Santa María, s.XIII.
Miniaturas de músicos con instrumentos en el llamado "Códice de los Músicos", uno de los cuatro libros que se conservan de Las Cantigas de Santa María, s.XIII.

 

Me llama la atención especialmente uno de estos salterio, o arpa de caja: el que aparece en la cantiga número 290. En esta miniatura vemos un instrumento de grandes dimensiones, con forma de media ventana. Las cuerdas están anudadas a unos cordales en grupos de cuatro, para tensarse finalmente al otro extremo a las clavijas, situadas en el lateral curvo de la caja armónica.

 

Los salterios que vemos representados en las distintas fuentes iconográficas medievales, tanto en pintura como en escultura, nos muestran una gran variedad de formas: triangulares, cuadrados, trapezoidales… Esta representación en concreto es muy singular, tanto por la forma, los cordales y la postura en la que el músico lo sostiene. Si bien hay una gran variedad de formas de salterios, lo mismo ocurre con las opiniones y teorías acerca de este instrumento dibujado en el códice alfonsí.

 

Lo primero es saber su afinación, pues por su forma es difícil que se pueda encordar con cuerdas de tripa de la época, como un arpa, teniendo una escala de notas graves a agudas con distintos calibres. Es por ello que algunos estudiosos opinan que se afinaría por “acordes”. Si bien en la práctica es posible, es un tanto extraño que los músicos de las cantigas usaran un instrumento para hacer acordes en música modal.

 

Salterio de la cantiga nº 290. "Cantigas de Santa María, s.XIII.
Salterio de la cantiga nº 290. "Cantigas de Santa María, s.XIII.

 

Otra de las curiosidades es la pose del músico para tañer el instrumento: aparece mostrándolo al espectador, sujetándolo con la mano izquierda y pulsando las cuerdas con la derecha. Algunos músicos optan por recrear esta postura al tocar este instrumento en concreto. Sin embargo, además de ser una postura antinatural e incómoda, no es muy común a la hora de tañer un salterio, según el resto de modelos iconográficos conservados, donde el músico suele tenerlo apoyado en el regazo para usar las dos manos, o en vertical, como un arpa.

 

Como a mi me suele gustar pensar las cosas de otra manera, o darle vueltas a las cosas, creo que el músico no estaba tocando en el momento en el que el iluminador lo pintaba. Pienso que el modelo mostraba el instrumento para que se viera bien. Hay que recordar que la pintura medieval se caracteriza por una ley de la frontalidad, donde no hay perspectiva y se pintan los elementos de forma plana: cabezas de perfil, o de tres cuartos (en raras ocasiones de frente); torsos frontales, mientras que los pies aparecen de lado, o de tres cuartos, etc. Si el iluminador hubiera pintado el instrumento mientras que el músico lo tenían en el regazo, habría pintado una franja alargada de madera:

 

Interpretación libre de cómo podría haber pintado el iluminador el salterio desde una perspectiva completamente frontal.
Interpretación libre de cómo podría haber pintado el iluminador el salterio desde una perspectiva completamente frontal.

 

También creo que es posible que las proporciones no sean las correctas y que la curva fuera más pronunciada, con mayor diferencia de longitud vibrante entre las cuerdas graves y agudas, para así poder tener una escala diatónica como en un arpa. En otras miniaturas de libros alfonsíes vemos estos “errores” de proporciones, como en el arpa que aparece dibujada en una de las miniaturas del “Libro de los Juegos”.

 

"Libro de los Juegos", de la corte de Alfonso X. Jugadores de ajedrez con arpista.
"Libro de los Juegos", de la corte de Alfonso X. Jugadores de ajedrez con arpista.

 

¿Y por qué cuatro grupos de cuerdas agrupadas en cuatro? Posiblemente sea por necesidades de construcción: al estar anudadas a los cordales, es la única fórmula que podría haber pensado el constructor que hizo ese instrumento en concreto. Hay que recordar que en aquel momento no existe una industrialización, ni talleres reglados de instrumentos musicales y cada maestro los fabrica según sus conocimientos.

 

Salterio basado en la cantiga 290 de las Cantigas de Santa María. Detalle de los cordales. Luthier: Asier de Benito (Valencia)
Salterio basado en la cantiga 290 de las Cantigas de Santa María. Detalle de los cordales. Luthier: Asier de Benito (Valencia)

 

Por último, otra de las discusiones entre musicólogos, estudiosos, aficionados y entendidos es acerca de los materiales con los que se construían estos instrumentos. En este salterio en cuestión se usó pino abeto para la tapa armónica, nogal para el fondo y los aros, cuero para los cordales, pergamino para las decoraciones de las rosetas y ébano para las clavijas y puentes. El ébano, pese a opiniones contrarias de “expertos”, se conocía perfectamente durante la Edad Media y se usaba para trabajos de ebanistería (de ahí la palabra), fundamentalmente para muebles y obras de gran calidad, donde se necesitaba una madera de gran dureza. Las propiedades del ébano eran muy valoradas por los artesanos medievales. En Al Andalus se exportaba en embarcaciones que atravesaban el estrecho, provenientes del Sahara. "En estos cargamentos se traían desde esclavos, oro, seda, marfil, pieles y ébano, cruzando desde Siyilmasa" (actual Marruecos). Crónicas del andalusí Al Zuhri, s.XII.

 

...Y este instrumento suena así:

 


Ser músico y no morir en el intento

Las tardes de otoño cada vez eran más cortas y cuando el reloj de la plaza tocó la novena campanada apenas había mercaderes surcando las calles del burgo. Había llovido y varios niños huérfanos, que malvivían de lo que podían ganarse a base de pequeños hurtos en las tardes de mercado, lanzaban bolas de barro a un curioso condenado situado en un rincón de la plaza.

 

Encadenado a lo más alto de una pequeña torre, en un lateral de la plaza mayor, junto al ayuntamiento, un forastero desgreñado cantaba y tañía la viola. Custodiado por dos guardias, estaba obligado a tocar y cantar sin parar. Un vagabundo que pasaba por allí,  explicó a los niños que ése era el castigo por el delito de blasfemia, y por escribir letras de canciones criticando a la nobleza y a los poderosos del burgo.

 

Comenzó a llover de nuevo, y los niños y el vagabundo se cobijaron bajo los soportales de la plaza. El músico reo seguía cantando, con una voz cada vez más lánguida y rota, acompasada por el murmullo de las gotas de agua salpicando los tejados.

Durante la Edad Media y hasta bien entrado el s. XVIII, había que tener cierto cuidado con la música que se tocaba y cantaba. Músicos callejeros, como los juglares, interpretaban poemas musicales, llamados “sirventés”, cuya temática era en ocasiones una crítica sobre temas políticos, sociales, o burlas respecto a algún noble o personaje eclesiástico.

The Dutch Proverbs. Pieter Brueghel el Viejo 1559. Detalle
The Dutch Proverbs. Pieter Brueghel el Viejo 1559. Detalle

Se conocen algunas biografías de estos “polémicos” músicos, que denunciaban las injusticias de la sociedad que les tocó vivir a través de canciones y música, recitando de plaza en plaza y  de villa en villa, los males y problemas del mundo. Cercamón o Marcabrú, fueron dos de estos juglares. De condición humilde y de vidas itinerantes, viajaban de aquí para allá con sus polémicos y satíricos sirventés, composiciones ácidas, irónicas y críticas. En más de una ocasión tuvieron problemas con las autoridades, hasta el punto de perder la vida debido a las letras ofensivas de sus canciones.

Hacer “mala música” estaba penado por las autoridades del momento. “Mala música” significaba escribir textos y letras criticando o burlándose de los poderes públicos, de los reyes, de los nobles o del clero. Las penas podían variar según la gravedad de las palabras empleadas en las composiciones. Existían patíbulos, que consistían en una pequeña torre, donde el condenado estaba obligado a tocar música sin parar. Mientras permanecía allí, era objeto de todo tipo de burlas por parte del resto de ciudadanos: les tiraban coles podridas, les escupían, los insultaban y los humillaban. A veces, podían incluso sufrir amputaciones de orejas o manos, que eran clavadas en la torre, para que todo el mundo las viera.

 

Este tipo de castigos y vejaciones se extendieron por toda la Europa medieval. Incluso se extendió hasta los siglos XVII al XVIII: en Italia existió la Flauta del Alborotador, una especie de cepo que ataba al reo por el cuello y le apretaba las manos. Esta tortura era fundamentalmente una forma de exposición a la vergüenza pública y muy dolorosa.

Instrumento de tortura "Flauta del Alborotador". Museo de la Inquisición, Cantabria.
Instrumento de tortura "Flauta del Alborotador". Museo de la Inquisición, Cantabria.

Algunas veces, a los que trabajamos en la música nos preguntan “¿y te merece la pena?”. Mientras que no nos coloquen la Flauta del Alborotador, o no te corten una oreja o las manos…

 

 

Para Saber Más...

 

Marcabrú. Juglar francés del s.XII. De condición humilde, siempre componía sirventés satíricos, criticando la sociedad de su tiempo.

 

Cercamon. Juglar de la gascuña. Algunas biografías cuentan que le dieron muerte, pues "había hecho mucho mal con su música".

 

Sirventés. Poema musical desarrollado por juglares y trovadores durantes los ss. XII-XIII, caracterizado por textos satíricos.

 

 

Un Rey músico o un músico que era Rey

Miniatura del Libro de las Cantigas de Santa María. Se piensa que esta ilustración es un retrato de Alfonso X, tocando la viola en su trono.
Miniatura del Libro de las Cantigas de Santa María. Se piensa que esta ilustración es un retrato de Alfonso X, tocando la viola en su trono.

-¿Lo tienes, maese Ayras? ¿Has anotado todo? -preguntó el rey al clérigo que transcribía lo más rápido que podía, aquella melodía sobre el pergamino.

 

-Me temo que no del todo, mi señor, -respondió-. ¿Podéis pedir a vuestro músico que repita y con menos adornos y florituras? La escritura y los símbolos de la música no permite plasmar todo lo que sus dedos tañen sobre el instrumento.

 

El rey pidió a aquel músico que volviera a tocar esa melodía, mientras que, él mismo, canturreaba un poema, tratando de encajar cada palabra y cada verso entre aquellas notas:

 

Tanto quér Santa María

os que ama defender,

que non sofr’ en nulla guisa

leix-los escarnecer…

 

-¡Más despacio Yusuf! -inquirió el monarca al músico sevillano- ¿No os dáis cuenta de que no consigo cantar la melodía? ¿Acaso no os interesa saber lo que aconteció a unos infieles que se burlaban de un hombre que rezaba?

Yusuf era un músico de la corte de Alfonso. Lo había conocido en Sevilla. Decían de él que conocía un sinfín de zéjeles y melodías antiguas y que era un maestro tañendo la vihuela de péñola. Al monarca le gustaba su compañía, pues conversaban muchas veces acerca de los reyes antiguos de Al Andalus. Yusuf le hablaba al Rey Sabio historias sobre Alhakem, califa de Córdoba y amante de los libros. De cómo leía con mimo y atención todos los de su biblioteca, haciendo anotaciones sobre lo que aprendía. De cómo sabía también arreglar instrumentos, pues una vez consiguió mejorar el sonido de la flauta de uno de sus músicos de palacio.

 

Historias también sobre Almutamid, rey poeta de Sevilla. Muchas noches, el rey sabio había paseado por los antiguos restos que seguían en pie del viejo Alcázar de Almutamid, destruido por los Almohades, tratando de empaparse de inspiración poética. Sí, Alfonso deseaba parecerse a aquellos viejos reyes sabios y poetas.

 

Ayras Nunes sacó al rey de su ensoñación meditabunda:

 

-¡Ya está! Aquí tenéis toda la música escrita mi señor. Ahora resta poner el texto…

Músicos en las Cantigas. De izquierda a derecha, tañedor de laúd y de rabel.
Músicos en las Cantigas. De izquierda a derecha, tañedor de laúd y de rabel.

Segunda mitad del s.XIII. Alfonso X, hijo de Fernando III, se encuentra con un reino sumergido en constantes problemas: mudéjares que abandonan las tierras conquistadas por castellanos, hijos disconformes con las herencias otorgadas, guerras y descrédito por parte de la nobleza. El rey sabio sólo se siente feliz rodeado de traductores, músicos y poetas.

 

Desde su juventud ya había iniciado el camino del conocimiento y la producción literaria, traduciendo al castellano un cuento procedente de oriente, Calila y Dimna. Otros volúmenes serían las Tablas Alfonsíes, El Libro de Astronomía, o La General Estoria (entre otros), pero sin duda, su obra más universal sería El Libro de las Cantigas de Santa María.

 

Alrededor de 420 cantigas componen esta magna producción, que trata sobre milagros de la Virgen Sta. María, musicalizados al estilo del zéjel andalusí y transcritos en notación mensural. En algunas de sus páginas se añadieron miniaturas que ilustran con viñetas representaciones figurativas de los relatos. Incluso también, una amplia variedad de instrumentos, con los que posiblemente interpretaron estas canciones.

Ilustración en las Cantigas. Músicos y escribas, con el rey dirigiendo en el centro. A la izquierda, músicos con violas. A la derecha, músicos con cítolas.
Ilustración en las Cantigas. Músicos y escribas, con el rey dirigiendo en el centro. A la izquierda, músicos con violas. A la derecha, músicos con cítolas.

El rey se ayudó de toda una corte de intelectuales, asesores, músicos, escribas, pintores y poetas, que recopilaban las leyendas y las músicas tradicionales que se conocían en el reino, si bien, es muy posible que se compusieran una gran cantidad de cantigas nuevas. El propio rey gozó de inspiración propia para escribir alguna que otra música, tal y como rezan estas anotaciones en su obra:

 

Quero seer oy mais seu trobador, (...)  ca per el quer eu mostrar

dos miragres que ela fez

 

“Estaba loco y leproso”, dijo su hijo, Sancho IV, cuando accedió a los aposentos privados de su padre Alfonso, que había fallecido hacía unos días en Sevilla. Cogió entre sus manos una viola que descansaba sobre el frío lecho del difunto. No consiguió arrancarle ni una sola nota. No comprendía cómo a un monarca podían haberle interesado tanto esos pasatiempos de juglares y poetas.

Libro de las Cantigas. A la izquierda, textos preparados para escribir la notación musical. A la derecha, ilustraciones para narrar la historia.
Libro de las Cantigas. A la izquierda, textos preparados para escribir la notación musical. A la derecha, ilustraciones para narrar la historia.

Quizá la música fuera ya el único consuelo que le quedara al rey sabio, aquejado de fuertes dolores de mandíbula, pues el cáncer le había ganado su última batalla. No quería saber nada de reinos, ni de nobles, ni de tierras. El 4 de abril de 1284 moría en Sevilla. Había muerto un rey que era músico, o un músico que le había tocado ser rey…

 

Cantiga "Tanto Quér Saanta María, del libro de las Cantigas. Alfonso X, s.XIII. Emilio Villalba: vihuela de péñola. Sara Marina: riq.

Para saber más..

 

Libro de Las Cantigas de Santa María, de la corte de Alfonso X El Sabio.

 

Notación mensural. Sistema de notación extendida y desarrollada en la Europa del s.XIII, que permitía escribir melodías con ritmos complejos, en cuanto a la duración y altura de cada nota.

 

Ayras Nunes. Clérigo y trovador galaico que trabajó, junto con otros trovadores, en el libro de las Cantigas.

 

Cantiga "Tanto quer Santa María", (Cantiga nª 286). Cuenta como la Virgen hace que caiga un portón sobre unos judíos que se reían de un hombre que rezaba.

 

Yusuf. Aparece este nombre como músico andalusí contratado en las bodas de Sancho IV.

 

Zéjel. Composición poética y musical desarrollada en Al Andalus con estructura de copla - estribillo - copla - estribillo. Las cantigas se basan en esta forma músico-poética, incorporando y transformando muchas de esas canciones tradicionales andalusíes.

 

Vihuela de péñola. Guitarra medieval que se tocaba con una péñola o púa.

 

Alhakem II. Califa de Córdoba, hijo de Abderraman III. Es famoso por su interés en el arte, la literatura y las ciencias. En el libro El Conde Lucanor, aparece un relato en el que se cuenta cómo arregló un albogón (flauta medieval) para que sonara mejor.

 

Almutamid. Rey poeta de Sevilla, en el periodo de reinos de taifas. Su Alcázar fue destruido por la invasión almohade. Cuando Alfonso X se instala en Sevilla, reconstruye parte de este viejo palacio en estilo gótico.

 

Alfonso X El Sabio. Reina en los territorios de castilla durante el s.XIII. En los últimos días de su vida, se dijo de él que estaba loco y con lepra, pues se había encerrado en sus aposentos y no recibía a nadie. Estudios recientes plantean la hipótesis de que sufriera un cáncer de mandíbula que le provocaba terribles dolores y le deformaría el rostro.


Un laúd roto

Ocurrió una tarde de verano en Sevilla. Eran las siete en punto en una ciudad desierta de transeúntes, cuyo silencio solo se rompía con la voz rota de algún turista despistado, que sin saber la realidad de los “40 grados a la sombra”, se paseaba, casi arrastrándose, por el Barrio de Santa Cruz susurrando “Oh my God!”...

 

Por fin nos abren la puerta trasera de los Alcázares y puedo disfrutar de unos segundos de sensación de frescor, traspasando los patios interiores, galerías y jardines, hasta llegar a la zona del escenario. Allí, el sol sigue mandando, como si hambriento quisiera tostar todo lo que aún está a su alcance y tuviera antojo por devorarnos asfixiados y sudorosos.

 

Comienzan las pruebas de sonido. Con tranquilidad voy afinando una a una las clavijas de mi viejo laúd cuando, de repente, un crujido seco hace estremecerse a todo el instrumento. El clavijero se había rajado en su unión con el mástil. Me acababa de quedar sin instrumento a dos horas antes de empezar el concierto. Yo también suspiré… “Oh my God”...

 

El resto de compañeros de grupo continuaban las pruebas de sonido.

Con cierta calma, más bien por el atontamiento del calor que por otra cosa, reviso la parte dañada: el clavijero de un laúd se une al mástil del instrumento a través de un hueco en forma de cuña, donde suele encajar perfectamente. En el mío, el clavijero, al tener casi rota esa unión, estaba a punto de salirse.

 

Mientras pensaba qué podía hacer bebía agua de mi botellita, aflojando con cuidado y mimo las clavijas del instrumento, rebajando la tensión. A la desesperada se me ocurre una idea disparatada: echar agua a la madera, en ese pequeño hueco en cuña, para que se hinche y la unión quede más justa. Cojo la botella y comienzo a humedecer esa zona. Presiono el clavijero y tenso nuevamente el instrumento… ¡Aguanta!

Plano y alzado de un laúd
Plano y alzado de un laúd

Y vaya que si aguantó. No recuerdo realmente qué tal fue mi interpretación en aquel concierto, que se me hizo interminable, más preocupado por que el instrumento aguantase, que por la música que podía sacar de él.

 

Lo que sí sé, es que por mucho que hayas estudiado el repertorio de un concierto, por mucho que hayas soñado con lo bonito del escenario, con el momento del espectáculo, nunca puedes imaginar qué te va a suceder justo antes de hacer música. Desde luego, el momento de la rotura del instrumento, ¡eso sí que fue un espectáculo! Sobre todo, la carita que yo tendría en ese momento… Oh my God!

Y mientras sigo recordando historias, os propongo esta improvisación a laúd solo. Esta vez, con uno nuevo :-)


música desde las cenizas

Capitel de los músicos de Córdoba, en el Museo Arqueológico de Córdoba
Capitel de los músicos de Córdoba, en el Museo Arqueológico de Córdoba

-¡Quemadlos todos!

-Pero mi señor Almansur, aquí hay obras que no creo que ofendan a nadie: hay libros de medicina, botánica… música…

-¿Acaso no me habéis oído? He dicho que los queméis todos. ¡Y a tí también te quemaremos si no obedeces de inmediato!

 

A finales del siglo X la biblioteca de Medinat al Zahara, en Córdoba, es destruida y saqueada. Los casi 400 mil volúmenes de ciencia, astrología, música, medicina, se reducen a cenizas. El trabajo de traductores, copistas e iluminadores es pasto de las llamas y de la furia de los imanes de Córdoba, que consideran peligrosos y heréticas esas obras.

 

Una de las obras perdidas para siempre fue la primera copia de “El Libro de las Canciones”, el denominado Kitab Al-Agani. Se trataba de un libro adquirido por el califa Al-Hakam II, por 1000 monedas de oro. Un libro donde se habían recopilado los poemas y músicas de poetas y cantores.

Por desgracia, no sería la última vez que los cielos de nuestras ciudades se cubrieran de humo y olvido con la hoguera de la intolerancia. En la Granada de 1502, el Cardenal Cisneros formaría una pira funeraria con 5000 libros en la plaza Bib-Rambla, sacados de la Madraza, por orden de los Reyes Católicos. Juan de Vallejo lo describe en su crónica: “(...) Miles de libros del Corán y otras ciencias fueron quemados en una plaza pública de Granada a la vista de todo el mundo". "Las bibliotecas y los archivos del reino nazarí fueron quemados. Una vez destruida su memoria escrita, sólo les quedaba la transmisión oral para conservar su identidad histórica…".

Carta de los Reyes Católicos sobre la quema de libros en 1502.
Carta de los Reyes Católicos sobre la quema de libros en 1502.

Siempre ha sido más fácil destruir que crear.

 

Avanza el otoño y estamos terminando nuestro próximo trabajo discográfico dedicado a la Música de Al Ándalus. El hecho de no disponer, todavía hoy, en la actualidad, de ninguna partitura original de Al Andalus, es todo un reto para el investigador, recreador, intérprete, llámenlo como prefieran, de las músicas que se crearon en Al Andalus.

 

Y digo “músicas”, porque 700 u 800 años dieron para mucho. Tendemos a reconocer como estilo andalusí una pequeña parte de lo que pudo haber sido la música que se ha conservado a través de la tradición oral en los países de acogida de los exiliados, moriscos, judíos o cristianos herejes. Aunque personalmente, a mi nunca me gustó etiquetar a las personas por sus credos.

Kitab Al-Agani, o Libro de las Canciones
Kitab Al-Agani, o Libro de las Canciones

700-800 años de música equivalen a una evolución artística enorme, llena de influencias, de avances estéticos, estilísticos. La música que se compuso y cultivó en Al Andalus, lógicamente tuvo que evolucionar: no sonarían igual las canciones que disfrutaba Al-Hakem en su preciado libro, que las que pudo escuchar Boabdil en la Granada del s.XV. Basta con pasearse por los restos de Medina Azahara y compararlos con los Palacios nazaríes de la Alhambra, para ver cómo hay una evolución, un refinamiento, una superación del artista por crear un arte perfecto.

 

Queda pues mucho por investigar, por rebuscar en las crónicas, detectar en la música de los siglos posteriores el sustrato que dejó la impronta del artista andalusí, de las composiciones de aquellos músicos que siguieron interpretando música “a la mahometana”. De aquellos músicos que cambiarían su nombre en árabe, para llamarse Fernando, Manuel, Alonso…, en una conversión forzosa para conservar su vida, su trabajo, pero no su memoria, que se disiparía como las cenizas de sus libros quemados.

 Ilustraciones de Christoph Weiditz. Este pintor alemán reflejó los vestidos y costumbres de los moriscos en su viaje por España (1529)
Ilustraciones de Christoph Weiditz. Este pintor alemán reflejó los vestidos y costumbres de los moriscos en su viaje por España (1529)

En recuerdo de la memoria de estos artistas, antepasados nuestros, quién sabe si quizá parientes, sigo afanado hoy, en esta mañana de otoño, terminando los ajustes, sonidos y detalles del disco, que espero sea el comienzo de una senda interesante y aventurera. Por cierto, y hablando de aventura: en 2003 se hallaron en Cútar, un pueblo de la sierra de Málaga, durante unas obras de remodelación en una vieja casa, tres libros en árabe: un Corán y dos libros de cuentas.

 

Estoy pensando ahora si dejar por un momento de trabajar en el disco, y ponerme a taladrar paredes en casas abandonadas, a ver si me encuentro algo interesante. ¿Quedarán aún tesoros por descubrir? Segurísimo que sí.

Dejad de prender fuego a pergaminos y papeles,

y mostrad vuestra ciencia para que se vea quién es el que sabe.

Y es que aunque queméis el papel

nunca quemaréis lo que contiene,

puesto que en mi interior lo llevo,

viaja siempre conmigo cuando cabalgo,

conmigo duerme cuando descanso,

y en mi tumba será enterrado luego.

 

Ibn Hazm. En Sevilla, s.XI. Poema que escribió sobre la quema pública de sus obras.

Para Saber Más

 

Biblioteca de Al-Hakam II

Durante el s.X, el califa cordobés Al-Hakam II, patrocinó la colección de libros más importante de occidente: 400 mil volúmenes de todos los saberes, ciencias y artes del momento. La biblioteca se encontraba en  Medina Azahara, a las afueras de Córdoba. La biblioteca fue arrasada a su muerte, por orden de Almansur, para conseguir el apoyo de los religiosos de Córdoba. Tan solo se conserva un solo libro en la Biblioteca de Fez, en Marruecos. Es lógico que algunos libros se salvaran o fueran escondidos o robados antes de la quema.

Se sabe que este ejemplar pertenecía a esta biblioteca porque Al-Hakam hacía anotaciones en cada uno de sus libros.

 

Al-Hakam II

Segundo califa de la Córdoba del s.X. Hijo de Abderraman III

 

Almansur.

Abu ‘Amir Muhammad ben Abi ‘Amir al-Ma’afirí, llamado en al-Ándalus al-Manṣūr billah. Fue un caudillo militar que se hizo con el poder, tras la muerte de Al-Hakam. La endeblez del sucesor al califato, provocó que Almansur, o Almanzor tomara el poder y el gobierno de Al Andalus.

 

Boabdil.

Último rey de Granada. Entregó la ciudad a los Reyes Católicos en 1492.

 

Quema de libros de 1502

Real Carta de los reyes Católicos. Granada, 12 de octubre de 1502.

(...) Por lo cual os mandamos (...) traigan ante vos las dichas nuestras justicias todos los libros que en nuestra jurisdicción estuvieren, sin que ninguno quede del alcorán ni de la secta mohometana, y los hagáis quemar públicamente. Y mandamos a cualesquiera personas en cuyo poder estuviesen dichos libros, o de ellos supieren cualquier manera (...) entreguen dichos libros (...) so pena de aquel que tuviere y lo encubriere muera por ello y pierda todos sus bienes.

Las autoridades castellanas, al desconocer la lengua árabe, quemaron todos los libros, ya fueran el Corán, o fueran de poesía, de recetas gastronómicas, medicina…


Crear música desde la oscuridad

-¿Y cómo puedes saber las notas que estás tocando? -preguntó uno de los chiquillos al niño ciego. Todos los alumnos de canto rodeaban con curiosidad al nuevo miembro del coro. El maestro de capilla le había conseguido un organetto; un pequeño órgano portátil. Mientras miraba a sus compañeros con aquellos ojos de un celeste angelical, arrancaba dulces melodías improvisadas con aquel instrumento, que embobaba a todos sus compañeros.

 

-Las siento. No necesito verlas. Es igual que hablar: ¿Tú necesitas ver las palabras cuando las pronuncias? -respondió el niño ciego. Balanceaba suavemente su cuerpo hacia adelante y hacia atrás, tratando de reconocer el espacio que le rodeaba, aturdido quizá por tantos espectadores que le escuchaban con curiosidad.

 

-La música es como las palabras -prosiguió hablando- Si pronuncias “miedo” te sientes inquieto, si pronuncias “amor” sientes felicidad, si pronuncias “pan” te imaginas una rica y crujiente hogaza… - todos rieron. -Lo mismo ocurre con la música y sus melodías. Sólo tienes que pensar con el corazón y dejar que exprese un sentimiento: amor, alegría, tristeza…

La música volvía a fluir desde sus frágiles y pequeños dedos, cicatrizados por las heridas de su reciente enfermedad, improvisando melodías que hacían sentir esos mismos sentimientos: amor, alegría y tristeza. Cuando terminó de tocar, todos los chiquillos habían quedado en silencio. Las palmadas de uno de los monjes del monasterio, el maestro de música llamándolos para entrar en clase, rompió la mágica escena.

 

-¡Vamos!, ¡Entrad! y ayudad a Landino. Llevadle el organetto a clase. Sigue aún débil.

 

Dos chiquillos le llevaron el instrumento y otros dos le ofrecieron el brazo al niño ciego, pues su reciente ceguera le impedía moverse sin miedo a tropezar.

Partitura original de la balatta "Ecco la Primavera", compuesto por Francesco Landini
Partitura original de la balatta "Ecco la Primavera", compuesto por Francesco Landini

Francesco Landini (o Landino, como aparece identificado en algunas referencias de la época) había quedado ciego en su infancia por culpa de la viruela. Nacido en el seno de una familia de Humanistas de la Italia del Trecento (su padre fue pintor de la escuela de Giotto) recibió una educación artística y estudiaría música, poesía y astrología.

 

Landini se convirtió en un gran organista, reconocido en toda Italia y en diversas ciudades europeas. Y no sólo se le admiraba por su destreza musical, sino que además era un gran intelectual y un “hombre del Renacimiento”: a pesar de su ceguera, construía instrumentos musicales y fue fundamental su asesoramiento en la construcción de órganos para iglesias en Florencia.

Landini tocando el organetto. Miniatura en el Codex Squarcialupi. S.XV
Landini tocando el organetto. Miniatura en el Codex Squarcialupi. S.XV

Landini fue el músico más importante del trecento italiano, estilo también conocido como ars nova italiano.  Compuso multitud de “Ballades” para dos y tres voces y numerosos madrigales, cuyas partituras han sobrevivido al paso del tiempo. Hay que decir que buena parte de la obra de Landini se ha perdido. Aún así, sus composiciones representan la cuarta parte de las obras italianas del siglo XIV que han llegado hasta nosotros. Además, su estilo influyó notablemente en otros compositores de su época, que escribieron música en la denominada “cadencia Landini”.

 

Pensemos en el talento que debió tener Francesco: si los que nos dedicamos a la música, al componer una partitura ya nos resulta complejo y difícil el hecho de ir escribiendo las distintas voces, ¿cómo lo haría Francesco imaginando las voces y expresándolas de memoria con la ayuda de alguien que las pasara a papel? Lo que está claro, es que la viruela no afectó en absoluto a su enorme talento.

Tumba de Francesco Landini, donde se le representa con las cuencas de los ojos vacía, simbolizando su ceguera y con el organetto en sus brazos. Iglesia de San Lorenzo . Florencia. Italia.
Tumba de Francesco Landini, donde se le representa con las cuencas de los ojos vacía, simbolizando su ceguera y con el organetto en sus brazos. Iglesia de San Lorenzo . Florencia. Italia.

Para Saber Más

 

Sobre Francesco Landini: Biografía

 

Organetto: órgano de tubos de pequeñas dimensiones, portátil. Se insufla aire a los tubos mediante un fuelle que se acciona con la mano izquierda. En otros modelos, un ayudante podía trabajar accionando los fuelles, teniendo el intérprete las dos manos disponibles para tocar el teclado.

 

Sobre la educación musical en edad infantil en la Edad Media. Con el desarrollo de las Universidades durante los ss XII y XIII, el acceso a la formación académica se extiende por toda Europa: entre las clases medias y superiores, se generaliza la escolarización de los niños, entre los 8 y los 14 años. En este contexto, una actividad complementaria era asistir, tras la misa matinal, “a la escuela de música, a fin de bien servir la misa cantada” (Ramón Llull, s.XIII)

 

Viruela. Terrible enfermedad muy temida hasta tiempos recientes. Provocaba mucha mortalidad infantil durante la Edad Media, al no existir ningún tratamiento. Además de las cicatrices en la piel que marcaban a los enfermos que lograban superar la enfermedad, provocaba ceguera, entre otras lesiones irreversibles.

 

Trecento: es una forma de denominar al siglo XIV (años mil trescientos) en la historia de Italia. Se utiliza particularmente para designar al periodo del arte medieval de Italia que corresponde a esa época.

 

Humanista: El “Humanismo” es un movimiento cultural y filosófico característico del Renacimiento.


el trovador que cantaba con los pájaros

-De los ángeles, tienen las damas la belleza- comentó él mirándola a los ojos.

 

La chiquilla se sonrojó y dedicó una amplia sonrisa para aquel joven mendigo, aquel que le había dedicado estas palabras tan dulces, cuando ella tan solo le ofreció un trozo de pan. La plaza del mercado estaba tranquila aquella mañana y la joven se había acercado a un soportal donde un músico ambulante cantaba con su música la historia de dos amantes que se abrazaban bajo un árbol.

 

 

El corrillo de personas que se había formado alrededor del músico se fue dispersando cuando éste hubo terminado la canción y ella se despidió con un tímido gesto. Volvió a sonreír al ver cómo aquel músico comenzaba a sacar migajas del pan y a esparcirlas por el suelo, donde toda una familia de gorriones acudían para alimentarse.

 

 

Walther von der Vogelweide, cuyo nombre significa “el que da de comer a los pájaros” vivió aproximadamente entre los años 1170 y 1230. De espíritu libre, buena parte de su vida la dedicó a viajar y cantar por las calles en Francia, Italia y Alemania. Fue uno de los más grandes e inspirados minnesinger (trovador) europeos: tan pronto cantaba al amor sutil y delicado, como al amor “burgués o aldeano”, con textos ciertamente picantes.

 

Fragmento con poemas de Walter von der Vogelweide, en el Codex Manesse.
Fragmento con poemas de Walter von der Vogelweide, en el Codex Manesse.

 Decidió asentar su carácter en Alemania, donde fue protegido por el emperador Federico II, nieto de Federico Barbaroja, viviendo hasta el final de sus días en su corte. Fue enterrado en el claustro de la catedral de Wurzburgo.

 

 

Según cuenta una vieja leyenda, pidió que se siguiera dando de comer sobre su lápida a los pájaros que vivían en el claustro. En la actualidad, entusiastas y visitantes siguen cumpliendo con el último deseo de este romántico trovador medieval, llevando comida para los pájaros y flores sobre su tumba.

Tumba de Vogelweide, en el claustro de la catedral de Wurzburgo.
Tumba de Vogelweide, en el claustro de la catedral de Wurzburgo.
Miniatura del Codex Manesse representando a Vogelweide. En su escudo de armas aparece un pájaro enjaulado.
Miniatura del Codex Manesse representando a Vogelweide. En su escudo de armas aparece un pájaro enjaulado.

Fragmento donde aparece un pago del obispo Wolfger de Erla para Walther, una vez contratados sus servicios como trovador:

"Para Walther el cantor de Vogelweide, cinco chelines para una pelliza".

Para saber más: 

 

Minnesinger: Es el nombre con que se designa a los trovadores germanos. 

 

Codex Manesse: Buena parte de la obra de Walther von der Vogelweide está recogida en el Codex Manesse, un célebre manuscrito que recopila poemas y canciones de trovadores centroeuropeos. Se le representa pintado con semblante melancólico, componiendo poesía en un largo folio. En su escudo, aparecen representados pájaros enjaulados. Actualmente, este maravilloso códice puede consultarse en la biblioteca de Heidelberg, al sur de Alemania.

 

Ver el Codex Manesse digitalizado. Click aquí 

 


el médico que quiso curar con música

Retrato de personaje anónimo. El compás en la mano y el instrumento pueden indicar que se trate de un constructor de instrumentos musicales.
Retrato de personaje anónimo. El compás en la mano y el instrumento pueden indicar que se trate de un constructor de instrumentos musicales.

“¡Apresuraos! el duque está enfermo.”

Mientras terminaba de vestirse, Henri, de mala gana, se afanaba por guardar en su maleta el instrumental médico, ungüentos y medicinas varias. Probablemente, tan solo se trataba de otra indigestión más de su alteza, por lo que se sentía profundamente ofuscado.

 

Y es que siempre requerían sus servicios cuando estaba concentrado en su taller, inmerso en la talla de un clavijero, o cepillando una tapa armónica, o realizando precisos cálculos y escribiendo y dibujando planos de un nuevo instrumento musical…

 

Henri Arnaut de Zwolle era el Magister Medicus de esta localidad al norte de los Países Bajos a mediados del s.XV. Fue médico, astrónomo, astrólogo, inventor y organista en la corte de Felipe el Bueno. Mucho antes que Leonardo de Vinci, Henri ya dejaba plasmados en papel sus inquietudes como inventor: una escalera plegable, instrucciones para tallar el cristal de roca…

 

Su tratado más célebre es el Speculum Musicae, que contiene instrucciones sobre la construcción de instrumentos musicales: un laúd, un órgano y los planos más antiguos de instrumentos de tecla: un clavicordio y un clavisimbalum.

Aparecen descripciones muy detalladas sobre el teclado y la acción de este sobre las cuerdas, longitudes, medidas, proporciones, etc. Un trabajo fundamental que se sigue utilizando, más de 500 años después, para construir estos instrumentos de tecla.


No se sabe mucho sobre sus métodos médicos, pero seguramente serían al puro estilo de su época medieval, donde la sanación se basaba en equilibrar los cuatro humores del cuerpo. Y con una suerte de terapia que mezclaba la elaboración de medicinas con hierbas, la lectura de los astros y algo de musicoterapia aprendida en tratados andalusíes y orientales.

Para Henri Arnaut, la mejor medicina fue sin duda la música.

Clavicordio según el plano de Henri Arnaut de Zwolle. Construido por Pedro Ferreira (Portugal) www.rumor.pt
Clavicordio según el plano de Henri Arnaut de Zwolle. Construido por Pedro Ferreira (Portugal) www.rumor.pt

Lástima que su talento como músico e inventor fuese superior al de sus conocimientos médicos. En 1466 se contagió de la peste, muriendo en pocos días. Ni la musicoterapia, ni la astrología podían hacer frente a tamaña enfermedad.

 

Al menos nos quedan sus planos de instrumentos. Música para curar el alma.

Plano de Henri Arnaut para la construcción de un Clavisimbalum. Hacia el año 1440.
Plano de Henri Arnaut para la construcción de un Clavisimbalum. Hacia el año 1440.

Para Saber Más:


Felipe el Bueno, duque de Borgoña. Gran mecenas de las artes, gozó de gran popularidad entre la nobleza de la época por sus fiestas, excentricidades y torneos que organizaba.


Cuatro humores del cuerpo: desde la antigüedad y durante la Edad Media, se pensaba que la salud física estaba comprometida por el equilibrio de los cuatro humores que habitan el organismo: bilis negra, bilis amarilla, la sangre y la flema. Esta creencia existió entre los médicos hasta la aparición de la medicina moderna a mediados del XIX.


Clavicordio: instrumento de tecla. Es una evolución del monocordio, donde todas las teclas funcionan como palancas que golpean una cuerda transversal, resultando distintas notas según a la altura que golpee cada tecla.


Clavisimbalum: instrumento de tecla. Su evolución respecto al clavicordio es que cada tecla tiene asignada una cuerda propia. Las teclas impulsan un martinete que lleva un plectro que pellizca la cuerda.

Taller de Rafael Marijuán, constructor de este clavisimbalum.  www.clavesmarijuan.com
Taller de Rafael Marijuán, constructor de este clavisimbalum. www.clavesmarijuan.com

la campana de las ánimas

Ahora que llega el Día de los Difuntos, o Halloween, según lo que ustedes celebren, me gustaría contar una curiosa historia que nos ocurrió a Sara y a mí, hace dos años por estas mismas fechas. Les cuento.


Todo comienza con un viaje a finales de junio, visitando La Alberca, un precioso pueblo donde parece que el tiempo se haya detenido, situado en la Sierra de Francia, en Salamanca. Paseando por sus viejas y ajadas callejuelas, entramos en una tienda de antigüedades.


Como yo siempre ando buscando instrumentos viejos o del folklore, me topé con una campanita de bronce que sonaba bastante bien, por lo que nos decidimos a comprarla.


Pasó el verano y llegó el otoño. Nos habían contratado para un concierto que coincidía con la noche de difuntos. Era en una pequeña ermita en Lagoa, un pequeño pueblo del Algarve portugués.


Preparando el concierto nos dijimos: “al ser la noche de difuntos, podríamos empezar interpretando una Danza Macabra y explicamos que era un género artístico medieval muy apropiado en estas fechas”.


Y así fue. Preparamos una pequeña introducción donde tocando la famosa campanita de bronce, -comprada meses antes-, empezamos el concierto, interpretando algunas “danzas macabras” o “danzas de la muerte”.

Concierto en Lagoa. Introducción de una "Danza Macabra".
Concierto en Lagoa. Introducción de una "Danza Macabra".

Toda esta historia no tendría nada de especial si no fuera porque a los pocos días, al llegar a casa, escuchábamos un famoso programa de radio, donde hablaban de la “noche de difuntos” y las viejas costumbres que se siguen realizando en algunos pueblos de España. Entonces, sonó el nombre de un pueblo: La Alberca. Y de un objeto especial: la “Campana de las Ánimas”. Resulta que las ancianas de este viejo lugar, pasean durante la noche de difuntos por las oscuras calles, tocando unas campanitas de bronce para despertar a las ánimas.

"Moza de Ánimas", en la noche de los difuntos, en La Alaberca. Fuente: http://jmnavia.blogspot.com.es
"Moza de Ánimas", en la noche de los difuntos, en La Alaberca. Fuente: http://jmnavia.blogspot.com.es

Y nosotros, sin saber esta tradición, habíamos hecho lo mismo: habíamos adquirido una campana que sonaría en la noche de difuntos, para interpretar una danza de la muerte. ¿Casualidades? Al menos es algo curioso que nos gusta contar de vez en cuando y especialmente, en fechas como las de estos días.


Por cierto, aquel día en la iglesia, durante el concierto, no se nos apareció ningún ánima en pena. Lo que no sabemos es si en la distancia, en la Alberca, algún espíritu la escucharía y se pasearía por sus viejas calles, hasta el alba. Por si acaso, como esta vez no tenemos concierto, vamos a dejarla quietecita… ¿O la tocamos a media noche? mmm… Me pica la curiosidad…

"Danzas de la Muerte". Fragmento del Totentanz, conservado en la biblioteca de Heidelberg, (Alemania).
"Danzas de la Muerte". Fragmento del Totentanz, conservado en la biblioteca de Heidelberg, (Alemania).

Anexo: Las Danzas Macabras o Danzas de la Muerte

 

La representación artística de la Muerte surgió a finales del siglo XIV, como alegoría de la debilidad de nuestras vidas frente a la Parca, tras una serie de brotes de epidemias, conocidas como la Peste Negra, que diezmaron masivamente la población europea. Es en ese tiempo cuando surgen las Danzas Macabras o Danzas de la Muerte, un género artístico cultivado por poetas, pintores y músicos, donde el tema principal es la muerte. La Muerte la representan como esqueletos que bailan y nos invitan a entrar en sus tumbas. Están representados todos los personajes y oficios, ya que la muerte nos iguala a todos: ricos y pobres.

 

Uno de estos libros que podéis ver online es el Totentanz de Heidelberg (Alemania)


dolor de cabeza y tener que ensayar

En la ilustración aparece dibujado la mandrágora, una planta cuya raíz tiene forma humana y emitía un grito al ser arrancada. Se le atribuyen muchas propiedades curativas.
Fragmento del "Dioscórides", tratado de medicina. En la ilustración aparecen dibujadas las mandrágoras

Uno de los fastidios principales cuando trabajamos es estar algo enfermos, ¿verdad? Y cuando se trata de dolor de cabeza o un poco de gripe, si tienes que ensayar y tocar música, se convierte en algo infernal: malestar, el sonido del instrumento te parece un taladro, tos, el moquillo resbalando…

 

Y es que esta semana, Sara y yo hemos estado algo febriles, con la llegada del otoño. Precisamente trabajando sobre autores célebres de Al Andalus nos viene a la memoria el médico andalusí Hasday Ibn Shaprut.

 

Qué bien nos habría venido que nos curase. Hasday trajo desde Bizancio el Dioscórides, el libro de medicina más famoso e importante de la antigüedad, donde se condensaba todo el saber curativo de los tiempos, usando plantas medicinales y fórmulas para tratar mordeduras y picaduras venenosas.

 

Se cuenta que Abderraman III, califa de la Córdoba del s.X lo nombró médico personal, tras curarlo de la mordedura de una cobra, percance que había sufrido en una cacería por Sierra Morena. Cuentan también, que desde entonces se usa como símbolo de la ciencia de la  farmacia, el dibujo de una serpiente enroscada en una copa.

La vida de Hasday debió ser un no parar de aventura en aventura. Diplomático de embajadas, mecenas de las ciencias y las artes, y traductor de decenas de libros. Os invitamos a conocer y descubrir su vida y su obra. Ya se nos ha pasado un poco el resfriado otoñal. A lo mejor Hasday, nos ha echado una mano, donde quiera que esté, ¿quién sabe?

Remedios naturales para el dolor de cabeza:

 

El té de hierba de limón posee varias aplicaciones medicinales y una de ellas es que nos ayuda a aliviar el dolor de cabeza. Simplemente prepara una infusión con una cucharadita de este té por taza.

 

Infusión de Manzanilla: 3 cucharadas de manzanilla seca por 500 ml de agua. Deja reposar 15 minutos, cuela añade una cucharadita de jugo de limón y bebe durante el día.

 

Aceite de oliva: dos cucharaditas de aceite de oliva podría ser suficiente para eliminar el dolor de cabeza.

"Dioscórides". Ilustración mostrando la elaboración de medicamentos.
"Dioscórides". Ilustración mostrando la elaboración de medicamentos.

El colegio en Al Andalus

 

¿A quién no le gustaba estrenar cuaderno el primer día de colegio? Sacarle punta al lápiz y escribir el título de la materia, Lenguaje, Matemáticas o Naturales, en la perfecta primera página.

 

Hace poco, me topé con una tablilla andalusí preciosa, que es la que inspira esta entrada en el blog. Es una tablilla escolar  de un estudiante  andalusí del s.XIII aproximadamente. Podemos imaginar la ilusión que tendría el alumno al recibir este material didáctico en la primera semana de clases.

 

Al Andalus estaba llena de escuelas y profesores particulares. Éstos, eran contratados por las familias durante un año académico y recibían un sueldo, mitad económico y mitad en bienes, como ropas y  productos alimenticios. Los profesores enseñaban a sus alumnos, normalmente en pequeños grupos, materias como la aritmética y el lenguaje. Debían aprender de memoria los textos que se leían en clase: Platón, Aristóteles, el Corán, así como cuentos y enseñanzas venidas de la lejana Persia y la India.


Las clases se desarrollaban en el hogar, donde profesores daban clases a las doncellas en el harem, o en las madrasas. A veces, a  la Mezquita acudía un sabio para dar una clase magistral. En esos días, el edificio se llenaba de entusiastas estudiantes, ilusionados por aprender de pensadores como Averroes, Avempace, Maimónides…

 

El intercambio de libros era contínuo: estaba mal visto amontonar libros en casa, porque significaba para los demás que aún no los habías leído. La costumbre era memorizar el conocimiento y sobre todo, hablar de forma exquisita, saber música e improvisar poesía. En la sociedad andalusí no existió el analfabetismo.

Fragmento de miniatura Cantiga 120, del Libro de Las Cantigas de Santa María, s.XIII.
Fragmento de miniatura Cantiga 120, del Libro de Las Cantigas de Santa María, s.XIII.

La música también se enseñaba de forma oral: los maestros improvisaban escalas y ejercicios que el alumno debía repetir a continuación con su instrumento. Al tratarse de un método de enseñanza espontáneo, apenas nos quedan textos de la época que nos den pistas sobre estas materias, los contenidos que se enseñaban, partituras, canciones, etc. Y si por si fuera poco, las guerras, persecuciones y quemas de libros hicieron desaparecer la mayor parte de los textos andalusíes.


Esta tablilla, que protagoniza este artículo, es un buen ejemplo del interés y el entusiasmo por aprender. Es un  silkah. La palabra al-silkah está asociada a una reunión entre estudiantes, donde se celebra una comida y juntos recitan el sikah, una serie de enseñanzas básicas. Luego lo escriben en estas tablillas. Al no haber ninguna corrección en ésta por el profesor, podemos adivinar que el alumno completó el ejercicio con éxito… ¿Sería de Al-Saqundi? ¿Ibn Hazm? ¿Wallada?


Qué suerte tuvimos que unos padres orgullosos del talento de su hijo guardaran con cariño esta tablilla. A lo mejor, lo pusieron en la cocina de la casa, en el hogar, como cuando se ponen los exámenes con buena nota en el frigorífico, ¿verdad?

Tabla escolar escrita en árabe. Biblioteca Nacional de España. Datada entre 1200-1400. Al Andalus.
Tabla escolar escrita en árabe. Biblioteca Nacional de España. Datada entre 1200-1400. Al Andalus.

"Un niño, un maestro, un libro y un lápiz pueden cambiar el mundo. La educación es la única solución".

Malala Yousafzai, Premio Nobel de la Paz en 2014.


Gastromusicae: comer y cantar

Que “se te repita una comida” no es lo mismo que “repetir una comida”. Para que no ocurra lo primero y sí lo segundo, los cocineros de todos los tiempos se afanan por preparar, condimentar, salpimentar, adobar, embutir, tostar, asar y cocinar toda clase de alimentos.

 

 

Y es que, aunque pensemos que la “comida gourmet” es una nueva moda, ésta estuvo presente ya desde antiguo, aunque ciertos cocineros  no fueran tan aclamados. Por ejemplo, el inquieto Leonardo da Vinci, quiso probar fortuna también en el arte gastronómico, abriendo un local junto con su amigo Boticcelli, donde exponían sus obras y preparaban sofisticados platos. Fue un absoluto fracaso ya que nadie entraba en su taberna para comer media anchoa sobre dos rodajas de zanahoria, por muy artística que fuese la presentación en el plato.

 

 

 

Mejor suerte corrió un tal Ruberto, cocinero mayor de Don Bernardo, Rey de Nápoles. Tan buen cocinero sería, que el propio rey le ordenó que escribiese sus recetas en un librito que ha llegado hasta nosotros, titulado “Libro de Guisados”, de 1525, para que no se perdiesen sus recetas a su muerte y sus discípulos pudieran seguir cocinándolas. Hojeando el tratado nos encontramos todo tipo de platos a base de carnes y pescados y recetas muy interesantes para gente enferma (recetas “para dolientes”).

Fragmento de la portada facsímil del Libro de los Guisados, 1525.
Fragmento de la portada facsímil del Libro de los Guisados, 1525.